Camps atrapado en una absurda ratonera

Camps atrapado en una absurda ratonera

(PD).- La causa abierta por el Tribunal Superior de Justicia de Valencia contra Francisco Camps dio este lunes un importante salto cualitativo. El juez que instruye el caso dictó un auto en el que considera que existen serios indicios del llamado cohecho impropio y que, por ello, debe celebrarse una vista previa el próximo día 15 de julio para decidir si Camps y el resto de los imputados tienen que sentarse en el banquillo.

El juez explica en el auto que todo apunta a que Camps no pagó cuatro trajes y unos zapatos, pero subraya también que no hay ningún indicio de que el presidente de la Generalitat Valenciana favoreciera a Orange Market, la empresa de Álvaro Pérez.

Por tanto, acusa a Camps de haber vulnerado el artículo 426 del Código Penal, que tipifica el cohecho impropio, que consiste en «aceptar regalos en función del cargo para la consecución de un acto no prohibido legalmente».

Resulta curioso que El País salga hoy mismo con una grabación, también filtrada por la policia y también sacada del sumario, en la que -en contra de lo que sostiene el diario de PRISA- El Bigotes afirma que no regaló traje alguno a Camps.

La frase textual, que pueden leer más abajo y es parte de una conversación telefónica entre Alvaro Pérez y Francisco Correa realizada el 22 de enero de 2009, es:

«Yo no le he regalado ningún traje a ese hombre, al curita. Yo he comprado trajes a su medida porque cuando hemos hecho una sesión de fotos se lo ha puesto y luego me lo ha devuelto».

El delito de cohecho impropio está castigado con una multa de tres a seis meses -unos dos o tres mil euros, según se calcula-, una de las sanciones más benévolas del Código Penal. Y, además, se da la paradoja de que sólo considera delictiva la conducta del funcionario que acepta el regalo pero no la del particular que lo entrega. Por ello, el juez instructor no ha imputado a Álvaro Pérez y su socio Pablo Crespo, que ordenaron el pago de esas prendas, según el auto.

Un político delante de un jurado es carne de cañón. Para bien o para mal, quedará a merced de inevitables prejuicios de convicción o de emotividad que van adheridos como una piel inmaterial al ser humano.

Afirma Ignacio Camacho en ABC que, si está acusado de corrupción, difícilmente podrá aspirar a que los integrantes del tribunal popular lo juzguen en la estricta individualidad de su caso, al margen de las simpatías o enojos que su ideología les suscite y de los criterios que cada uno de ellos albergue sobre la honestidad genérica de la clase dirigente.

Quizá por eso, hasta ahora, ningún gobernante ha pasado por ese trance que incluso para los delitos más comunes sigue bajo debate en España, donde el juradismo dista mucho de alcanzar el consenso jurídico necesario para consagrarse en el ordenamiento penal.

A Camps no se le acusa de corrupción, pero sí de un comportamiento impropio, más censurable probablemente desde el punto de vista ético que jurídico. Pero hoy por hoy se trata de un delito y, por kafkiana que parezca su situación, a nadie se le escapa la erosión que para el prestigio de la clase política supondría ver al presidente de la Generalitat juzgado por sus conciudadanos a cuenta de si pagó o no los trajes.

Dada su negativa experiencia ante los magistrados del sumario Gürtel y su paralelo éxito político en los avatares electorales, quizá Francisco Camps albergue alguna esperanza de salir indemne si es un grupo de ciudadanos el que acaba examinando los motivos de su imputación por cohecho (pasivo, precisa el auto), pero tanto si beneficia su situación como si la agrava -y precisamente por esa doble posibilidad- no parece la fórmula más idónea, ni siquiera la procesalmente correcta, para decidir un caso en el que además concurre su condición de aforado.

En el recorrido judicial de la trama de Correa, el Bigotes y demás «selectos espíritus de esta época», que decía el Marco Antonio de Shakespeare, han abundado actuaciones prejuiciosas de los togados, pero el magistrado Flors parece venir actuando con una escrupulosidad refractaria al ruido político y mediático.

Su extraño quiebro tendente a pasar el expediente a un jurado equivaldría a contaminarlo de más apriorismos, y eso es exactamente lo que ha sobrado hasta ahora en este embrollo.

Claro que los problemas del presidente valenciano no vienen de la índole de sus juzgadores, sino de la de algunas de sus amistades.

A día de hoy sigo creyendo que el Molt Honorable Camps no sólo no es hombre propicio a corromperse por unos trajes, sino que posee en efecto una honradez acrisolada, y es a los acusadores a quienes corresponde demostrar lo contrario.

Pero llegados a este punto del sumario también él va a tener que poner algo de su parte para dar las explicaciones que políticamente le obligaban y que ha preferido obviar para centrarse en la defensa procesal.

Es una opción, pero tiene sus costes y le pone en aprietos, le guste o no admitirlo. Porque hasta el momento presente no se ha cumplido ninguno de los pronósticos que sus arúspices aventaban al pronosticar en cada fase sumarial un archivo inmediato.

Y la cuestión está llegando a la temperatura de fusión de los materiales. Ese momento en que sólo la honorabilidad completa resiste la prueba de la combustión extrema… que también va a acreditar a los que pongan la mano en el fuego.

LAS CINTAS DE EL PAÍS DESMIENTEN QUE EL BIGOTES REGALARA TRAJES A CAMPS

La grabación que saca este martes el diario El País, receptor de todas las filtraciones policiales y judiciales del Caso Gürtel, fueron hechas el 22 de enero de 2009. Quedaban dos semanas para que ambos fueran detenidos.

Álvaro Pérez, conocido como El Bigotes, jefe de Orange Market, llama a su jefe, Francisco Correa. Está preocupado porque temía que Felisa Jordán, ex ejecutiva de la trama que dejó la empresa y les denunció meses antes de que estallara el escándalo, le hubiera delatado con el asunto de los regalos de trajes a políticos.

La grabación figura en el sumario y lo asombroso, si leen con detalle, es que El Bigotes niega en esta charleta telefónica haber regalado traje alguno a Camps. La frase textual, que pueden leer más abajo, es: «Yo no le he regalado ningún traje a ese hombre, al curita. Yo he comprado trajes a su medida porque cuando hemos hecho una sesión de fotos se lo ha puesto y luego me lo ha devuelto».

Francisco Correa. ¿Qué te pasa?

Álvaro Pérez. Nada. No te lo voy a contar por teléfono. No tiene nada que ver con nada de la ofi, nada. Tiene que ver con la Jordán.

F. C. ¿Que tiene que ver con la Jordán?

Á. P. Sí, creo que me han hecho un putadón.

F. C. ¿Con quién?

Á. P. Con Pa… [no termina de nombrarlo, se refiere a Paco Camps, el presidente valenciano] con el curita [apelativo con el que se referían a él].

F. C. ¿Con Fitur? [Orange Market recibió durante cuatro años la adjudicación del pabellón de Valencia en Fitur].

Á. P. No, con otra cosa más complicada, pero no hables por teléfono, tío, te lo pido por favor. Y entonces, nada, estoy un pelín preocupado.

F. C. ¿Y por qué crees tú que lo sabe el curita?

Á. P. No, no sabe el curita todavía.

F. C. Pero no tiene que ver con el trabajo, ¿o sí?

Á. P. No, tiene que ver con cosas que hemos hecho hace tiempo con el curita, pero es que es muy complicado. Por eso te digo que es muy complicado.

F. C. ¿Tiene que ver con Tomás [José, el director de ventas de Milano, primero, y Forever Young, después, donde la trama corrupta compraba ropa para políticos que les adjudicaban contratos, según declaró Isabel Jordán]?

A. P. Sí. ¿Sabes quién es?

F. C. Sí, perfectamente. El que me presentaste un día.

Á. P. Sí, ¿Por qué lo sabes?

F. C. Porque yo me huelo lo único que hay.

Á. P. Pues sí…

F. C. Vamos a ver, Alvarito, el único tema que hay es ése.

Á. P. Ya lo sé, ya.

F. C. Y como yo sé perfectamente tu vida, pues está claro, es lo único que hay.

Cambian de tema para hablar de negocios, pero vuelven]

Á. P. Entonces… yo mañana temprano me voy a ver a este personaje amigo mío [el sastre José Tomás] y le voy a decir, ‘oye, tronco, tú verás lo que haces’.

F. C. Pero ¿Por qué te va a vender si te aprecia un huevo?

Á. P. Pues hombre, sí. Pero declara el viernes.

F. C. ¿Que declara el viernes?

Á. P. Sí, declara el viernes. Tiene una citación y han llamado a declarar a la cajera de Milano y al director financiero.

F. C. ¿Que han llamado a declarar?

Á. P. Sí, porque alguien ha dicho que yo hago regalos a una serie de señores, y entonces, tío, no tengo salida.

F. C. ¿Y cómo no ha habido un proceso y nadie se ha enterado?

Á. P. Pues ya lo ves tío. A mí me lo han dicho este mediodía. Pablo [Crespo, mano derecha de Correa] no te lo quiere contar por teléfono, claro.

F. C. ¿Y dónde van a declarar?

Á. P. Al fiscal Anticorrupción.

F. C. ¿Y tú por qué sabes que es la Jordán?

Á. P. ¿Quién va a ser si no?

F. C. No. No tiene por qué ser la Jordán.

Á. P. ¿Quién va a ser? Dímelo.

F. C. Pues los mismos que me están atacando a mí. No, no eso puede venir por El Albondiguilla apodo del alcalde de Boadilla, Arturo González Panero. En este municipio madrileño, un concejal de la oposición, Ángel Galindo, denunciaba frecuentemente los negocios de la trama ante los tribunales].

Á. P. Hombre, cabe la… a Tomás le han citado y le han dicho que tiene que ver con una empresa que trabaja con el PP.

F. C. Bueno, pues está claro, pero puede ser por el tema de El Albondiguilla.

Á. P. Y claro, como a Pablo yo le cogí el otro día y le dije que no te tiene que llamar para preocuparte con cosas que tal… que te tienen que llamar con hechos concretos. Porque tú ya estás bastante jodido, bastante angustiado, y le di una bronca de la hostia, pues claro, Pablo ahora no te lo quiere contar por teléfono. Y claro, me ha llamado a mí para cubrirse el culo y me ha dicho tío tenemos que preparar esto y tal… y llevo todo el puto día hundido.

F. C. ¿Tomás te va a ayudar?

Á. P. Pues no lo sé, porque como lleva tres meses deprimido porque tiene problemas con Eduardo Hinojosa en Cortefiel. Y su hijo es juez.

F. C. Ya te digo a ti que sí.

Á. P. Yo me voy a verle mañana por la mañana.

F. C. Pues claro, lo que pasa es que habrá más temas ¿no?

Á. P. No tengo ni puta idea.

F. C. Claro, ahí estará el tema de Boadilla, ahí saldrá el tema mío, el de Pablo, el de todos. Esto es una denuncia amplia que han hecho nuestra [contra nosotros].

Á. P. No lo sé.

F. C. No es la Jordán ¿eh? Esto va por otra vía.

Á. P. No lo sé, pero es que llamar a Milano, tío…

F. C. Y Pablo se habrá reunido con Tomás.

Á. P. Sí, ha hablado con él.

F. C. Yo creo que no hay nada que ocultar ahí. Yo lo veo muy tranquilo, no tienes nada que ocultar ahí. Todo se ha hecho perfectamente. Lo único que has hecho ha sido presentar a un amigo.

Á. P. Sí, es lo único que he hecho. Y luego además, yo no le he regalado ningún traje a ese hombre, al curita. Yo he comprado trajes a su medida porque cuando hemos hecho una sesión de fotos se lo ha puesto y luego me lo ha devuelto. [Camps declaró al juez que compró los trajes y pagó en metálico en la tienda, en ningún momento ha alegado que se los prestaran para unas fotos].

F. C. Que ya lo sé, que no tienes nada que ocultar. Que eso es una gilipollez. Lo que pasa es que eso será el principio de un montón de cosas.

Á. P. Y Pabliño pues ya te digo, me decía hoy, ‘claro tío, qué hago’ porque esto es simplemente poner la tirita por si acaso. Y yo le dije, ‘tú tranquilo, mañana le vas a ver, o pasado, cuando le veas le cuentas lo que hay con este gilipollas de Tomás y ya está, y no pasa nada, fuera’.

F. C. Pero el problema no es Tomás. Tomás es uno más. Esto es una cosa muy amplia.

Á. P. No lo sé, tío. Nosotros sólo sabemos lo de éste, porque luego ha quedado Pablo con él a mediodía y no se ha presentado.

F. C. Eso mosquea.

Á. P. Eso mosquea. Ten en cuenta que su hijo es juez.

F. C. Sí, pero no puede decir una cosa que no sea la correcta. Lo mismo él no conoce los temas de fondo, él no sabe de qué va, que va a contar él.

Á. P. Mañana voy a ir a decirle que le he ayudado en todo lo que he podido siempre, nada más, no le voy a decir nada más, que siempre que me ha pedido ayuda le he ayudado.

F. C. Bueno, tronco, de todas maneras has cometido un error grave ahora conmigo y has cometido error gravísimo.

Á. P. ¿Ahora?

F. C. Y a partir de mañana debes tomar medidas. Importantísimo. Estás en el punto de mira, tío.

Á. P. Por qué, por haberte…

F. C. Una locura lo que estás haciendo, Álvaro. Ya te lo he dicho. Estás en el punto de mira. No ves que trabajas para un político importante. Entonces estás en el punto de mira, tú no puedes tener ya libertad y tranquilidad.

Á. P. Ya.

F. C. Tienes que tomar medidas.

Á. P. Vale.

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