Nueva York no es una isla que se hunde, sino que se está levantando en una nueva gran ola
Históricamente, las mujeres y los hombres jóvenes que deseaban prosperar en una publicación tenían que dirigirse a Manhattan. Una vez allí se les decía que trabajarían en empleos marginales y realizando tareas mundanas.
Y un día, si llevaban a cabo ese trabajo sin quejas, serían recompensados a acceder al gran motor de libros, revistas y periódicos. En esa isla concurrida se encontraba la escalera que los llevaría a través de los diferentes niveles de la empresa.
¿Sigue siendo Manhattan la gran puerta abierta donde buscar un empleo?
60.000 EMPLEOS MENOS
Los periódicos resurgen apostando por la información digital. Gran parte de los gastos de los periódicos se bifurca entre los antiguos y los nuevos medios de comercialización, según el artículo de David Carr en The New York Times titulado «The Fall and Rise of Media».
Por ejemplo, revistas dedicadas a ayudar al lector a acicalar las fiestas de Navidad son, en muchos casos, la mitad de grandes de como lo fueron sólo unos pocos años atrás.
El gasto se ha reducido, los ingresos han disminuido y la temporada de vacaciones está marcada en el reino de los medios de comunicación por los despidos y las compras en Condé Nast, Time Inc., The Associated Press y The New York Times.
La ambición de las publicaciones ha disminuido por las nuevas realidades. Es difícil evitar todos los problemas que supone la edición tradicional. Desde el año 2000, el empleo en el ámbito de los medios de comunicación ha descendido en 60.000 puestos de trabajo en Nueva York.
LA OPCIÓN DIGITAL
Pocos imaginaban hace una década que los titanes reinantes de los medios de comunicación serían derrotados. Desde el año 2000, los empleos en las industrias tradicionales de los medios de comunicación se ha visto reducido a un ritmo de 2,5 por ciento anual.
Entonces, ¿qué hay en su lugar? La opción digital -netbooks, Iphone…- es ahora la puerta por la que hay que entrar, que permite más información que la que redacciones enteras poseían hace dos décadas.
Nueva York no es una isla que se hunde, sino que se está levantando en una nueva gran ola.
