J. A. Gundín recuerda que Almodóvar dijo que el 14-M los españoles habían vuelto a la democracia
Antes de empezar este repaso de columnas, debe saber, amigo lector, que está usted leyendo párrafos de gran interés y enjundia, y no porque lo diga yo, sino porque en ElPlural, el periódico que como dice un bloguero de Periodista Digital, miente desde la cabecera, fusiló discretamente el elaborado este 11 de marzo de 2004. Aquí tiene el original fusilado y aquí tiene el pelotón de ejecución. Ay, Enric Sopena, qué bajo has caido desde que tu señorito Zapatero dejó La Moncloa.
A lo nuestro. Seguimos con el 11-M. Gran parte de los columnistas y casi todos los editorialistas de los periódicos que lee la derecha han pedido estos días reconciliación y unidad, y hasta han atcado a los conspiranoicos, tal como exigía Iñaki Gabilondo, el de los suicidas encontrados entre los muertos del 11-M. ¿Y cuál ha sido la reacción de la izquierda? Responder con palos.
Antonio Gala ha sido el más brusco. Para él los culpables de los 192 muertos se resumen en uno: José María Aznar. ¿Sería capaz de decir que la culpa de los judíos muertos por los nazis la tienen los judíos? El título de su billete: ‘Postdata: la verdad’… la verdad por Gala.
hoy es necesario recordar una fotografía de Aznar con los pies en una mesa, a la cual estaba el imbécil presidente Bush (Jr) sentado. (…) Aznar aparecía en la foto como un niño lleno de realos por su primera comunión. Y eso que no le habían dado la hostia [nótese el detalle de educación]. Se la dieron. Nos la dieron: se vengó la yihad. Y luego, por eso, ante la ruina a que llevó su partido, surgió el improvisado Zapatero. Era necesario aclararlo. Ayer sólo di el pésame. Sin nombrar al primer culpable, que ese día salió de la política activa
Gala no se ha leído ni el libro de Reinares, tan citado estos días, que sostiene que el atentado se planeó en 2001. Si tal es su diferencia con la línea editorial del periódico y con los columnistas más destacados, no sé qué sigue haciendo en El Mundo, salvo cobrar a fin de mes.
Rouco, nuevo conspiranoico para los progres
El País no publica columnas en la sección de Nacional. Una ventaja de los apuros de la prensa de papel es que reduce planillo y nos ahorramos columnistas. Pero el periódico dirigido por Antonio Caño no renuncia a dar su opinión, y lo hace colándola en las informaciones. Así, Natalia Junquera escribe:
Pero la teoría de la conspiración estuvo presente. No la introdujeron las víctimas, ni los políticos. Vino desde el púlpito.
«Murieron porque hubo personas que, con una premeditación escalofriante, estaban dispuestas a matar a inocentes a fin de conseguir oscuros objetivos de poder. Porque hay individuos y grupos, sin escrúpulo alguno, que desprecian el valor de la vida humana y su carácter inviolable, subordinándolo a la obtención de sus intereses económicos, sociales y políticos».
La teoría de José María Aznar de por qué murieron las 191 víctimas del 11-M se parece mucho a la de Rouco Varela. El expresidente del Gobierno mantiene que el fin de los atentados era arrebatarle el poder al PP.
Ni un día sin policía del pensamiento.
Enric Juliana (La Vanguardia), que se la tiene jurada al cardenal Rouco no por facha, sino por españolista, se sube al carro de Junquera.
Hay un cierto pacto de serenidad, pero en los funerales de Estado en la Almudena, el cardenal Rouco Varela rompe la pauta y afirma que los terroristas buscaban «oscuros objetivos de poder». El cardenal más político de la historia reciente de España mide siempre sus palabras con la precisión de un Richelieu. (…) Ayer quiso afirmarse, por encima de todos y de todo. Voluntad de poder, decía Nietzsche.
Para Junquera y para Juliana los terroristas no matan para conseguir objetivos políticos, cuando ésa es la base del terrorrismo. Y quien se pregunte cuáles son esos objetivos es un conspiranoico. De esta manera tratan los periodistas a sus lectores, que cada vez son menos.
David Trueba (El País) se mete con el Gobierno de entonces y con El Mundo, porque dañaron a las víctimas, pero no se pregunta si los asedios a las sedes del PP y las mentiras de la SER dañaron a todos los españoles.
En el fondo, los atentados y la información gubernamental de los tres días siguientes forman una argamasa difícil de digerir, incómoda para muchos, casi desquiciante.
Resulta asombroso escuchar a algunos de los responsables de avivar durante años las teorías conspiratorias y la rabia política por delante de cualquier consideración, caminar hacia la aceptación judicial.
Pero por mucho que los periódicos y los columnistas que más apoyan el Régimen se empeñen en ello, no ha habido reconciliación.
Las consignas de cada bando
En contestación directa a Junquera y Juliana, Santiago González (El Mundo), que admite que él pensó que la autora del atentado era ETA, se pregunta dónde celebrar el acto de homenaje:
Magro consuelo es que, 10 años después, se haya hecho la paz entre las víctimas. El buen pueblo español se dividió entonces, y va para largo, en dos bandos que encarnan las dos Españas de siempre. Ayer ya apuntaron las protestas multiculturales porque el acto unitario se celebrara en La Almudena. Quizá preferían que se hubiera hecho en la mezquita de la M-30. Después de todo, en aquellos tres días hubo un respeto exquisito para los colectivos musulmanes. Sólo se llamó «asesinos» al presidente del Gobierno y a su mujer en el colegio donde fueron a votar la mañana del 14.
Raúl del Pozo (El Mundo) recuerda las consignas de cada bando:
Recordemos las consignas de unos y otros: «No se sabe si va a ser presidente del Gobierno Zapatero o Bin Laden». «Pavía entró a caballo en el Congreso. Tejero, con una pistola. Zapatero, en un tren de Cercanías». «Queremos un Gobierno que no mienta. Pásalo». «Le llaman jornada de reflexión y Urdaci trabajando». «Al Qaeda los mata. Urdaci los remata». «Aznar asesino». «No más sangre por petróleo».
Habrá que psicoanalizar esos textos para averiguar por qué dos partidos que combatieron en la misma guerra, que tienen una idea parecida sobre el terrorismo, que son capaces de cambiar la Constitución una noche por orden de una señora alemana, contagiaron su odio a la parte más estúpida de la sociedad.
Ahora, el charco de sangre sigue por más que lo intenten limpiar.
Ignacio Camacho (ABC) reclama el derecho a seguir dudando, a la vez lamenta que no haya autocrítica ni arrepentimiento.
Esa herida que es el verdadero fracaso social de aquel maldito día de lágrimas -«lacrimosa dies illa»- no va a curar con unas tiritas de hipocresía reconciliatoria. El funeral conjunto de ayer es un tardío paso adelante en la ritualización de la concordia, pero el clima polémico que continúa envolviendo la efeméride de la tragedia demuestra que la sociedad no ha dejado cicatrizar su encono. Falta autenticidad en esta escenificación oficial que no es más que un puñado de arena sobre la zanja de divisionismo abierta desde la misma mañana del crimen. No hay autocrítica ni arrepentimiento, y en esa atmósfera enfrentada de sospecha y reproches los muertos son apenas el fúnebre pretexto de una impía ceremonia de resentimiento retroactivo.
Y sí, tenemos derecho a dudar, a reclamar explicaciones, a buscar un relato comprensible y veraz de los hechos, pero sigue estando pendiente el reconocimiento sincero y primordial de que nadie perdió más que quienes lo perdieron todo.
La alegría de Almodóvar tras la derrota del PP
Jiménez Losantos (El Mundo) califica a El País de «órgano de la conspiración» contra la verdad, y reparte unos cuantos estacazos a Juan Baños, José Antonio Zarzalejos e Irene Lozano.
El espectáculo de consenso, generosidad y amor al prójimo ofrecido ayer por todas las fuerzas políticas y sindicales (…) sería conmovedor su no fuera por un pequeño detalle: aunque se repita mil veces, una mentira no se convierte en verdad.
todos los que ayer hicieron declaraciones sobre el 11-M están de acuerdo en que lo saben absolutamente todo. Saben tanto que ayer hizo Libertad Digital el recuento de todos los autores intelectuales del 11-M según el diario El País, órgano de la conspiración contra lo que llaman teoría de la conspiración, y llevan nueve en diez años.
J. A. Gundín (La Razón) recuerda las palabras miserables que pronunció Pedro Almodóvar poco después del 11-M:
En los días siguientes al 11-M se dijeron muchas estupideces y se lanzaron furibundas acusaciones, pero ninguna fue tan terrible, tal vez, como la frase de Pedro Almodóvar: «Lástima que tuviéramos que pagar un precio tan alto, pero esta semana ha culminado con una noticia liberadora… El domingo hemos vuelto a la democracia».
España, otra vez, abierta en canal. Diez años después, me pregunto si el cineasta español más internacional mantiene las mismas opiniones. Mejor dicho, si la izquierda sostiene, como entonces, que un Gobierno del PP es moralmente ilegítimo y que la democracia es incompatible con la derecha. En suma, si una década después sigue vigente la licitud de utilizar el hundimiento accidental de un petrolero o el horror de una masacre para sacar tajada política.
Fumar te impide abortar
Salvador Sostres cada vez se parece a esos autores españoles del Siglo de Oro que escribían manuales de gobierno para príncipes. En su columna revela su admiración por Rajoy, al que atribuye maneras e inteligencia de ministro del siglo XVII o de rey absoluto. El gallego resiste a todo el mundo, incluso a los progres y a los suyos. Quién pensaría que dijo la memez que soltó antes de entrar en el funeral de Mandela.
No sé por qué la gente dice que Rajoy no tiene carisma. Es el líder más carismático del Occidente civilizado. El silencio es el sonido del poder y no hay manera más absoluta de mandar que decidir tus propios tiempos. Rajoy tiene las maneras de los grandes monarcas de otros tiempos, y un sentido estilizado y muy sutil de lo que es el miedo, que es en lo único en lo que de verdad se basa el poder. La distancia y el silencio son los atributos del mando.
Rajoy tiene el carisma del poder auténtico. No pretende que le aclame el «gay trinar» de la masa, siempre pueril e inconsistente. Lo que quiere es mandar, tomar él todas las decisiones y que sus colaboradores las asuman y las defiendan como si les fuera la vida en ello. Porque les va la vida, efectivamente, y lo saben, saben que su líder les observa en distancia y en silencio, y que los próximos en caer podrían ser ellos.
A Rajoy le basta con callar para sembrar el pánico y el desconcierto. (…) El poder no habla, manda. Tener que dar explicaciones es de chachas. Darlas por vicio, de portera.
La prensa española tiene cada vez más claro que, mientras gobierne Rajoy, no es ella quien manda. Elena Valenciano está quedando un poco ridícula, allí sola, soltando obviedades y sin saber con quién tiene que pelearse. ¿Hay algo más vacío, y más deprimente, que un socialista sin alguien de la derecha a quien insultar?
Columna ingeniosa y divertida. Cuando la he terminado de leer me he representado a Rajoy con una capa de cardenal, como Cisneros. Pero ha sido sólamente un par de segundos. Luego he recordado lo que dijo cuando fue al funeral de Mandela.
Ignacio Ruiz Quintano (ABC) me hace reír con la nueva advertencia sanitaria en los paquetes de tabaco: el hombre se puede quedar impotente.
«Fumar puede dañar el esperma y reducir la fertilidad.» ¿La industria del tabaco en competencia directa con la industria del condón?
Yo creo que las Autoridades Sanitarias (…) protegen la calidad del esperma porque sin fertilidad no hay concepción, y sin concepción no hay aborot (…) y sin aborto no no hay derecho a decidir («nosotras parimos, nostras decidimos»), y sin derecho a decidir no hay libertad, y sin libertad no hay democracia, y sin democracia las Autoridades Sanitarias no podrían prohibir el tabaco, que con su daño al epserma reduce la fertilidad y pone en riesgo este círculo vicioso en torno al cual gira hoy toda la cultura pop en España
Pablo Sebastián: Detentar no es desempeñar
Creo que a Pablo Sebastián le va a dar una taquicardia o algo parecido, porque sale a berrinche diario. Contra Esperanza Aguirre (y a favor de Ana Botella), contra Aznar, contra Artur Mas, contra Rajoy… Hoy le zumba al cardenal Rouco Varela en Republica.com, porque no es de izquierdas y porque habla del aborto, a diferencia del Papa Francisco. Es tal su ira que hasta se olvida del diccionario.
Por ejemplo, el giro progresista existiría si se confirma el triunfo del arzobispo Ricardo Blázquez quien, de esa manera, regresaría a un cargo que ya detentó años atrás.
Vamos a ver, Pablo, el verbo detentar significa para el Diccionario «Retener y ejercer ilegítimamente algún poder o cargo público». Y el arzobispo Blázquez ocupó el cargo de presidente de la CEE legalmente elegido por sus compañeros. Me parece que has confundido desempeñar con detentar.
Alfonso Ussía (La Razón) escribe la columna más boba del día, en dura competencia con la llorona Leila Guerreiro (El País). Don Alfonso se pone pensador y pergeña este texto:
A medida que la vida avanza, las preguntas empiezan a aburrir y las respuestas se hacen tópico, simpleza y elementalidad. -¿Por qué se considera usted de derechas?-; -porque no me gustan las mujeres teñidas de naranja-; -¿tampoco le gustan las mujeres teñidas de azul, como Lucía Bosé?-; -menos aún-; -pues lamento decirle que usted es un fascista-; -muchísimas gracias-. Me siento muy orgulloso de este texto. No se me ocurría absolutamente nada y creo, a mi modesto entender, que he salido airoso del trance. Hay días de nubes y desidia, y hoy es uno de ellos. No obstante, nada he escrito por escribirlo sin que forme parte de mi verdad, que no tiene porqué ser la verdad, que allá cada cual con la suya.
Ussía jugando a imitar a Jaime Campmany, que al menos hoy es como si un cojo se empeñase en ser jugador de baloncesto.