Julia Navarro – Escaño Cero – Otra Navidad


MADRID, 23 (OTR/PRESS)

Me gusta la Navidad, y sé que hoy en día decir que gusta la Navidad puede hacer quedar mal, pero naturalmente me da lo mismo. Vivimos en una sociedad esquizofrénica en la que por una parte reniega de la Navidad y por otra se lanza de manera desmesurada a celebrarlas. Porque ninguno de los que reniegan de la Navidad son consecuentes con su declaración de principios, es decir, no renuncian a celebrarla.

Acuden a las cenas de amigos y con los compañeros de trabajo habituales en estas fechas, el que más y el que menos termina celebrando alguna cena familiar el 24 o el almuerzo del 25, y tampoco se sustraen de regalar y aceptar regalos. Sí, ya sé que éste es el aspecto más superficial de la Navidad, pero no deja de ser una parte de la misma porque éstas son fechas de alegria, de mostrar afecto a quienes nos rodean.

Y tengo que reconocer que lo que más me fastidia es el intento de algunos alcaldes de que celebremos la Navidad pero paganizándola, es decir sin que se note que es Navidad.

Por ejemplo, el alcalde de Madrid, Alberto Ruíz Gallardón, político inteligente donde los haya, sin embargo lanza guiños a los laicistas de manera que adorna la ciudad en éstas fechas pero no con motivos navideños. Uno se pasea por las avenidas y calles llenas de luces y no sabe si está en la Feria de Sevilla, en las fiestas populares de cualquier pueblo o ciudad, o vaya usted a saber dónde, porque lo único cierto es que la ciudad no está vestida de Navidad por muy iluminada que éste. Y eso mismo sucede en otras ciudades españolas.

A mí me parece que dejar de celebrar la Navidad es, al margen de cualquier connotación religiosa, renunciar a nuestra cultura, a una cultura que hunde sus raíces en dos mil años atrás. En nombre de un laicismo mal entendido se está intentando borrar esas señas de identidad.

Arrancar esas señas de identidad culturales recuerdan a algunos de los excesos de la Revolución Francesa, cuando sus próceres cambiaron los nombres de los meses, y en vez de rezar a la Virgen lo hacían a la diosa Razón. Algo así sucede ahora entre algunos laicos militantes que cuando a sus hijas les llega la hora de hacer la comunión, en vez de dejársela hacer la organizan una fiesta de entrada en la pubertad y se quedan tan anchos.

Yo defiendo la Navidad en todo su significado, el religioso, el cultural y el familiar, y me parecen patéticos los intentos de algunos que en estos días hacen que celebran algo que no es la Navidad aunque sea Navidad. De la misma manera que durante muchos siglos se impuso la religión, a veces de manera brutal, ahora hay quienes quieren instaurar el laicismo de la misma manera. Y es que fanaticos y findamentalistas hay en todas partes, también en las filas de los laicos.

Julia Navarro.

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