Amnesia mutua de entrevistador y entrevistado sobre las dimisiones en los últimos siete año
Las entrevistas de cámara en televisión a presidentes del Gobierno de las que tanto se criticó en su día a Carlos Dávila , Alfredo Urdaci, Iñaki Gabilondo o Victoria Prego fueron vapuleadas en su día por quienes acusaban a los entrevistadores de no ser agresivos y permitir que los presidentes se «explayaran» en profundidad.
Podía haber algo de razón en las críticas, pero al menos había algo de periodismo, en el sentido en que te enterabas de lo que pensaba el presidente del Gobierno, aunque fuera desde su sesgado punto de vista.
Luego, casi a la vez, Mónica Terribas y Ana Pastor trajeron ese estilo de preguntas interpelación en los que el presidente apenas daba información porque era más un debate cuerpo-a cuerpo de una entrevistadora tratando de poner en evidencia al gobernante. Periodismo poco, pero espectáculo mucho. Y la audiencia lo agradecía.
En esta temporada Ana Pastor, como ya le pasó con Quim Torra aparentemente da poco espectáculo y tampoco aporta mucha información. Soltó más cosas interesantes en aquella entrevista a tres en La 1, que con Pastor, cuyas interrupciones constantes frenaron alguno de los que podía haber sido el momento más interesante como cuando Pedro Sánchez trató de hacer un llamamiento autocrítico a los independentistas.
Llegó a hablar del 6 de septiembre y seguramente iba a decir algo sobre el 1 de octubre, pero Pastor le cortó, como en la mitad de las veces, para preguntar cosas secundarias con las que no le iba a poner en evidencia, y tampoco nos dejaba enterarnos de sus razonamientos completos.
Eso sí nos enteramos que Sánchez para opinar sobre determinados temas se fija en lo que dicen los tertulianos de los medios progresistas (citó expresamente a El País, la SER y, por encima de todos, La Sexta). Viene bien. También citó expresamente que seguía al tertuliano Santos Juliá, aunque sólo en lo referido al tema de ‘memoria histórica’ división dinamitera.
Algún anti-nacionalista que escuchara a Sänchez igual preferiría que, puestos a Seguir a Julián, le siguiera su punto de vista cuando escribía aquello de ‘Nacionalista y demócrata no puede ser’.
En algún momento Pedro Sánchez utilizó ese tono de profesor haciendo pedagogía (él lo llamaba ‘reflexiones’) – intentando con inteligencia mostrarse realista sobre su debilidad parlamentaria – usando ese estilo ‘profesoral’ del que hacía gala Felipe González con Prego.
Pero si Prego actuaba en aquellas como ‘alumna aventajada’ a la que pedir prestados los apuntes, Pastor parecía más el alumno petardo que interrumpe en un momento importante de una explicación para decir que es la hora del recreo (o de la publicidad).
Pastor estuvo floja en lo de las réplicas, no solo sobre memoria histórica, hubiera sido impensable en La Sexta que cuando soltó que su labor era honrar a ‘las víctimas del fascismo’ hubiera preguntado si considera fascistas a todos los que lucharon en el bando nacional, o si consideran que a las víctimas del otro bando no hay que honrarlas porque igual se merecían que las mataran por ser de ‘los malos’ según el discurso políticamente correcto actual).
Pero en cambio sí podría haber entrado al trapo cuando Pedro Sánchez dijo que en los últimos siete años no había dimitido nadie, y que nadie conjugaba el verbo dimitir.
Qué suerte tuvo Pedro Sánchez de que sus hemerotequistas no estuvieran en el plató en ese momento con su material de imágenes. Ellos podrían haber enumerado con facilidad suficientes datos para dejar tieso al presidente en unos segundos.
¿No recuerda Pedro Sánchez a su tocayo murciano, también llamado Pedro Sánchez pero del PP, que dimitió como presidente de esa comunidad en ese periodo en el que según él no dimitía nadie? ¿No recuerda Pedro Sánchez a una ministra llamada Ana Mato o a un ministro José Manuel Soria? ¿No dimitieron unos cuantos diputados en el parlamento valenciano? ¿Y otros en el parlamento de Madrid? ¿No dimitió Esperanza Aguirre? ¿El alcalde de Granada?
Se comprende que el PP no quiera recordarlo porque es recordar sus vergüenzas. Pero ese ‘slogan’ ridículo que ha sacado la izquierda político-mediático de ‘en este país no dimitía nadie hasta que llegó ‘la nueva política’ es un simple memez para todo conocedor de la historia política de este país que puede aportar por cada año una ristra de dimitidos por escándalos.
Es lógico que Pedro Sánchez quiera vender su marketing, algo menos lógico que Pastor que tanto presumía de interpelar antaño, no lo hiciera en esta ocasión.