Hay asuntos en la política española que son propios de ‘la nave del misterio’ que dirige Iker Jiménez en Cuatro, tal y como nos cuenta uno de los columnistas del papel el 16 de abril de 2013. Entre ellos cuenta el papel del ministro de Exteriores en la relación del Gobierno con Mas pero, también, que según un articulista de El País, el registrador de la propiedad metido a gobernante tenga que romper los acuerdos con la Santa Sede antes de reunirse con el nuevo Papa. Esta un una jornada donde los temas son variados, aunque pocos de ellos son novedosos.
Arrancamos con el ya mentado artículo en el diario del Grupo PRISA. Lo firma Miguel Ángel Aguilar y se titula Rajoy con el papa Francisco. Se refiere, por supuesto, a la entrevista que ambos mantuvieron un día antes. A Aguilar, directamente, no le gusta:
La ocasión va a ser jaleada como una especial deferencia de Su Santidad hacia España, pero tiene el aire de una precipitación diplomática por nuestra parte, que desatiende el cálculo de los intereses del Estado. Puede que obedezca a un ejercicio público de piedad filial, de quien desea exhibir su condición de fiel católico, un señuelo capaz todavía de rendir algunos beneficios electorales, pero deja en zona de sombra asuntos de máxima relevancia, como la necesaria revisión de los acuerdos con la Santa Sede.
Vamos, que como hay que revisar dichos acuerdos, Rajoy no puede reunirse con el Papa. No vemos la lógica en ello, pero puede que alguna tenga.
Reconoce Aguilar que fue el Gobierno de Felipe González el que puso en marcha la famosa ‘casilla’ de la Iglesia en la declaración de la renta, y que Zapatero fue el que amplió esta desde el 0,5389% al 0,7%. Al columnista no le gusta esa casilla, puesto que no incrementa lo que pagamos a Hacieda. Él preferiría que si se marcara aumentara lo que el ‘paganini’ tiene que soltar a Montoro el malo para que así no se reduzca la cantidad que recibe el Estado de cada uno de nosotros. Se olvida eso sí, que lo que se elige es entre pagar a la Iglesia o pagar a las ONG. En ningún caso es dinero para el Estado.
Pues a este humilde lector de columnas esa casilla es casi lo que menos le molesta de la declaración de la renta. Ahí al menos dan a elegir a qué se prefiere que se dedique un dinero que el Estado nos quita sin habernos preguntado si queremos dárselo. El 99,3% restante del IRPF se dedica a lo que los políticos desean, así, sin que nosotros pintemos nada en la decisión de su uso.
Concluye:
Claro que los pactos con la Santa Sede, que tantos privilegios otorgan a la Iglesia en España, fueron declarados intocables por aquel presidente Zapatero que tanto pregonaba la reforma innecesaria de la Ley de Libertad Religiosa. Así que a las pasadas concesiones socialistas debería ahora seguir la denuncia de los acuerdos con el Vaticano por el Gobierno del Partido Popular, conforme a las exigencias de la crisis económica que padecemos.
Le ha faltado decir a Aguilar que Rajoy es un ‘meapilas’ por no poner coto a unos privilegios otorgados a la Iglesia por el ‘laicista comecuras’ Zapatero.
Pasamos a ABC, donde Juan Carlos Girauta firma Los asimétricos, un artículo que no va a sentar bien en el Gobierno y que va a molestar especialmente en el Ministerio de Asuntos Exteriores:
En la misteriosa, secreta relación del gobierno Rajoy con el gobierno Mas destaca el papel de Margallo, que merece un monográfico de Cuarto Milenio. Aunque creo que ni el mismísimo Iker Jiménez podrá arrojar luz sobre fenómeno tan extraño como el protagonismo otorgado a un ministro de Exteriores, precisamente, en la interlocución con los separatas.
Añade:
Acaricia el lomo Margallo, día sí día también, a una formación desleal con la Constitución que se jacta de desacatar sentencias firmes y que, por encima de todo, aspira a sentar a un propio al lado de don José Manuel en los Consejos de Ministros de la UE, como un igual.
Casi como en un lamento, escribe:
En este suelo extranjero que yo creía patrio, sobre las mejores moquetas de Barcelona, aprovecha Margallo para reincidir en un conocido error: tomar una larga y ambiciosa campaña secesionista de gran calado por una demanda financiera coyuntural. Creyendo acaso que va a calmar a algún desaforado, es él quien se sale de sus fueros para propugnar la asimetría. En este caso, trátase de asimetrías en los objetivos de déficit de las comunidades.
Concluye:
Una historia de concesiones a los desleales, a los que amenazan, a los reacios al imperio de la Ley, a los defensores de privilegios, a los amigos de las normas a medida, a los detractores de la igualdad de todos los españoles ante la ley. Con este PP no está todo dicho, pero de momento su jefa en Cataluña pía singularidades y el jefe de la diplomacia desafina. A ver si canta el gallo.
También en el diario madrileño de Vocento, Hermann Tertsch escribe sobre los escraches. La columna se titula Acoso rojipardo. Se sorprende el articulista por el hecho de que quien denuncie esas acciones de acoso no sea el PP:
Lo increíble es que, al final, tenga que ser ese colectivo de Manos Limpias el que dé un paso que debieron dar hace mucho tiempo ya el propio PP o de oficio el fiscal General del Estado. Habría sucedido en cualquier país de nuestro entorno de haber hecho alguien en televisión un llamamiento a perseguir y acosar a los políticos electos para doblegar su voluntad y forzarles a cambiar de sentido su voto parlamentario.
Analiza la polémica sobre cómo calificar a los escraches. Él propone «acoso rojipardo»:
Creo que los comandos de la señora Colau practican el terrorismo de baja intensidad. Pero también que, siendo comunistas, han adoptado unos mecanismos de presión que son calcados a los utilizados por el nacionalsocialismo en su primera fase, cuando aun estaba lejos del poder. La alianza rojiparda puede llamarse esta simbiosis totalitaria.
Hace Terstch un matiz fundamental que le distingue claramente de la calificación de ‘nazismo’ que hacen algunos. Él recuerda restringe la comparación con la época en la que los nazis no tenían el poder. Ese detalle es fundamental.
Concluye:
Si la violencia grave sigue a la violencia selectiva y taimada de Colau y compañía, el futuro juzgará con dureza a unas televisiones, sin las cuales el zafio y obtuso mensaje de la venganza, el resentimiento y los aromas de la justicia popular no habrían cristalizado necesariamente en tragedia. La voracidad del sensacionalismo mediático, la impotencia de una izquierda arrastrada por sus peores instintos y la irresponsable pasividad del Gobierno son esa mezcla explosiva que sólo espera la chispa de un trágico incidente.
José Javier Esparza, director del único periódico de España que no dedica una sola línea al atentado en Boston, firma en La Gaceta El perdón y el olvido, dedicado a Cándido Ménez. Señala que en su discurso al ser reelegido como líder de la UGT recordó la II República y el franquismo y dijo que «ni olvido ni perdón». Tras reconocer que desconoce si la familia de Méndez (nacido en 195) sufrió mucho en la guerra o si alguno de sus abuelos murió en aquel conflicto, añade:
Lo que sí sé es que a finales de los años 70 [Méndez] ya estaba viviendo del erario público como sindicalista. En 1982 -¡hace tres decenios!- se sentó en el Congreso como diputado del PSOE. Volvió a la UGT y subió a los cielos, o sea, a la secretaría general, en 1994, y desde entonces hasta hoy. Es decir que usted y yo llevamos más de treinta años pagándole el sueldo a este señor. Pero él, ni olvida ni perdona. Rostro granítico.
En El Mundo, John Müller publica una muy interesante columna sobre Economía titulada Reformas 2.0. Apunta al principio:
Para desentrañar lo que el Gobierno piensa aprobar el próximo 26 de abril en el Programa de Estabilidad 2013-2016 y en el Programa Nacional de Reformas (PNR) hay que releer el discurso de Mariano Rajoy del Debate del Estado de la Nación el 20 de febrero. Ahí está lo que el presidente bautizó como «una segunda generación de reformas… útiles para volver a crecer y crear empleo».
Apunta varias de las medidas posibles, para concluir:
El riesgo es que las medidas de la próxima semana sean tibias por culpa de la falta de recursos, y del tira y afloja con Hacienda. La situación del paro es tan extrema que el Gobierno debería armarse de radicalismo y aprobar medidas realmente audaces. Por ejemplo, la creación de una empresa online por 40 euros en 24 horas está muy bien, pero lo que realmente importa es que nada más crear la compañía ya adeudas una cantidad alucinante de impuestos y cotizaciones. Por eso, un crédito fiscal de cinco años para todo emprendedor, o algo parecido, sí sería una medida realmente eficaz.
Manuel Jabois, más frívolo, escribe sobre dos mujeres socialistas que no renuncian al estrellato que obtuvieron por unos días. Olvido Hormigos y Beatriz Talegón. Lo hace en Grandes esperanzas. Tras comentar el paso de la primera de ellas por Interviú, dice:
El photoshop es una herramienta estalinista que empezó usándose con Trotski y terminó cebándose con el colesterol; toda la informática que le sobra a Hormigos en el cuerpo parece necesitarla en las ideas su alter ego de la marca seria del PSOE, Beatriz Talegón, obsesionada con fabricarse una imagen a la altura de su irrupción. Protagonista de un vídeo que la exhibió arrojada y juvenil dando patadas a las latas, Talegón defiende los escraches si no hay insultos ni se invade la privacidad de la gente: si no lo son. Talegón merece ir a uno con su pancarta de change the world y que los líderes de la PAH aparezcan en coches de lujo para colapsarla emocionalmente.
Concluye:
La velocidad con la que se han ido desinflando las dos socialistas que más apoyo popular han conseguido en el último año es desconcertante: una ha terminado desnudándose y la otra vistiéndose. Todos los esfuerzos se concentran ahora en distinguir una cosa de la otra.