Fermín Bocos – Otro pacto de la Moncloa


MADRID, 16 (OTR/PRESS)

Con la prima de riesgo por encima de los quinientos puntos, parecería llegada la hora de reclamar a la clase política responsabilidad y altura de miras. La incertidumbre que tumba o aplaza las expectativas de salida de la crisis se agranda cuando se observa cómo los políticos (Rajoy, Rubalcaba, los demás) se atrincheran y derrochan energías en las miserias de la confrontación partidista. Las sesiones de control en el Congreso abren el camino de la melancolía. El Gobierno no acierta a disimular el desconcierto que atenaza a los responsables del área económica (de Guindos, Montoro, etc) porque observan con estupor que ni las medidas, ni los recortes, han servido para rebajar la presión salvaje de los mercados. Mientras tanto, la oposición comparece a paso de buey, esperando que sea el tiempo su principal aliado en la estrategia orientada al desgaste del Ejecutivo. Se diría que ni los unos ni los otros han caído en la cuenta de que estamos como quien dice soportando una guerra. Un ataque que se libra en el mundo de la economía, pero que es una guerra.

Es hora, pues, de que unos y otros se olviden de sus estrategias partidistas y empiecen a pensar en el interés de España y en el de todos los españoles. Pensar en cómo salir de ésta: juntos. Gobierno y oposición. PP, PSOE y el resto de las fuerzas parlamentarias. Lo que está en juego va más allá del horizonte de una legislatura.

En los convulsos días de la Transición, el barco llegó a puerto porque, amén del coraje de Adolfo Suárez y del talento del profesor Fuentes Quintana, los restantes líderes (políticos, sindicalistas y empresarios), aparcaron sus diferencias a favor de un ideal superior: salvar la democracia y sacar al país de la crisis económica. Los libros de Historia recogen los Pactos de la Moncloa como el hito que transformó aquella aventura en un sólido edificio. Puede que estemos necesitando algo parecido.

Otros Pactos de la Moncloa para salvar al país del espectacular acoso al que está siendo sometido en los mercados donde se especula de manera salvaje con nuestra deuda y nuestro futuro. No veo otra forma, digna, de zafarnos de la tormenta perfecta que se avizora en el tobogán de la Bolsa.

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