Somos de los peores países del mundo, según la OCDE, de recuperación de la pandemia, y según Europa, somos de los peores países en cuanto a número de muertos. Ha permitido un coladero en Barajas y encima viene aquí a presumir». Pablo Casado ha elevado el tono contra el presidente del Gobierno Pedro Sánchez en el momento de réplica a su discurso sobre el Plan de Recuperación.
«¿A usted no se le cae la cara de vergüenza?», continuó. El líder del PP estaba visiblemente irritado:
¿Y viene a hablar de la pandemia? ¿Y de expertos, cuando ha reconocido que no existían? ¿Cómo tiene la desfachatez de venir aquí con esta arrogancia? ¡Tenga respeto a esta Cámara! Llevamos doce comparecencias aguantando la chulería de este Gobierno. Esto es un insulto a los muertos y a los parados. Este es un Gobierno insensible. Hasta aquí hemos llegado. Hemos ofrecido, sí, hace un año, un plan B jurídico, y usted prefiere gobernar como Napoleón, amparado en el real decreto.
«Y encima presume que no hemos dejado a nadie atrás», añadía el jefe de la oposición, repasando los ‘méritos’ del PSOE en La Moncloa. «Ya basta de pasar todo el día por la excepcionalidad constitucional y echar la culpa a las CCAA. Dos millones de familias hacen colas del hambre y un millón de hogares tienen a todos los miembros en el paro»
Los jóvenes. Los que sufrieron la crisis financiera. Un 40% de ellos en paro. Míreles a la cara. 400.000 mujeres se han ido al paro. Brecha salarial insostenible. Economía, ¿brotes verdes? Se ha desplomado el PIB. ¿Ustedes saben hacer las cuentas? 120% de deuda. El déficit es del 11% ya. Nos hemos desplomado un 11%. ¿Qué pasa con los impuestos? Hachazo fiscal. Subir los impuestos a una tienda que no vende es como subir los precios. Que hay 130.000 empresas que han quebrado en España. ¿Me puede explicar por que no habla de las reformas que le exige Bruselas?
«Deje de tomarnos el pelo, señor Sánchez», dijo Casado, que acusó al Gobierno de querer crear «una red clientelar» con los fondos europeos. «Le he ofrecido pactar el plan de reformas y ni caso, y una autoridad independiente para gestionar los fondos, y ni caso, pero usted prefiere darlos a dedo».
«Usted ha empezado apelando a una onomástica. Nosotros no celebramos fechas que dividen a los españoles. Usted siempre intenta dividir. Nosotros celebramos la concordia y el Estado de derecho. Celebramos la Constitución.»
Bienvenidos a 1931: Sánchez reivindica la II República y la bancada de la izquierda estalla en aplausos
Y mientras esa era la radiografía de la oposición, la izquierda ancla este país en 1931.
Como el tema de Franco y el Valle de los Caídos ya no tiene mucho más recorrido, una vez sacados de allí los restos del dictador, el PSOE y la izquierda han aprovechado este 14 de abril para seguir alejándose en el tiempo. Concretamente a 1931, año de la proclamación de la II República.
Pedro Sánchez, que comparecía en el Congreso, ha reinvidicado el momento en que cayó la monarquía de Alfonso XIII y España volvió a experimentar por segunda vez en su historia un sistema republicano. La bancada de la izquierda estalló en un largo aplauso.
«Los aniversarios nos sirven para reflexionar y comprobar que hay un vínculo luminoso con nuestro mejor pasado», decía Sánchez. «Aquel ambicioso proyecto buscaba la modernización de nuestro Estado y anteponer la democracia. Se aprobaron medidas sociales y jurídicas muy avanzadas».
La fascinación de nuestra izquierda actual, en pleno año 2021, por lo que sucedió en 1931 y los años venideros sigue siendo incuestionable. No es de extrañar por tanto que muchos jóvenes y no tan jóvenes nacidos en democracia sean incapaces de separar la cuestión republicana con los valores de la izquierda, como si nunca hubiera habido republicanos de derechas
Pedro Sánchez y el PSOE que dirige han puesto todo de su parte para que los españoles de hoy hablen más de lo que pasó hace 90 años que lo que les afecta ahora.
Así sucedió cuando ellos y sus altavoces mediáticos se empeñaron en ‘resucitar’ a Franco, al que metieron en la sopa de todos los hogares, y así acabará pasando con una Republica cuya visión romántica y teórica llenaron páginas de los libros de historia pero cuya aplicación práctica provocó el total desmoronamiento de la legitimidad institucional al que unos y otros acabaron dando la puntilla.