En la presentación de los nuevos secretarios generales de la Junta de Castilla y León, el nuevo vicepresidente de la Junta se ha querido poner la venda antes que la herida y ha prevenido a los nuevos altos cargos de la responsabilidad que van a tener que ejercer para rozar la perfección en la gestión y no les puedan poner piedras en el camino a diario desde la izquierda y sus terminales mediáticas.
La doble vara de medir, últimamente se ha convertido en cuádruple vara de medir. Las corruptelas del PSOE y de todos los «istas» que revolotean a su alrededor, llámense separatistas, comunistas o ex terroristas, pasan desapercibidos para la el común de los mortales, mientras que todo lo que afecta o que habilmente sobredimensionan en una administración gobernada por el centro-derecha, ocupa miles de horas de televisión, ríos de tinta en la prensa y portadas en los medios digitales.
Es por ello que Juan García-Gallardo ha querido trasladar a sus segundos de a bordo, el equipo de secretarios generales, «que son el alma del Gobierno, así como una pieza esencial en el engranaje de la administración pública en Castilla y León».
Los nuevos secretarios generales, que juraron ayer su cargo son, José Alberto Díaz Pico, flamante nuevo secretario general de la Consejería de Industria, Comercio y Empleo que dirige Mariano Veganzones, Carlos Fajardo, que juró el cargo como nuevo secretario general de la Consejería de Cultura, que dirige Gonzalo Santonja, y Joaquín Sagarra Fernández-Prida, que se ha convertido en el nuevo secretario general de la Consejería de Agricultura, que dirige Gerardo Dueñas. Igualmente, se procedió a jurar el nuevo cargo como secretario general, Ángel Marinero de la Consejería de Fomento y Medioambiente, que dirige Suárez-Quiñones.