El País admite que plagió a The Guardian

El País admite que plagió a The Guardian

(PD).- Al final, se la han tenido que envainar. El diario El País, a través de la Defensora del Lector, ha reconocido, tal como había informado PD, el plagio de un artículo de The Guardian publicado en el diario de Prisa el pasado 29 de junio. En dicha noticia se reproducían párrafos exactos del periódico británico.

El pasado domingo, Milagros Pérez Oliva abría el debate sobre la «rapidez y fiabilidad en el periodismo digital» en su artículo Falsedades, inventos y refritos en la aldea global. En él, la Defensora del Lector se pregunta si su periódico puede perder credibilidad al ofrecer como fuente a medios que no tienen la misma. Pone el ejemplo de tres noticias aparecidas en el diario durante estos últimos días.

En el último ejemplo, toma el caso de una noticia de Periodista Digital -un «confidencial muy crítico con el grupo Prisa, según cita- sobre el plagio de una periodista de El País a un artículo de The Guardian.

Efectivamente, las similitudes entre la crónica «El lujo se recupera» y «Recession is so last year: luxury goods firms are back in fashion», publicado por The Guardian, permiten utilizar la palabra plagio, pues aunque la crónica de Andrade es mucho más corta y no sigue el mismo orden expositivo, los datos, los nombres e incluso los entrecomillados son los mismos, sin que se cite al diario británico. De nuevo las premuras y una cadena de fallos en el control han llevado a la autora y al diario a saltarse el semáforo en rojo.

La periodista recibió el viernes 26 a las 9.40 un correo en el que Mabel Galaz adjuntaba el artículo de The Guardian y le encargaba un texto de 45 líneas a partir de la idea del diario británico. La crónica llegó a la redacción a las 18.17 horas del mismo viernes y la responsable de Gente la dejó al equipo de fin de semana para que se publicara el lunes.

Pérez Oliva habló con la reportera en cuestión quien reconoció que su error «fue aceptar el peculiar encargo de realizar una pieza a partir de un reportaje de otro diario, realizado en Londres, y con muy escaso margen de entrega, al que yo, desde Italia, poco podía añadir».

Como suele ser habitual, la petición se hizo con mucha premura, puesto que era viernes y había que mandar el texto ese mismo día para que saliera el fin de semana. No obstante, busqué más información en las páginas web de las empresas, que añadí para convertir un texto económico en una pieza adaptada a la sección de Gente. A pesar de ello, debería haber citado la fuente. Lamento mucho lo que ha pasado; no me había sucedido en 20 años de profesión, y espero no volver a verme envuelta en un caso similar.

De nuevo las premuras y una cadena de fallos en el control han llevado a la autora y al diario a saltarse el semáforo en rojo. Andrade recibió el viernes 26 a las 9.40 un correo en el que Mabel Galaz adjuntaba el artículo de The Guardian y le encargaba un texto de 45 líneas a partir de la idea del diario británico. La crónica llegó a la redacción a las 18.17 horas del mismo viernes y la responsable de Gente la dejó al equipo de fin de semana para que se publicara el lunes.

La Defensora del Lector concluye el artículo explicando que «el hecho de que la crónica se publicara indica que nadie en la redacción chequeó esa información ni la comparó con el artículo que había motivado el encargo».

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