Francisco Muro de Iscar – El obispo y la Iglesia vasca


MADRID, 10 (OTR/PRESS)

Andan muchos católicos entre el desconcierto y la incomprensión por el «asunto Munilla». No es fácil en estos tiempos la vida de la Iglesia, a la que algunos tratan de arrinconar en las sacristías y otros pretenden sacar a la calle, sin que el término medio y la adecuada comunicación de sus mensajes, sus obras y sus objetivos logren imponerse en una sociedad que cambia sus valores, que no quiere problemas y que vive al día. Una Iglesia pasiva, a la que, a pesar de todo, siguen activamente muchos millones de españoles y cuya opinión sigue teniendo un importante peso social. Una Iglesia solidaria -ahí están entre cientos de grandes ONGs, Cáritas o Manos Unidas- y con una potente escuela católica. Ni España ni Europa se entienden sin la fe cristiana que está, lo acepten o no, en las raíces de todos los ciudadanos españoles actuales. No sé si será así dentro de veinte o de cuarenta años, pero hoy nuestra sociedad sigue sostenida sobre cimientos culturales católicos.

También, y tal vez de manera especial, en el País Vasco. Allí se acaba de producir el «espectáculo» de la llegada del nuevo obispo, con inoportunas palabras de su antecesor, matizadas después pero nunca de manera satisfactoria. Desde allí, aunque no sólo, se ha presionado a Roma para que «no se equivocara». Allí se han levantado las voces del clero en contra de su nuevo obispo y los políticos del «católico» PNV no sólo se han mostrado críticos sino que ni siquiera han tenido la cortesía de acudir a su entrada en la diócesis.

Esta Iglesia guipuzcoana, no sé si más nacionalista que cristiana, pero siempre connivente con los intereses de un partido que hace poco fue fundamental para ampliar la legislación abortista y convertir el aborto en un derecho, debería hacer una profunda reflexión sobre su pasado, su presente y su futuro. Acerca de porqué ETA nació en las sacristías, de porqué durante muchos años no ha sido fácil encontrar un sacerdote que oficiara una misa por las víctimas de ETA y sí que atendiera a los encarcelados por terrorismo, de por qué sólo cuenta con cinco seminaristas en San Sebastián y tres en Vitoria, de porqué cada año son menos los católicos vascos que ponen su X en la casilla de la Iglesia en la declaración del IRPF… Hace muchos años, un nefasto político católico, Xavier Arzalluz, recibió al obispo de Bilbao llamándole «un tal Blázquez». Ahora muchos más lo han hecho con Bonilla.

Mucho deberá trabajar José Ignacio Bonilla para buscar la comunión y hacer que la iglesia guipuzcoana sea la iglesia de todos, una, santa, católica, universal. Los conceptos geográficos o incluso culturales no parecen los fundamentales cuando se habla de Iglesia de católicos de distintas ideologías, de comunión eclesial en la Verdad, de fragmentaciones que han hecho un enorme daño a la comunidad cristiana en la historia. Munilla es el sucesor de Pedro en la diócesis vasca. Para los católicos especialmente los vascos, eso debería ser lo único importante. Para que la esperanza deje atrás tantas angustias y tristezas.

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