Luis del Val – Derroches de pelotón


MADRID, 26 (OTR/PRESS)

Creo que fue Chencho Arias el que me contó, cuando faltaban todavía muchos años para que le nombraran embajador de España en la ONU, que allí se podía calcular, al bajar los dignatarios del coche oficial, la renta per cápita del país sobre el que mandaban, con un baremo que rara vez fallaba: cuanto más lujoso era el automóvil, más pobre era el Estado.

En medio de una crisis con no muy abundantes precedentes, a mí me extrañaba que los clubes de fútbol no sólo no aminoraban las exhorbitantes cantidades dedicadas al fichaje de jugadores, sino que la orgía de dinero parecía aumentar hasta crear una situación que lindaba con la grosería. Más aún, mientras aumentaban los impuestos, resulta que las grandes figuras del pelotón, es decir, los mas millonarios, disfrutaban -y todavía disfrutan- de una extraña bula, merced a la cual son tratados como si fueran pobres de solemnidad. Y, además, por si faltara algún detalle para completar la panoplia, los clubes están endeudados como cualquier autonomía que se precie. Las medidas tomadas por el ministerio de Cultura, a través de la Secretaría de Estado, me parecen bien, pero aparte de llegar con retraso, ofrecen demasiada misericordia, porque si yo debiera dinero Montoro me trataría con menor compasión. Ya sé que soy insignificante en comparación con el sacrosanto fútbol, pero creo que la Sanidad y la Educación son bastante más importantes e imprescindibles, y se les ha sometido a sujeción.

Espero que el control a los asuntos del pelotón no sea uno de esos brindis al sol de la afición que más caliente, y concluya una discriminación tan palmaria como irritante.

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