Cayetano González – Insuficiente.


MADRID, 25 (OTR/PRESS)

Si el Rey dijo expresamente que pensaba que no exageraba cuando en el minuto uno de su Mensaje de Navidad señaló que «vivimos uno de los momentos más difíciles de la reciente historia de España», entonces debería haber sido más consecuente con esa aseveración en el resto de su alocución navideña y haber lanzado algún mensaje de más calado político, que sirviera a los ciudadanos para ser mas conscientes de la gravedad momento que estamos viviendo.

Algunos defienden que el Rey no debe inmiscuirse ni entrar en los problemas políticos, que eso corresponde al Gobierno y los partidos y que su papel debe de ser estrictamente institucional, el conocido como «papel moderador» de la Corona. Los hay también que compartiendo sustancialmente ese rol que debe de jugar la Monarquía, piensan que ante determinadas situaciones que objetivamente están revestidas de especial gravedad, el Rey debe de ir un poco mas allá y liderar la respuesta institucional a aquellas.

En unos momentos en que desde una parte de España como es Cataluña, se ha lanzado por parte del Presidente de esa Comunidad, Artur Mas, un pulso secesionista que conllevaría para su culminación el incumplimiento de la legalidad y la ruptura de las reglas de juego que todos los españoles nos dimos con la Constitución de 1978, el Rey no debe limitarse a pedir respeto a las leyes y a los cauces democráticos. En unos momentos en que el desprestigio de la política y de los políticos, de las Instituciones en general -incluida la propia Corona- está en unos niveles muy preocupantes para la salud del propio sistema democrático, Don Juan Carlos se queda muy corto cuando en su mensaje navideño se limita a reivindicar «la política con mayúsculas». No hubiese estado de más en el discurso real alguna referencia a ese problema que tanto daño está haciendo y tanto está contribuyendo al desprestigio de la política y de los políticos. No hubiese sobrado alguna referencia a la corrupción.

Ya se sabe que el Rey no tiene absoluta libertad a la hora de decidir el contenido de sus discursos. Ya se sabe que estos son sometidos a la consideración del Gobierno de turno y que lo habitual es que estos -el de Rajoy no es precisamente una excepción- prefieren que el Monarca adopte un perfil bajo en sus palabras. Pero el momento que está viviendo España no está para discursos reales con cuatro ideas o lugares comunes. Los ciudadanos necesitan escuchar a sus representantes institucionales, y el Rey está en la cúspide de ellos, palabras e ideas que les motiven y les den esperanza para salir de la grave crisis económica, institucional, moral y social que estamos viviendo. No se pueden desaprovechar esas oportunidades y tengo la sensación que el Rey dejó pasar la suya en su discurso de Navidad.

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