La mujer de Umbral despide el homenaje de El Mundo en su columna

(PD).- María España, fotógrafa y mujer del mejor columnista que El Mundo haya tenido nunca, cierra este martes el homenaje que el periódico le ha dedicado durante cien días en el lugar que él ocupaba. Ahora llenará a diario el hueco Raúl del Pozo. «Amado mío«, un emotivo texto que la mujer de Umbral deja a su marido muerto. Una delicia.

«Es la canción de Gilda que tú cantabas y que yo ahora te canto. «Amado mío/ te quiero tanto/ no sabes cuánto/ ni lo sabrás». Pero sí lo sabías. Claro que lo sabíamos. Por eso hemos estado juntos tantos años, desde nuestra adolescencia, y mis manos han sido tus manos cuando el pulso te fallaba a la hora de escribir y tenías que dictarme la columna. El ordenador no es para un pulso inseguro, ni siquiera tu Olivetti. He escrito muchas columnas al dictado. Esta, ay, será la última, pero no dictada por ti».

«En estos momentos los recuerdos se mezclan, se confunden. Estabas en el paseo Recoletos de Valladolid cuando nos conocimos, cursaba yo quinto o sexto de bachillerato y enseguida te vi entre los demás, distinto, tan alto, tan delgado, rubio, con unas hermosas manos de pianista o de escritor más bien. Eso pensaba yo entonces y aquellas miradas del principio iniciaron una larga historia, esa que, ya digo, ha durado tanto tiempo y que tú cuentas, como sólo tú podías hacerlo, en un libro que pronto verá la luz, Carta a mi mujer. Ahora yo también estoy intentando enviarte una carta».

«Amado mío. ¿Qué puedo decirte ahora? Nuestro camino ha estado lleno de alegrías y tristezas. Nadie ha contado como tú la pérdida de un hijo, de nuestro hijo, el sufrimiento que aprendimos a asumir juntos, rescatando los mejores momentos vividos con él, recordando sus dibujos, sus cuadernos, sus primeras letras, sus bufandas. Ahora, yo trato de preservar tu imagen, tus libros, tu sillón, las gafas, la bufanda, que sigue conservando tu olor. Es la mejor manera de seguir adelante».

«LA COLUMNA ERA TU VIDA»

«Amado mío. Yo fui tus manos en los últimos tiempos, como he dicho, cuando ya la Olivetti no te obedecía. Cada día me dictabas la columna y nunca dejó de impresionarme la facilidad con que lo hacías. Ni en los momentos más bajos de la enfermedad te cansaste de la columna, de su sitio en esta página. Te fuiste al hospital con la idea de reanudarla en septiembre. La columna era tu vida».

¿Regalará ahora Pedrojota Ramírez como homenaje a su mejor columnista todos sus textos escritos para este diario? Así lo esperamos. Era el mejor. No se merece sólo la hemeroteca.

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