MADRID, 16 (OTR/PRESS)
Crecí con sus canciones y con su música, el pasado verano tuve el privilegio de asistir a uno de sus últimos conciertos, Antonio Vega entonaba sus canciones sentado en un taburete de chiringuito con su inseparable guitarra. Para sofocar el calor del mes de agosto se tomaba una cerveza bien fresquita, muy típica en estos lugares y en esas fechas.
Yo le tenía muy cerca, apenas unos metros nos distanciaban y el marco era inmejorable. La fina arena de la playa de Zahara de los Atunes nos acogía a numerosos seguidores entre los que me incluyo, el ambiente estaba cargado de magia, las letras de sus poemas cantados encajaban perfectamente con la embriagadora luz del atardecer. No era difícil abstraerte, sin duda Antonio Vega te lo ponía fácil.
En ocasiones la profunda admiración que sientes por un artista de la talla de Antonio Vega te impide ver más allá, sin embargo yo pude luchar contra esa barrera, vi a un genio de la música pop agotado, como cansado de luchar y dispuesto ya a tirar la toalla, su deterioro físico de los últimos meses delataban el final que desgraciadamente ha tenido. Era grande como creador y como músico pero su fragilidad como persona le aceleró la caída. Un cáncer de pulmón se lo llevaba el pasado 12 de mayo tras permanecer ingresado unas semanas en el madrileño hospital Puerta de Hierro.
Sin embargo, Antonio puede estar contento donde quiera que esté, porque pocas despedidas son tan nacionalmente sentidas como la de Vega. Familiares, amigos, multitud de colegas de profesión, y representantes de instituciones acudieron a la Sociedad General de Autores donde yacía el cuerpo del músico custodiado por un piano y dos de sus guitarras. La cola de los fans era interminable, cientos de ellos aguardaron un turno de cinco o seis horas de espera, pero merecía la pena darle el último adiós a un hombre que ya forma parte de nuestra historia musical.
Su primo Nacho García Vega con quien creó «Nacha Pop» y con quien saboreó sus primero éxitos no pudo evitar las lágrimas de emoción al pronunciar unas palabras ante los numerosos medios de comunicación que allí estábamos: «gracias por quererle tanto y por expandir lo que él era, os pido que nos acordemos toda la vida de este tío grande, que es un campeón y que al final se ha salido con la suya».
Una de las primeras en acudir a la Capilla Ardiente fue Lolita en compañía de su sobrina Alba y de Chirro su manager y mano derecha desde que se separara de Guillermo Furiase. Muy afectada y con el rostro casi desencajado, la cantante me contó que habían sido muy amigos y que se conocieron hace muchos años. Su hermana Rosario, que acudió unas horas más tarde, sí cantó con Vega: «estará con mi hermano Antonio en el cielo y seguro que desde allí nos mandarán canciones muy bonitas. Mi hermano y él eran muy parecidos, por eso se han ido antes».
Los Hermanos Carmona , «Tan tan go», Teo Cardalda de «Cómplices», «Los Secretos» y Nacho Cano, todos ellos quisieron despedirse por última vez del compositor.
Otros artistas como Miguel Rios, Massiel, el Gran Wyoming, Marta Sánchez, Paola Dominguin, Ismael Serrano y Juan Imedio acudieron a lo largo del día, al igual que la Ministra de Cultura Angeles González Sinde quien manifestó el sentir de una pérdida tan valiosa para nuestra cultura musical: «me parece que Antonio Vega ha sido seminal en muchos aspectos con su obra. Ha modernizado este país jugándose la piel en el proceso. El tenía una manera muy especial de penetrar dentro de los oyentes, te hacía cómplice de su legado y de su visión de las cosas. Es un referente para demostrar la utilidad de la música en la reinvención de un país».
Sin duda alguna, el legado musical que nos ha dejado Antonio Vega siempre estará muy presente, sus canciones suenan con más fuerza que nunca en muchos locales que le rinden homenaje en estos días. También se ha puesto en marcha el proyecto de inauguración de la plaza que se le va a dedicar en el corazón del madrileño barrio de Fuencarral, a 50 metros del Penta, el bar al que alude en su mítico tema «La chica de ayer».