Charo Zarzalejos – Perdiendo pie


MADRID, 19 (OTR/PRESS)

No hay Presidente de Gobierno que consienta que las crisis se las hagan desde fuera. Zapatero no iba a ser menos, ni más, de ahí que no diera satisfacción al líder de la Oposición cuando este pidió el cese del titular de Justicia, una vez conocida su afición por la caza, tanto en fincas públicas como privadas. Realmente no es delito alguno, pero es opinión unánime, incluso entre las filas socialistas, que semejantes aficiones con determinadas compañías cuando se producen determinadas circunstancias, son cualquier cosa menos oportunas.

Además, el titular de Justicia ha tenido que lidiar el más que razonable enfado de la Oposición con una huelga de jueces, más o menos secundada, pero huelga al fin. Desde que se supo la iniciativa, el titular de Justicia, en lugar de achicar distancias, optó por su tradicional dialéctica, innecesariamente irónica que si bien puede resultar ocurrente cuando de asuntos menores se trata, resulta irritante cuando lo que se tiene entre manos es una negociación con uno de los poderes del Estado.

El ministro de Justicia ni se ha ido ni se va a ir. El Presidente tampoco le va a echar, pero ha perdido pie. Se ha quedado como ese niño inquieto y travieso que nunca sale bien en la foto porque no sabe mantener la compostura. Se ha quedado como el bañista confiado que de repente se da cuenta que no hace pie y no tiene más remedio que remover brazos y piernas para salir del atolladero. El suyo, su atolladero, hubiera sido perfectamente soslayable si hubiera cuidado las formas y los tiempos, si al referirse a los jueces lo hubiera hecho con más prudencia. Cuando los políticos van por la vida tan seguros de si mismos, cuando menos lo esperan pierden pie y el ministro de Justicia lo ha perdido.

Ahora el PSOE, pasado el trago, está a la espera de los acontecimientos en torno al PP, víctima clara, del secreto del sumario, secreto lleno de rendijas que aumentan más si cabe una indefensión objetiva. Se filtran, se conocen, algunas conversaciones grabadas en las que se citan nombres y se lanzan insinuaciones o afirmaciones que hasta donde se sabe no constituyen ni prueba ni siquiera indicios claros de presuntos delitos. Rajoy lidia el temporal como puede pero sabe que quedan capítulos por leer y lo que el PP quiere -cualquiera en su lugar desearía lo mismo- es conocer el sumario. Si como parece hay aforados, no tiene sentido dilatar ni un día más dar a conocer de manera oficial quienes son y que supuestos delitos se les imputan y a partir de ahí mirar con atención la gestión que Rajoy vaya a hacer de la situación.

A la espera del sumario y con independencia de su contenido de fondo, los mismos que hace apenas dos semanas alertaban de que el 2 de Marzo «van a pasar muchas cosas»; es decir, se iniciaba la voladura de Rajoy, hoy ya son más cautos. Tanto que apenas dicen nada. Intuyen que algunos, como le ocurre al ministro de Justicia, han perdido pie en la que se preveía una carrera en pelo por hacerse con el liderazgo del PP. «Bastante hay con Garzón», dicen. No les falta razón.

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