El artículo de Rosa Martínez, publicado en Vozpópuli, este 2 de marzo de 2025, con el título «Periodismo sí es señalar«, aborda la esencia del periodismo y su función en la sociedad contemporánea.
Es clave el párrafo donde Rosa sintetiza qué debe hacer un periodista frente a un político: «Yo pregunto y usted responde. Si ustedes no quieren preguntar, márchese y dejen que otros lo hagan» .
Sugiere la autora y eso es un mensaje draconiano a la nutrida recua de que aquellos que no están dispuestos a cuestionar y buscar la verdad, que los paniagudos deberían dejar paso a quienes no lo son.
La columna es una respuesta directa a la patochada montada por una recua de periodistas parlamentarios, este 26 de febrero de 2025, sobre a la escalinata del Congreso de los Diputados en Madrid.
Ese día, medio centenar de periodistas, pastoreados por Carlos Cué de El País y María Llapart de LaSexta se reunieron de los leones para protestar, bajo el lemay con carteles que decian “Señalar no es periodismo”.
La concentración fue convocada por la adocenada Asociación de Periodistas Parlamentarios (APP) y contó en sus filas con representantes de ABC como Juan Fernández Miranda, de El Debate como Ana Martín, y otros medios como ‘La Vanguardia’, ‘El Periódico’, Efe, Europa Press, TVE, Antena 3, Telecinco, Telemadrid, Radio Nacional de España, Onda Cero, la Ser, Onda Madrid, ‘El Confidencial’, ‘elDiario.es’, ‘El Español’, ‘El Periódico de España’, ’20 Minutos’, Colpisa, ‘infoLibre’, ‘Infobae’, ‘Demócrata’ o ‘Público’.
La tesis central de Rosa Martínez es clara: el periodismo auténtico no se doblega ante el poder, sino que lo cuestiona, lo señala y lo confronta, aunque eso incomode.
La periodista apuesta por un oficio que no se limita a informar, sino que desnuda las mentiras y desafía las narrativas oficiales.
A lo largo del texto, critica con dureza la pasividad de muchos colegas y defiende a esos reporteros incómodos -Bertrand Ndongo, Josué Cárdenas, Vito Quiles, Marcos Ondarra…-que no temen alzar la voz.
Es una declaración de principios: el periodista no está para asentir, sino para interpelar.
Rosa describe a esos profesionales contra los que cargan el rebaño en sintonía con el analfabeto Patxi López– que, en las ruedas de prensa, se atreven a romper el guión ‘oficial‘.
No se conforman con las respuestas evasivas ni con el silencio cómplice de la sala.
Un arranque valiente, porque Rosa señala una realidad incómoda: muchos prefieren mirar al suelo antes que alzar la mano.
Luego, la autora pinta un retrato vivo de esos reporteros que no pasan desapercibidos:
“Son esos periodistas incómodos que vemos en las ruedas de prensa de distintos políticos, haciendo preguntas que nadie hace y obteniendo como respuesta el silencio del interrogado o su insulto y menosprecio, además de la total indiferencia del resto de compañeros que están en la sala”.
Es una crítica directa al gremio, a la masa que prefiere no meterse en líos.
Y tiene razón: el silencio de los demás amplifica el valor de quien habla.
En el tercer párrafo, Rosa va al núcleo de lo qué el periodismo no debe ser:
“En lo que nunca se basó el periodismo fue en dorarle la píldora al Gobierno, sólo porque es el que paga al medio para el que uno trabaja. No hacer preguntas incómodas al político de turno, no señalar que está mintiendo descaradamente o proporcionando datos falsos y maquillados, no ponerle la cara colorada cuando nos dice que la economía va como un tiro, a pesar de que los precios de los alimentos han subido un 30% en los últimos 4 años y los salarios tan solo un 16%”.
Este fragmento es un puñetazo. Habla de integridad, de no venderse al poder ni maquillar la realidad.
Los datos que aporta no solo refuerzan su argumento, sino que invitan al lector a mirar su propia cartera y cuestionarse la narrativa oficial.
Más adelante, Rosa reflexiona sobre el papel del periodismo en democracia.
El oficio pierde su esencia si se convierte en altavoz del poder.
Habla Rosa de la tentación de algunos medios de alinearse con quienes firman los cheques, y lo contrapone con esa minoría que sigue señalando, aunque le cueste caro.
Es un punto que da que pensar: ¿cuántos titulares leemos que parecen escritos desde un despacho oficial?
Rosa Martínez no se anda con rodeos y pone el foco en esa deriva peligrosa.
El artículo cierra con una defensa apasionada del periodismo crítico:
“El periodismo sí es señalar, poner el dedo en la llaga, incomodar a quien miente y dar voz a quien no la tiene”.
Es una frase que encapsula su visión: un oficio vivo, combativo, necesario.
No se trata de atacar por atacar, sino de iluminar lo que otros quieren ocultar.
Y aunque no lo dice explícitamente, se intuye una llamada a los lectores: exijan más de quienes les informan.
No es solo una reflexión, sino un desafío.
Rosa desafía a los periodistas a no bajar la guardia y a los ciudadanos a no conformarse con medias verdades.
LA AUTORA
Rosa Martínez nació en Madrid en 1978, lo que la sitúa en los 47 años. Periodista de profesión, ha trabajado en varios medios españoles, destacando por su enfoque crítico y su estilo sin filtros.