El ínclito Eguiguren lo narra y confirma en su libro 'ETA, las claves de la paz', escrito junto con Luis R. Aizpeolea, periodista de El País
Las revelaciones que ahora están poniendo de manifiesto con toda clase de detalles, las persistentes y groseras mentiras con las que Zapatero y su Gobierno pretendieron ocultar a la opinión pública los detalles más vergonzosos de su negociación con los etarras, e incluso la mera existencia de cualquier clase de contactos, subrayan también el cinismo hipócrita con el que se atrevían a acusar al PP de no apoyar un proceso que no consistía en otra cosa que en una incomprensible, bochornosa e insostenible claudicación ante los terroristas.
La verdad se ha acabado sabiendo con todo lujo de detalles, tal vez porque se estima que ya no puede hacer más daño a los intereses electorales del PSOE; esta es, sin embargo, una pretensión con muy escaso fundamento, porque va a ser muy difícil que los españoles olviden hasta qué punto Zapatero y sus adláteres, desde Jesús Eguiguren hasta Alfredo Pérez Rubalcaba, han pretendido engañarnos a todos, tomándonos el pelo de manera miserable al representar una mala comedia de enredo haciendo ver sus supuestas discrepancias y distintas sensibilidades.
La única pretensión de ese burdo teatro era hacer más tolerable lo que nadie medianamente digno podría consentir, la supuesta conversión de criminales en ciudadanos falsamente pacíficos, la continuación del terror mediante otros procedimientos; en fin, nada que se parezca en absoluto a lo único que una democracia que se respete debiera perseguir, y había perseguido en efecto hasta que Zapatero traicionó el Pacto Antiterrorista al reunirse con los etarras al mismo tiempo que lo firmaba con Aznar: la derrota de los terroristas y el establecimiento de una auténtica libertad política en el País Vasco.
Los resultados de esa traición a los principios de la democracia y a los intereses nacionales están bien a la vista, sin que el PSOE, por cierto, haya podido conseguir el menor rédito electoral de tan enorme error político, de algo que no se aparta mucho de lo que pueda considerarse una traición a los más altos intereses de la patria y del Estado.
También en esto el legado que el PSOE le entrega al Partido Popular constituye una herencia envenenada.
LAS ‘DOSIS’ DE EL PAÍS
El diario ‘El País’, que nos está sirviendo en dosis la amarga pócima, revela este 6 de diciembre de 2011 que un mes después de que se iniciaran las primeras conversaciones entre el Gobierno y ETA, el proceso parecía abocado al fracaso.
Por eso, según Jesús Eguiguren, presidente del PSE que impulsó el diálogo para el fin del terrorismo, se decidió a abrir la mesa política donde los socialistas vascos hablaron con Batasuna y con el PNV.
Las reuniones se celebraron a pesar de que los planes anunciados por el Ejecutivo cuando arrancó el proceso consistían en que primero se celebrarían las conversaciones con ETA para el fin del terrorismo, donde se hablaría sólo de medidas sobre los presos a cambio del desarme y, a posteriori, se podría tratar de las negociaciones entre los partidos políticos de Euskadi.
De aquellas conversaciones quedó un documento donde se plasmó un acuerdo que nunca se llegó a firmar porque Batasuna planteó una última exigencia sobre Navarra a los otros dos partidos que los socialistas rechazaron de plano.
En su libro ETA, las claves de la paz, Eguiguren cuenta los detalles de aquella negociación política con Batasuna.
LA CONFESIÓN DE EGUIGUREN
El presidente del PSE y avezado negociador con ETA, Jesús Eguiguren, admite que el Gobierno liderado por Zapatero llegó a sopesar a fondo la posibilidad de conceder un indulto general a los 700 presos de la banda terrorista. Fue durante el mal llamado proceso de paz de 2005-2007.
El Ejecutivo lo ha negado durante años, pese a las revelaciones al respecto, y ahora el ínclito Eguiguren lo narra y confirma en su libro ETA, las claves de la paz (Aguilar), escrito junto con Luis R. Aizpeolea, periodista de El País.
En concreto, el Gabinete de Zapatero encargó a un grupo de expertos la elaboración de un informe acerca de lo que podría hacerse con los reclusos de la banda criminal.
Uno de los encargados de elaborarlo fue el ahora ministro de Justicia en funciones y entonces secretario de Estado de Relaciones con las Cortes, Francisco Caamaño.
Así lo ratificaba este 5 de diciembre el rotativo de Prisa, que anda estos días promocionando la obra.
Titulado Análisis de las medidas jurídicas que pueden adoptarse y de las situaciones y escenarios, el informe concluyó lo obvio: legalmente no podía acometerse un indulto de esas características.
«No parece posible otorgar un indulto que afecte a todos los presos imputados».
Eso sí, bajo el epígrafe «Medidas de gracia», el informe habla de que «el indulto debe ser individualizado»:
«Cabe otorgarlo a todos los condenados».
«Sería oportuno administrarlo con cuidado, tomando en consideración las penas impuestas y la incidencia social de la medida».
LOA GRANDES MENTIROSOS
El documento incluye, incluso, una referencia a la posibilidad de llevar a cabo «una modificación legal» para «limitar la acción popular».
Esta acción legal es la que acometen las asociaciones de víctimas al personarse en las causas judiciales. De hecho, el texto asegura que, pese a ese cambio, «no parece posible impedir la personación de las asociaciones».
Es decir, el Ejecutivo debía de considerar que era necesario o conveniente «impedirlo».
Francisco José Alcaraz, hoy presidente de Voces Contra el Terrorismo y entonces de la AVT, considera:
«Eguiguren evidencia lo que llevamos diciendo ocho años: el Gobierno mintió y traicionó a los españoles».
Además de este texto, los expertos consultados por el Gobierno, Caamaño incluido, también estudiaron los cauces para conseguir una hipotética legalización de Batasuna.
Este dato no aparece, que se sepa, en el libro de Eguiguren. Pero así lo confirman fuentes de la lucha antiterrorista conocedoras del proceso.