Ignacio Torreblanca lo cuenta con genial maestría en sus tribunas de El Mundo. Este 27 de abril de 2019 siembra el pánico en el PSOE de Pedro Sánchez con una reflexión sobre Vox y por qué el partido de Santiago Abascal ha generado unas expectativas tan elevadas que pueden condicionar, y mucho, el resultado que salga el 28 de abril de 2019 de las urnas –Colosal baño de Nacho Torreblanca a Iglesias desmontando su artículo antimonárquico en El País-.
Arranca así Torreblanca:
Al igual que en 2015 nos preguntábamos si podría Podemos, la pregunta principal en la elección de mañana es si podrá Vox. Somos muchos los que sospechamos que sí pero reconocemos que no lo sabemos con seguridad. Primero, porque aunque sabemos que hay un elefante en la habitación, su tamaño real es muy incierto. Segundo, porque ese elefante tiene que pasar por el embudo electoral de circunscripciones muy pequeñas donde muy pocos votos deciden el último escaño.
Aclara el articulista que:
Más allá de esas dos razones, el error más común con Vox, al igual que pasó con Podemos en su momento, es adoptar un punto de vista estático: si uno se fija solo en el punto de partida ideológico, corre el riesgo de subestimar su potencial. Eso le ocurre a un gran número de analistas y medios de comunicación: al hacer una lectura programática de Vox como partido de extrema derecha nacionalista y autoritario se cierran las posibilidades de entender el enorme recorrido electoral que tiene Vox entre votantes que no son de extrema derecha nacionalista y autoritaria. ¿Resultado? El día después de las elecciones, en lugar de entender cómo y por qué un partido de extrema derecha ha logrado saltar por encima de sus orígenes ideológicos y llegar a votantes alejados de esos posicionamientos, acudirán al recurso fácil de diagnosticar que los votantes se han ido a la derecha. Es lo que hemos visto con las victorias de Trump, Bolsonaro, Salvini y otros tantos.
Comenta el famoso vídeo de los pijoprogres de Contexto –Un obrero de derechas propina una picante colección de zascas al reportero ultraizquierdista de CTXT: «Votaré a VOX»-:
La ya célebre perplejidad del periodista de Ctxt ante el currante que anuncia su voto y el de su mujer a Vox es un buen ejemplo de la conveniencia de desprenderse de los prejuicios ideológicos (y, sobre todo, de la superioridad moral típica de ese tipo de izquierda), para entender algo muy sencillo: que igual que en 2015-2016 Podemos logró dejar atrás sus tóxicas conexiones bolivarianas y representar el estado de ánimo de cinco millones de votantes indignados con la crisis y la corrupción, Vox es en este momento el partido que ofrece hacerse cargo del estado de ánimo de todos aquellos hartos a la vez del nacionalismo catalán y de la superioridad moral de la izquierda y sus causas.
Y remacha con lo que puede ser la auténtica pesadilla para los socialistas –Nacho Torreblanca hiela la sangre de Pedro Sánchez con la radiografía más cruda de su mandato-:
¿Cuántos millones están hartos de las dos cosas? El domingo lo comprobaremos. Pero es evidente, uno, que son muchos y, dos, que el PSOE no defiende hoy la identidad nacional con el mismo énfasis que defiende el feminismo, la lucha contra el cambio climático y la pobreza infantil o la memoria histórica. En política, no existe el vacío, y los espacios vacíos se llenan. ¿Qué estado de ánimo ganará el domingo?
Juan Velarde es redactor de Periodista Digital @juanvelarde72