Acerca de tus límites redoblo.

Y acerca de la calle repoblada
de poniente y levante ahora te asigno
la que tú no sabías por no estar
aunque allí estuvieses que lo estabas
al final del viaje el viajero
único y minorista ya rendido.

En tu pregunta fijas la respuesta
absoluta y sencilla por flexible
ya no te importan sombra sueño y forma
te trajeron el traje de la vida.

Condicionas el fin determinando
el peaje del olvido omnipresente
que indicará por fin esa certeza
entre las despedidas no pendientes.

Quitamos el cristal queda la Luna
mojada por las hojas de tus manos
encogidas entre luces vagabundas
pendientes de lectura por tu voz.

En los umbrales que se desgastaron
entre muros y jarras perpetúan
las dunas las regueras permitidas
en la geografía o trayectoria.

Dejé la puerta abierta para siempre
y al reflejo diré que volverás
que la espera emociona y finaliza
en la confluencia de alegría y calma
sin supervisión de erráticas normas.

En la inseguridad del imposible
sin reparar la pérdida imparable
te visualizarán sobre las fuentes
en los bancos de piedra y en el Sol.

Y repetirán versos que escribiste
con el sonido breve de los tiempos
el ogro deslenguado y hasta alondra
que conversa con la rosa del río.

Reuniendo inclino ayer a hoy
para que encuentres agua para el fuego
y recuperes sal y sus marismas
la esperanza incesante y el encuentro.

Pensar como pensaba aurora acierta
oye un silbido arado en multitudes
distingue tu mirada y no te deja
no se olvida el que te quiere de siempre
con brillante espiral que no se aleja.

José Pómez
http://pomez.net