Venga vamos a ayudar
con la primera alegría
que salga del pecho inquieto
llegará donde hace falta.
Con tus manos y mis manos
taparemos esas grietas
si nos miramos en sus ojos
conoceremos su amor.
Que encuentren besos y abrazos
donde solo hubo egoísmo
más amargo sin cordura
como arrancando sus almas.
Algunas palabras secas
aturden hasta a un mimo
su silencio y su lágrima
en su boca sin palabras.
Cierto que no es permanente
que muy pronto se evapora
y reconoce en su cara
todos los trozos del mundo.
Y si luego nos besamos
nos diremos algo nuevo
pero escucharemos algo
enérgicamente viejo.
Ese sonido de paz
bondadoso entre las aguas
dulces de la amistad pura
es fijo que se remansa.
José Pómez