Hemos descubierto dónde hace el PSOE los castings para seleccionar a su personal directivo y a los elementos de máxima confianza del secretario general.
No es en las universidades o en las grandes empresas, como alguno podría ingenuamente suponer.
Tampoco en los centros de estudios o en los cenáculos intelectuales.
No; damas y caballeros.
Donde los socialistas eligen a sus líderes y cargos de relumbrón es casi siempre en esos bares de carretera, con luces de neón y nombres como Afrodita, Dulcinea, El Edén o Venus.
No hay en la historia de Occidente un partido político más putero y trincón, que el que nos agobia desde hace un septenio largo y, desde la muerte de Franco, ha ocupado el poder la friolera de 27 años y 8 meses.
Las pruebas son irrebatibles y saltan a la vista.
Seguro que muchos de ustedes todavía tienen vívidamente grabado en la memoria que la jueza Alaya, durante la instrucción de la estafa de los EREs, reseñó que se habían producido al menos en 40 ocasiones desvíos de fondos de los parados a juergas en prostíbulos.
Ya ha pasado tiempo desde que Alaya describió una «afición descontrolada» a la prostitución en el partido, pero la proclividad socialista al sexo de pago -a ser posible con dinero público- no se ha atenuado, sino todo lo contrario.
Hace escasamente tres años, teníamos en pleno auge al diputado Fuentes Curbelo, alias Tito Berni, quien organizaba desde el propio Congreso y con la inestimable colaboración de colegas de su Grupo Parlamentario, cenas de postín rematadas con viagra y polvos blancos, para agasajar a contratistas a los que se dejaba elegir a las pilinguis por folleto.
Después vino lo de Ábalos, Koldo, los paradores y las sobrinas.
Y ahora tenemos, que ya es el colmo de la cutrez, lo de Paco Salazar, a quien el mismo día en que Sánchez iba a encumbrarlo como secretario de Organización, en sustitución del comisionista Cerdán, lo acusaron subalternas de Moncloa de ‘guarro’, ‘sucio’, ‘acosador sexual’ y otras lindezas.
Acusaciones que desaparecieron misteriosamente en los ordenadores del PSOE y que acaban de aflorar, porque las afectadas han puesto el grito en el cielo.
He dejado para lo último lo mejor: que Sánchez, el jefe de todos, el capo de la mafia, el gran hacedor, el colega de Otegi, el capataz de Puigdemont, ha vivido y hecho su carrera y hasta sus campañas con dinero procedente de la prostitución, a la sombra de su suegro proxeneta.
¡Lo de esta panda no tiene remedio!