Habra quien diga que Santiago Abascal va a lomos de un misil llamado ‘inmigración ilegal’, pero hay bastante más.
Y estan la ‘okupación’, la lucha contra la burocracia y el antiespañolismo progre.
La imagen se repite en localidades como Fuenlabrada, Parla, Cornellà o Hospitalet: banderas de España ondeando en balcones que antes exhibían carteles del PSOE, charlas sobre sueldos que no alcanzan a cubrir los gastos y una frase que resuena con fuerza: «ya no nos representan». Este descontento ha encontrado un nuevo cauce político.
En cuestión de semanas, VOX ha comenzado a ocupar un terreno que durante décadas se consideraba casi exclusivo de la izquierda.
De acuerdo con el Panel de Sigma Dos para El Mundo, el 3,9% de quienes votaron a Pedro Sánchez el 23-J ahora optaría por el partido de Abascal, en contraste con el escaso 0,3% de traspaso registrado el verano pasado.
Si tomamos como referencia los resultados de las generales de 2023, esto se traduce en unos 300.000 antiguos votantes socialistas que hoy están dispuestos a respaldar a Vox. Y lo más alarmante para Ferraz es que esta tendencia es acelerada, no puntual: en noviembre, el porcentaje ya había ascendido al 2,5% y en diciembre roza el 4%.
Del cinturón rojo al cinturón «desencantado»
Las cifras evidencian un cambio que trasciende el simple desgaste del Gobierno.
El sondeo de Sigma Dos revela que VOX está ganando terreno en las clases populares y en los denominados «barrios», con una penetración notable en los cinturones obreros de Madrid y Barcelona. Estas son áreas donde el PSOE había cimentado durante años un voto casi identitario, vinculado al movimiento sindical, la vivienda pública y las grandes conquistas sociales.
Ahora, el panorama comienza a desdibujarse:
- Vox alcanza el 19% del voto nacional y duplica a Sumar en estimaciones de apoyo.
- El partido cuenta con mayor respaldo entre los niveles socioeconómicos bajo y medio-bajo que entre las rentas medias y altas.
- En municipios con más de 100.000 habitantes no capitales, típicos cinturones urbanos, su crecimiento es especialmente notable.
En este contexto, cobra sentido la afirmación que repiten algunos analistas: «cuando la izquierda se desconecta de la realidad y de sus bases, la gente busca otras alternativas». El diagnóstico es claro: una parte del electorado socialista tradicional siente que su agenda diaria —salarios, alquileres, facturas, inseguridad en sus barrios y acceso a servicios públicos— ha quedado relegada por debates identitarios y luchas internas.
De la pancarta al polígono industrial
Vox no ha llegado a este terreno por casualidad. El Mundo menciona ya un «plan obrero» elaborado por la formación para aumentar su presencia en sectores populares que hasta ahora le eran esquivos. Durante años, el partido liderado por Abascal era percibido como una opción vinculada principalmente a las clases medias y a votantes conservadores del PP. Las cifras de 2019 indicaban que el voto obrero seguía siendo uno de sus puntos débiles.
Ese patrón ha cambiado:
- Vox ha fortalecido un discurso centrado en el poder adquisitivo, criticando los impuestos y defendiendo la industria nacional.
- Ha endurecido su narrativa sobre la inmigración y la inseguridad, dos temas muy sensibles en barrios obreros donde hay fuerte presión demográfica.
- Se presenta como el partido que «no participa del reparto de sillones» y se mantiene «al margen de las instituciones», una imagen que resuena con quienes rechazan la política tradicional.
El resultado es una mezcla peculiar: un mensaje nacionalista, antiélite y ordenado, acompañado por referencias al «trabajador español» y al agravio respecto a subvenciones y chiringuitos. No es un discurso clásico de izquierda; sin embargo, sí representa una opción clara para quienes sienten haber perdido pie en un mundo globalizado donde nadie habla ya sobre sus nóminas.
La sangría socialista: de la erosión al aviso estructural
La preocupación dentro del PSOE va más allá del número exacto de esos 300.000 votos perdidos. Lo alarmante es la dirección del flujo. El panel de Sigma Dos muestra que además del trasvase hacia el PP, se establece una corriente constante hacia Vox. En octubre, el movimiento hacia Vox era casi insignificante (0,5%, unos 39.000 electores); en noviembre alcanzó ya el 2,5%, mientras que en diciembre se sitúa en un preocupante 3,9%.
Este desplazamiento se suma a otros datos relevantes:
- El PSOE ve reducidos sus estimados hasta los 108-110 escaños, muy por debajo de los 121 logrados en 2023.
- Su fidelidad al voto cae por debajo del 71%, varios puntos menos que el PP y muy lejos del 84% logrado por Vox en retención.
- En regiones emblemáticas para los socialistas como Extremadura, las encuestas indican un hundimiento histórico junto a un vuelco estructural hacia PP y Vox.
A esta erosión se añade un clima general adverso: según otro sondeo realizado por Sigma Dos, dos tercios de los ciudadanos (65,7%) piden elecciones anticipadas, citando deterioro institucional y debilidad parlamentaria del Ejecutivo. En este contexto, cada voto perdido hacia la derecha radical pesa aún más.
Los jóvenes se van en masa a VOX
Quizás uno de los datos más impactantes de este ciclo demoscópico no provenga tanto del ámbito laboral como del académico. Y es que Vox se ha erigido como líder entre los jóvenes en diversas franjas etarias.
Las encuestas realizadas por Sigma Dos y 40dB presentan un panorama claro:
- Entre los jóvenes de 18 a 29 años, VOX ocupa ya la segunda posición con un apoyo del 23,3%, superando al PSOE (21,5%) pero todavía detrás del PP (32%).
- En el grupo más pequeño de edad (18 a 24 años), alcanza un impresionante 25,1%, nueve puntos más que el PP y más de dos por encima del PSOE según datos proporcionados por 40dB.
- De los nuevos votantes y abstencionistas registrados en 2023, un sorprendente 11,4% optaría ahora por Vox, lo cual indica cómo este partido está ganando terreno donde antes dominaba el PSOE.
Este fenómeno puede interpretarse desde varias perspectivas. Por un lado refleja cómo ha decaído el discurso progresista entre una juventud marcada por la precariedad laboral, alquileres inalcanzables y promesas incumplidas. Por otro lado muestra cómo Vox ha logrado conectar con ese malestar generacional que ya no se siente representado ni por las viejas siglas ni siquiera por las nuevas marcas surgidas.
No resulta extraño entonces observar cómo los sondeos apuntan hacia un creciente giro conservador entre toda la ciudadanía: PP y VOX sumarían alrededor de 200 escaños juntos; una cifra histórica para la derecha desde tiempos anteriores a la Transición.
Feijóo aguanta, Abascal acelera y Sánchez se encoge
En este escenario político actual, el PP liderado por Alberto Núñez Feijóo mantiene su posición como primera fuerza; sin embargo, lo realmente llamativo es lo sucedido con ese tercer jugador emergente. Un sondeo realizado por Sociométrica para El Español sitúa a Vox con unos sorprendentes 60 escaños, frente a los actuales 33; mientras que el PSOE caería hasta unos estimados 102 escaños e incluso podría perder ante un PP estable alrededor de 145 asientos. La fotografía política está clara: Feijóo resiste ante todo pronóstico; mientras tanto, Abascal despega rápidamente y Sánchez parece encogerse.
Otros estudios corroboran esta tendencia:
- La investigación llevada a cabo por 40dB para El País y Cadena SER otorga a VOX un apoyo estimado del 17,4%, cinco puntos más desde julio pasado.
- El barómetro elaborado por laSexta coloca también a VOX cerca del 18,5%, consolidándose así como tercera fuerza política muy lejos ya detrás de Sumar.
- En cuanto al Panel Sigma Dos; también evidencia cómo VOX crece hasta cifras cercanas al rango del 16,9%-19%, mientras que el PSOE pierde representación mientras el PP permanece firme dentro del bloque conservador.
Lo cierto es que esto implica que esa estrategia planteada por Sánchez para engordar a VOX como herramienta contra el PP empieza ahora a volverse contra sí mismo. La táctica polarizadora —«o nosotros o la extrema derecha»— ha servido para retener parte del electorado; sin embargo también ha normalizado a Vox como actor permanente dentro del sistema político español e incluso ha abierto paso para que parte del electorado obrero contemple ahora a Abascal no como una amenaza sino como viable alternativa.
