Una tarde de control bajo el signo de Leo

Juan C. Osta (Periodista Digital).- La Razón, que acierta, le aconseja para hoy: «Sé prudente ante lo que consideras una injusticia.» Zetapé, que nació bajo Leo, ha estado sosegado, apacible, dándose impulso suavemente con las katas que acompañan sus discursos, para aclarar a los de enfrente que «el Gobierno en el proceso de paz hace lo que tiene que hacer«. Sin más. Sin más a pesar de saber que no es justo -lo dice el horóscopo-. Y a Mariano, rojo bajo la barba, todo esto no le parece normal.

«¿Considera el presidente del Gobierno que los jueces dificultan el llamado proceso de paz?», ha interpelado el jefe de los populares, trayendo al micro ejemplos de cagarrutas verbales de varios de sus militantes contra el Consejo General del Poder Judicial. «Miembros de su partido y de Batasuna«, ha dicho. El presidente le ha respondido independencia, división de poderes y cosas de esas que sirven para los miércoles, pero sin responder.

Entonces, Rajoy, Zaplana, Alicia Castro y un tal Ballesteros han comenzado la danza de la guerra. «Sin leyes no hay paz justa». «El Fiscal General del Estado interpreta la ley según le da el aire». «Ayer fue De Juana Chaos y hoy nos enteramos de las herriko tabernas«. El Grupo Popular aplaudía con la indecisión de un público que no sabe si ha terminado ya una obra de Bartok.

Tres semanas llevábamos a «proceso» y corrupción. Desde la última Sesión de Control al Gobierno los acontecimientos, a Aizpeolea de El País me remito, han tronado como una traca.

Zaplana, verbigracia, ha alargado el índice hasta la bancada gubernamental para decirle a «la señora azul» que si considera que los jueces no son hombres de paz y de ahí los menosprecios. María Teresa Ferández de la Vega, siempre concluyendo: «No tengo nada que añadir«. Añadiendo que «el pulso político está fantástico«. Y Rajoy le da un codazo de compadreo a Zaplana como diciendo: «Mira ésta, tú». Las cosas de sus señorías.

Alicia Castro, no sobre sino detrás del líder, ha regresado al 11-M. Quiere saber qué dicen ahora sobre la falsificación del documento del ácido bórico.

«Desde su Gobierno se está presionando a las fuerzas de seguridad del Estado como nunca antes en la democracia».

De la Vega, haciendo las veces del de Interior, ha copiado de Rubalcaba que «el Gobierno no falsifica» y ha añadido de su cosecha un «ustedes son los que lo hacen y al vídeo falso de la seguridad me remito«.

Y entonces, ha entrado al quite Alejandro Francisco Ballestero de Diego, un galanzote prometedor, que se ha llevado a Génova los mayores bravos. Ustedes blablablá, blablablá. «¡Sí señor¡» Porque ustedes blablablá, blablablá. «Bravo» Y no me podrán negar que ustedes blablablá «¡Así se dice!», chillaba una fan a micrófono abierto. Rajoy, a su vez, aplaudía mientras le buscaba de reojo. Hoy, seguro, cenorrio en Génova.

Pero el colorín de la tarde ha sido la vicepresidenta. Vestida de amazona, con chaqueta azulona, ha hecho pedagogía constitucional, se ha puesto en los asientos de los ministros ausentes para disimular, ha gritado, reído, ha dicho aquello de que «el pulso político va fantástico«. Y sin echarle ni un trago al Isostar. Y sin contemplación.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído