¡Non Stop! ¡Que siga el pim-pam-pum! Los colegas de la ‘zurda’ mediática siguen a lo suyo, y eso empieza a incluir el reparto de collejas al Gobierno. Algunos, incluso, van más lejos y se las dan directamente, a lo Benny Hill, al presidente del mismo. Es el caso de El País, que se quedaba a gusto en un editorial titulado “Erratas de bulto” sobre lo de los recortes municipales, y que comenzaba fuerte: “El Gobierno no se cansa de cometer graves errores de gestión”.
Los sesudos editoriales del diario de Prisa llamaban a lo de ayer “justificación estrambótica” y tiraban con posta: “No hay erratas que valgan, sino premeditación: el Gobierno silenció la disposición en la relación de medidas de ajuste aprobadas por el Consejo de Ministros, y el presidente Rodríguez Zapatero también la hurtó del conocimiento público el domingo en la reunión pública con alcaldes socialistas”.
FUEGO GRANEADO
En Onda Cero, muy apropiadamente –modo irónico ‘on’– el presidente de Castilla-La Mancha, José María Barreda, predicaba que los impuestos deben ser “justos, equitativos y progresivos” y que “hay que evitar los bandazos”. La recomendación hubiera estado bien si hubiera llegado antes a La Moncloa. Por los predios de Radio Nacional de España (RNE), Juan Ramón Lucas también lanzaba pellizcos al entorno gubernamental y su explicación de la errata: “Parece difícil limitarlo, como pretende la vicepresidenta, a un error”. En el mismo programa, Miguel Larrea, premio Pablo Iglesias de Periodismo casi casi transmutado en el argentino Coti, el de la canción del error, era más contundente: “No ha sido una errata, ha sido un error”. La pinza ya se iba cerrando más sobre Elena Salgado, que a alguien le tenían que caer los palos, y no iba a ser a José Luis Rodríguez Zapatero. Fue la táctica que empleó Antonio García Ferreras, director de La Sexta y “brujo visitador”, en expresión de Juan Luis Cebrián, de La Moncloa, que aseguró ver “un poco frágil” la Vicepresidencia económica. “Es una medida dura, y si la toman, que la tomen hasta el final, pero no andemos con rectificaciones y con bandazos”, aseguraba.
MAFO, EN LA PICOTA
Otros también prefieren dar rodeos cuando pueden para no chocarse con la cruda realidad gubernamental. Ahí estaba Público, pidiendo conocer el sueldo de Miguel Ángel Fernández Ordóñez, Mafo, gobernador del Banco de España. “¿Cuánto gana?”, titulaban en primera plana. Pobre Mafo. Nunca le tuvieron muchas simpatías los de Jaume Roures por aguafiestas. Por eso le achuchaban al “moralmente superior” Manuel Rico, oráculo cuyo titular ya era toda una declaración en sí mismo: “Mafo debe desvelar hoy los datos de dos sueldos”. Que por si no lo saben, corresponden “al que ha cobrado desde su nombramiento y el importe del sueldo que va a recibir a partir del mes de junio”.
ARRUGAS Y OJERAS
En el mismo diario y escrito por Javier Vizcaíno: “El nuevo entretenimiento del columneo diestro es medir las ojeras y pesar las arrugas del inquilino de La Moncloa”. “Lleva el disgusto en la cara”, escribía Miguel Ángel Aguilar en El País el pasado martes. Debe ser que Aguilar se ha hecho de derechas.
TANGANA DESCOORDINADA
La que se armó el martes en el Senado, con los gritos de “Zapatero dimisión” de la bancada del PP, también tenía su espacio. Si El País le dedicaba su primera con una fotografía –qué grima ver detrás de Zapatero a la inefable Ruth Porta–, Público le daba una crónica de Gonzalo López Alba donde podía leerse lo siguiente: “Carme Chacón y Trinidad Jiménez, sentadas a su diestra [la de ZP], se levantaron como si tuvieran un resorte arrastrando al resto. No a todos, porque –en otro ejercicio de descoordinación– Celestino Corbacho y Ángel Gabilondo prefirieron batir palmas sentados”. Si es que ni para dar aplausos y calorcito al jefe se coordinan, oigan.
DOS DE DOS
Y ahora toca el ‘momento valeriana’ del día. La palma se la lleva el rotativo de Prisa. Para empezar, Prudencio García, coronel (retirado) de despacho y seminario, con una tribuna que comenzaba así: “Lamentablemente, Garzón ha sido descabalgado”. Adiós muy buenas. A otra cosa. Pero, ¿qué pecado cometimos para, unas páginas más adelante, encontrarnos con el triste Miguel Boyer adoctrinando al personal? Dedíquese a la Preysler, hombre.
Originalmente publicado en La Gaceta.