Portero adverite de que Estonia puede ser el próximo objetivo de Putin
17 de abril y Jueves Santo. Entramos en los días festivos de la Semana Santa y muchos de los columnistas habituales han abandonado a sus lectores; otros, permanecen, y, sinceramente, casi sería mejor que se hubieran ido.
Empiezo por la columna ridícula del día, que es la de Alfonso Ussía. Éste es de familia aristocrática y tiene la suerte de haber cenado con dos reyes, Juan Carlos I y el conde de Barcelona, al que los cortesanos más rancios llamaban Juan III. Los que no tenemos ambas marcas en nuestra personalidad no comprendemos el sentido del humor que gastan en la corte y por eso se nos escapan las gracias de las columnas de Ussía.
En la de hoy en La Razón, Ussía se erige en árbitro de la moda y reprende al Rey por la corbata que ha llevado en su viaje comercial. La ocasión le sirve para alardear de su amistad con Antonio Mingote.
Me refiero a su corbata de lunares, entre morada y berenjena con lunares blancos que se anudó a su cuello en Abu Dabi. Siempre he sido clásico con las corbatas. Escocesas, lisas o con lunares. Tengo una del Rey que me regaló una noche en casa de Don Juan. Se trata de una corbata azul con lunares blancos, que es la más habitual. No obstante, de ese azul no la tenía, y el Rey me la dejó en un sobre con una tarjeta simpatiquísima cuyo contenido guardo para mí. Y tengo otra corbata de lunares enmarcada junto a la del Rey de inconmensurable valor. Antonio Mingote adquirió en comercio del ramo una corbata azul oscura y me la dibujó.
Vuelvo a la corbata morada-berenjena (…). Lo siento. No la tengo. (…) formulo la petición. Al Rey le piden muchos tostones, pero creo que es la primera vez que un español le solicita una corbata morada-berenjena con lunares blancos. Prometo absoluta discreción. Me la pondré un día y posteriormente la enmarcaré para que reste para siempre (…). En un lugar inaccesible.
¡Tanta verborrea y tanto pisto para decir que no le gusta la corbata de marras!
Mucho más entretenida es la columna de Salvador Sostres (El Mundo), que no contiene halagos de cortesano doblado, sino que se encara con los socialistas y les pide el voto para el PP para que al menos puedan seguir chupando del bote. Su columna, ‘Ven, tontorrón’, está llena de interpelaciones directas a estos individuos a los que considera inferiores, tontos, vagos o sinvergüenzas.
Créeme, no hace falta que te guste Rajoy para votarle. Basta con que prefieras no morirte de asco.
Sé todo lo socialista que quieras, pero cuando votes protégete, ni que sea para demostrar que no eres tan, tan, tan poco inteligente.
Los más pobres, los más limitados, los más incapaces y los que más desfavorecidos se sientan por el azar genético, es fundamental que a la hora de votar se inclinen por alguien que no tenga por vocación no destruir la economía
Ven tontorrón, ven aquí a mis brazos: y ya que no eres trabajador, por lo menos sé práctico. Y vota para que a final de mes nos llegue para subsidiarte.
¿Se atreverá el PP a usar estos eslóganes en la campaña electoral?
El enfado de Rahola con todo el universo
Otro columnista que nos cuenta lo listo que es y la gente tan ilustrada y elegante con la que se codea es Ramón Pérez-Maura (ABC).
Fue en Oxford el pasado otoño. Un grupo de británicos y españoles discutíamos sobre la deriva nacionalista de Escocia y Cataluña.
Huelga decir que entre personalidades tan instruidas era difícil encontrar réplica al argumento de que la expulsión de la UE sería un freno eficaz ante los independentistas. Hasta que un exministro de Defensa británico, con raíces españolas y escocesas, nos hizo despertar. Su argumento era sencillo. El plan de actuación del independentismo es negar la evidencia. Y cuando finalmente esto sea ya inútil, lo que hay que hacer es decir: «¡Y qué más da! Ya enfrentaremos el problema cuando surja».
Pues eso es exactamente lo que ha ocurrido en las últimas horas entre la Generalidad y la Comisión Europea.
La ‘doctora’ Rahola es de estos catalanes que, según Pérez-Maura, se niega a ver la evidencia.
en el caso catalán o escocés, el peso económico de ambas naciones (sic) es de tal envergadura que cualquier opción que pasara por excluirlas significaría un daño irreparable a a los intereses económicos de la Unión. Es impensable.
También era impensable que las naciones de Europa se desagrasen durante cuatro años en la Gran Guerra o que cayese el Muro socialista en el siglo XX o que se deshiciese la URSS…
Pero la opinión mayoritaria en la prensa es la contraria a la que pretende doña Pilar. Pablo Sebastián (Republica.com) habla así de los dirigentes de la Generalitat.
desde Cataluña continua el lanzamiento de mentiras de la Generalitat sobre el proceso secesionista y no se les cae la cara de vergüenza cuando aseguran sin decir verdad que en caso de conseguirse la independencia Cataluña seguirá en la UE, lo que han desmentido las instituciones de la Unión Europea y más recientemente otra vez sus portavoces oficiales, sin que el gobierno catalán se haya molestado en reconocer su error, porque lo que les interesa a ellos en mantener la simulación y la falsedad que tarde o temprano les estallará en la cara a todos ellos.
Y Fernando Ónega (La Vanguardia), más discreto que Sebastián, llama al informe de del Consejo Asesor una lotería.
este cronista se limita a hacer una advertencia: señores, el cómo y el cuándo de formar parte de la UE es una una cuestión fundamental; es, probablemente, la cuestión. La independencia se pudo construir sobre sentimientos en siglos pasados. Hoy se construye en busca de beneficios mayores que sólo Europa puede garantizar a los europeos. Plantearla como un juego de loterías es muy emocionante, sin duda. Pero es una enorme temeridad.
Patxo Unzueta plantea en El País una cuestión de democracia y respeto a las minorías: ¿sería posible en una Cataluña recién independizada que un partido opuesto a la independencia gobernase?
si hubiera un referéndum y ganase la independencia, sería definitivo o difícilmente reversible. Si en Quebec hubiera ganado el sí en 1995, dudosamente habría podido aflorar ahora esa nueva mayoría antisecesión.
Lo cual plantea un problema de democracia porque, en la práctica, la única alternancia posible tras la separación sería entre fuerzas independentistas. ¿O es que alguien piensa que en, por ejemplo, una Cataluña separada de España, y en plena construcción nacional desde el poder, podría llegar a gobernar un partido o coalición que cuestionase la independencia? ¿No lo impedirían quienes lo considerarían asunto cerrado?
Los diosecillos de todo a cien
Sobre la Semana Santa, después de la excelente columna de Antonio Burgos que elogié ayer, hoy Ignacio Camacho (ABC) aporta la visión cultural y hasta sensorial, esa visión que permite participar en las procesiones a quienes han firmado por la expropiación de la catedral de Córdoba.
Por su naturaleza abierta, participativa y transversal, la Semana Santa constituye una verdadera fiesta nacional incluyente, masiva y democrática, que a partir de su índole religiosa permite la incorporación de todos los sectores sociales a una liturgia en la que cada individuo puede encontrar su papel, desde el protagonismo proactivo (sic) de penitentes o costaleros hasta la distancia contemplativa de los espectadores o los turistas.
Donde no llegan las creencias alcanzan la sensibilidad, el sentido de pertenencia, el impacto sensorial o el patetismo arrebatador de la belleza plástica. Y también la hondura compasiva de una conmemoración del sufrimiento, del sacrificio y del perdón: conceptos universales que constituyen la clave moral de cualquier conciencia humanitaria.
Me gusta más la conclusión de la columna de Irene Villa (La Razón).
Cada uno de los ocho días de las celebraciones de la Semana Santa tiene su historia y su simbolismo. Hoy rememoramos la agonía y oración de Jesús en el Huerto de los Olivos, la traición de Judas y el prendimiento de Jesús. La Virgen María no durmió aquella noche. Y aún le quedaba ver sufrir a su hijo hasta la muerte. Un dolor mucho mayor del que nos puedan hacer a nosotros mismos. Pero afortunadamente siempre vence el amor, la fuerza y la esperanza.
Y también la columna de José García Domínguez (Libertaddigital.com), en la que niega que estemos viviendo una época de irreligiosidad.
Sin duda, lo peor de la muerte de Dios resultan ser los toscos sucedáneos que han venido a usurpar el espacio del misterio que ocupara la vieja religión. ¿Qué son, si no, las oenegés y toda la ingente industria de la solidaridad y el humanitarismo lacrimógeno que las rodea más que pobres, rudimentarias imitaciones en cartón piedra de la liturgia y el ancestral misterio cristiano?
Acaso la mayor mentira de este tiempo de mentiras que nos ha tocado vivir sea la presunción de que la nuestra es una era descreída. Nada más ajeno a la verdad. Éste es un tiempo de dioses de todo a cien. Y sin embargo, con sus pecados, que son muchos, la Iglesia de Cristo ha generado infinitamente menos fanáticos, idólatras y alumbrados que ese surtido carrusel de religiones laicas, el que lleva dos siglos pugnando por ocupar su lugar. Repárese al respecto en la retahíla de temerarios necios que hoy mismo pretenden impartir magisterio sobre la doctrina social del catolicismo al propio papa Francisco. Y al fondo Él, siempre silente, siempre posible.
El dolor de los niños
Dos columnistas se ocupan de causas sociales. La pobreza sigue por mucho que brille el sol.
Isabel San Sebastián (ABC) recuerda a los niños sumidos en la pobreza.
España está hoy repleta de Dolorosas que miran a sus hijos con ojos angustiados al saberles condenados a perder poco a poco la alegría y la esperanza. Esos chiquillos crecerán junto a los nuestros, tal vez hasta compartan aulas en alguna etapa de su educación, pero les separará de ellos un abismo en términos de igualdad de oportunidades, que es la única igualdad irrenunciable; la que el poder democrático debe a toda costa garantizar.
Personitas indefensas, inocentes, carentes de recursos para comprender o de armas con las que luchar. Por eso es responsabilidad nuestra, de los adultos y muy especialmente de quienes tienen en sus manos el Presupuesto del Estado, tomar medidas inmediatas para salvar a estos niños de la sentencia de exclusión que pesa hoy sobre sus cabezas.
Y Jorge Martínez Reverte (El País) se ocupa de la creciente mortandad laboral en el sector servicios.
Cada vez es menos frecuente, por fortuna, la imagen del cuerpo de un obrero de la construcción tirado en el suelo y con los sesos desparramados por la calzada.
Ahora tenemos una nueva imagen que se corresponde mejor con la situación del mundo laboral español: los muertos y los heridos graves son del sector servicios. (…) Es más fácil ya ver a un conductor de entregas domiciliarias despanzurrado en una acera, o a un camarero caído en el suelo por un infarto o un derrame cerebral, que al clásico operario colgando abrasado de un cable de alta tensión.
No es tan difícil encontrar las causas. La precariedad laboral es la fundamental. Los que trabajan en este sector tienen menos protección sindical desde siempre. Se firman, cuando se firman, contratos abusivos. Los horarios se prolongan. La ansiedad y la angustia forman parte del paisaje psicológico diario de quienes trabajan en este sector.
Los peronistas que cobijaron nazis, ahora antifranquistas
El profesor Florentino Portero señala en la Tercera de ABC que Rusia ya puede haber escogido su próxima víctima, que sería la república báltica de Estonia.
Europa despierta a disgusto, reconociendo que la inacción en Georgia dio alas a Putin y que el riesgo de que continúe en los estados bálticos es real. Son la pieza más septentrional del eje Báltico-Negro, con importantes poblaciones rusófilas en su interior. Entonces nada será igual, porque los tres forman parte de la Unión Europea y la Alianza Atlántica.
Rusia está poniendo a prueba la propia existencia tanto de la Alianza Atlántica como de la Unión Europea. La recomposición de un consenso estratégico en el seno de ambas organizaciones es, en términos orteguianos, el «tema de nuestro tiempo», el reto por excelencia que va a determinar nuestro futuro inmediato. Fijar una política común que disuada a Rusia de seguir adelante y que nos dote de un proyecto común, económico y de seguridad es condición sin la cual el actual entramado institucional se vendrá abajo, y ese es un lujo que no podemos permitirnos.
Otro asunto de política internacional con repercusión en España es la obsesión argentina de enjuiciar al franquismo, a la que responde Martín Prieto (La Razón).
Una corte federal sigue en su empeño de juzgar los crímenes del franquismo, al que homologa con el Holocausto. Podría tomarse a broma entre los peronistas que escondieron a Eichman y a Mengele y a toda una patulea de oficiales de las SS que en La Cumbrecita siguen festejando el cumpleaños de Adolf Hitler. Cuando tienen a sus propios asesinos en libertad (el presidente Alfonsín me reconocía sensatamente que no podía procesar a todas las fuerzas armadas del país) no aceptan nuestra potestad para dictar la amnistía de 1977, y reclaman la surrealista comparecencia de Utrera Molina (suegro de Ruiz Gallardón) y Rodolfo Martín Villa, para atrabiliarias indagaciones de ultratumba. La hispanofobia que ya nos aflige ha cruzado el Atlántico.