MADRID, 18 (OTR/PRESS)
Entra en la categoría de lo ridículo descolgarse al cabo de un año con lo de la herencia recibida y mucho más después de que el propio Mariano Rajoy decía meses atrás que no iban a echar más las culpas a los anteriores gobernantes. A mí me trae sin cuidado que echen las culpas a quienes les parezca. Por supuesto que los socialistas hicieron cosas muy mal hechas y se columpiaron en la lucha contra la crisis económica y que no dejaron a los siguientes la mejor de las herencias. Pero lo de la herencia es un argumento de muy corto recorrido, que han utilizado todos los gobiernos al llegar al poder. Claro, si no hubiera una mala herencia los anteriores nunca habrían perdido las elecciones, ahora y hace un siglo. Claro que hace un año, cuando el PP con Rajoy llegó al poder, la situación económica de España era malísima. Pero no me hagan decir la obviedad de que ahora, doce meses después, la situación roza con lo catastrófico. Esto no es herencia recibida. Esto es consecuencia de una gestión disparatada a lo largo de las 52 semanas transcurridas.
La verdad es que me da un poco de vergüenza tener que escribir estas capulladas, como si hubiera un solo español que no conociera y estuviera de acuerdo con lo que digo. Pero no tengo más remedio que hacerlo, a la vista de la insistencia en un argumento que a estas alturas resulta ser algo más que una imbecilidad. La verdad es que se habían hartado, hasta el mismo día de su toma de posesión e incluso después, de proclamar que España daría un vuelco por el solo hecho de verlos en el poder, que el país y su entorno recuperarían de inmediato la confianza, que el empleo comenzaría a crecer, que la economía entraría de inmediato en una fantástica fase de recuperación, que el Dios de los cielos contemplaría complacido la taumatúrgica y acelerada transformación del erial que habían dejado los socialistas. Supongo que es que ahora se acuerdan, como nos acordamos todos, de semejantes majaderías y sufren de vergüenza torera por ello y quieren olvidarlo usando argumentaciones inverosímiles, infantiles y burdas.
