Caminito de La Moncloa.

Confieso que echaba en falta un discurso al estilo del primer ministro de Portugal, Passos Coelho, cuando en plena campaña contra el socialista Sócrates, les dijo a sus conciudadanos que venían años muy difíciles que obligarían a apretarse el cinturón hasta el ahogo y a tomar medidas drásticas y penosas. Lo dijo y el pueblo le votó.

Hasta ahora, Rajoy se había limitado a proponer una alternativa de gobierno para recuperar la confianza de los inversores conditio sine qua non para reactivar la economía y generar empleo. A lo largo de los últimos meses/años se le acusó de no ofrecer soluciones y eso no es cierto; muchas de las propuestas las fagocitó el Gobierno para luego regurgitarlas como propias; la última, por poner un ejemplo reciente, la reforma de la Constitución para estabilizar el techo de déficit. No es de extrañar que en medios internacionales, como The Economist, se atribuya a Rajoy la autoría de esta reforma y se le considere ya el presidente in pectore. A no mucho tardar, empezará a ser el líder mejor valorado. Lo apuesto.

Hay que prepararse para lo que venga y la salida de la crisis no es nada fácil. Estas palabras salieron ayer de la boca de Rajoy en el mitin de arranque del curso político, en Sotomayor. Echábamos de menos esta contundencia en sus discursos anteriores. Hay que reconocer que se requiere honestidad y valentía para que un político aspirante a gobernar diga a corazón abierto, o “a calzón quitado”, como dijo el propio líder del PP, las crudas verdades que todos tenemos asumidas, acostumbrados como estamos a que los políticos, además de presentarse como expertos en taumaturgia, mientan, hagan promesas para no cumplirse, que diría Tierno, y nos hagan vislumbrar un mundo feliz, salvando todas las distancias, claro está, con el planteado por Huxley.

Que la situación económica es difícil, que está empeorando y que de brotes verdes o luces al final del túnel, nada de nada, lo leemos en los redactados de todos los expertos; sin ir más lejos, Nouriel Roubini dice hoy en este periódico que “España está al lado del precipicio, con los pies colgando”. La imagen no puede ser más estremecedora. Que la cúpula del PP muestre preocupación con el balance que le dejan los socialistas es más que razonable, y deberán estar preparados para la levantada de alfombras, a sabiendas de que, más allá de las sorpresas, hay varios cadáveres, a juzgar por el olor que se percibe de lejos. La deuda a las farmacias de Castilla-La Mancha que Barreda le dejó a Cospedal, es sólo un ejemplo del testamento socialista. Pero no es tiempo de quejas y lamentos, sino de soluciones. ¡Lo pasado, pasado, también en política!, y cuando se llega al sillón del poder, hay que saber afrontar los problemas y no crear enemistades con los colectivos que sólo quieren cobrar sus deudas, por citar un caso puntual. Los ciudadanos se sentirían decepcionados si el PP, que tanto luchó por conquistar La Moncloa emulase a la Zarzamora, llorando por los rincones, porque las arcas están vacías. Ya lo saben.

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Por Magdalena del Amo
Periodista y escritora
Directora de Ourense siglo XXI
Directora y presentadora de La Bitácora, de Popular TV
www.magdalenadelamo.com
[email protected]
(4/09/2011)

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Autor

Magdalena del Amo

Periodista, escritora y editora, especialista en el Nuevo Orden Mundial y en la “Ideología de género”. En la actualidad es directora de La Regla de Oro Ediciones.

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