El voto hispano ocupa a la Casa Blanca

¿Cómo convertir a un Rey, a un Rajoy, en un Nadal o un Sevi Ballesteros?

Estados Unidos es la asignatura pendiente de la diplomacia española

¿Cómo convertir a un Rey, a un Rajoy, en un Nadal o un Sevi Ballesteros?
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. EFE

Barak Obama ensaya en el Despacho Oval frases de campaña en castellano. De aquí a noviembre habrá lanzado miles de cortos, sencillos pero emotivos mensajes en la lengua de Cervantes, que casualmente es la lengua de Rajoy, para llegar al corazoncito de los ‘espaldas mojadas’ y sus herederos, de los cubanos que dejaron enterrada su ‘patat'» cuando salieron de Cuba, de 50 millones de hispanos, el 16% de la población estadounidense, cuyo voto se convierte durante unos meses en un producto electoral con Valor Añadido.

El inquilino negro de la Casa Blanca sueña con el voto de 16 de cada 100 norteamericanos que manejan el spanglish. Representan la primera minoría en número de habitantes, por encima de la minoría negra, el black power, que ha quedado relegada a la segunda plaza con 37 millones y pico, el 12,2% del pueblo americano.

Con estos guarismos poblacionales y en plena recta de meta en la carrera a las elecciones presidenciales, resulta chocante que Hillary Clinton no se le ponga al teléfono a La Moncloa. El petróleo de Vaca Muerta se ha convertido en un oscuro objeto del deseo para un país deslumbrado por el «oro negro». Pero el idioma español, la cultura hispana, cuyo máximo exponente es éste pedazo de Europa, económicamente anoréxico, al que llamamos España, es un yacimiento sociológico que nunca ha explotado la diplomacia española.

Nuestros sucesivos Presidentes se han dejado deslumbrar con la ansiada foto con the President of the United States of AmErica: Felipe con Reagan, Aznar con Bush, Zapatero babeando junto a Obama. Pero sólo son fotos para conservar después en casa, en un lugar de honor en la librería, para mostrarle a sus nietos como testimonio de que su abuelo, una vez, quizá dos o tres, estuvo con el hombre más poderoso de la tierra.

Ahora, con el feo asunto de Repsol en Argentina, la tímida defensa de Missis Clinton y el plantón telefónico al Gobierno español, habría que revisar ciertas técnicas de la promoción de la «marca España» en los Estados Unidos, cuya sombra en Iberoamérica es mucho más alargada que la sombra de la Unión Europea. ¿Cómo se consigue que un Rey, que un Presidente de un Gobierno español, despierte el interés del inquilino de turno en la Casa Blanca? Esa es la cuestión. La foto junto al Presidente y la primera dama es un producto de consumo interno que puede poner más o menos cachonda a la opinión publicada y la opinión pública genuinamente española, pero no deja la mínima huella en el Despacho Oval.

Aquí, lo que interesa, como estrategia diplomática de largo recorrido, son fotos en olor de multitudes hispanas. Que el Rey de España o el Presidente de su Gobierno mimeticen lo que podríamos llamar el ‘efecto Nadal’ o el ‘efecto Sevi’, y se conviertan en referencias para una gran parte de los 50 millones de hispanos que viven y votan en el país de Hillary y su contestador automático. Una foto del Rey o de Rajoy en el New York Times rodeado de spanish power, valen mil palabras intercambiadas en un receso del G-20.

El objetivo de España en EE UU no debería seguir siendo la foto convencional en la Casa Blanca, sino la foto inédita con esa parte del pueblo americano que habla, que piensa, que sueña y que delibera sobre su voto en español. El arduo trabajo que le aguarda al Palacio de Santa Cruz para que el Tío Sam nos tome de una vez en serio, es que cada palabra del Rey, como cada raquetazo de Nadal, se convierta en un passing shot de la minoría hispana frente a la mayoría anglofana; que cada gesto de Rajoy, como in illo témpore cada golpe de Sevi, permita soñar a los hijos de los espaldas mojadas y el colectivo hispano que le han ganado un hoyo, un play off, a esa parte de la sociedad yanqui que sigue teniendo la sartén por el mango.

Sin prisa, sin pausa, con fina sutileza diplomática, hasta conseguir que a un presidente de los Estados Unidos le resulte rentable una foto con el Rey de España, con su Presidente, con los máximos representantes del país donde nació, creció y se expandió por el planeta el fenómeno sociológico, lingüístico, cultural, deportivo y político hispano.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA
Autor

Antonio Chinchetru

Licenciado en Periodismo y tiene la acreditación de suficiencia investigadora (actual DEA) en Sociología y Opinión Pública

Lo más leído