Antonio Casado – Cuestión de confianza.


MADRID, 10 (OTR/PRESS)

Tal y como se han puesto las cosas en el caso de los supuestos sobresueldos a Rajoy cuando era ministro hace dieciséis años (y otros, como Mayor Oreja, Rato, Cascos, Arenas, etc.), hemos de elegir entre la palabra del ex tesorero del PP, Luis Bárcenas, y la del presidente del Gobierno. Así es, porque mientras la referencia manuscrita del ex tesorero -original o fotocopiada, da igual- nos dice que sí, Rajoy nos dice que no: «Es totalmente falso. Jamás he recibido dinero negro del PP ni de ninguna parte», dijo en público hace ya medio año. Ahora, en un comunicado oficial, el PP acaba de volver a desmentirlo.

La confianza que te inspira la persona es un elemento clave en la formación de criterio. No hemos sido testigos presenciales de cómo funcionaba la presunta circulación de dinero negro en la sede del PP. Pero disponemos de la palabra de Rajoy frente a la de Bárcenas. O sea, la del presidente del Gobierno de la Nación, viejo conocido de la opinión pública, frente a la de quien ha mentido reiteradamente a jueces, fiscales, periodistas, a su partido y a sus abogados.

Bárcenas nos dijo en su día que no había contabilidad B, que la letra de los papeles publicados a principios de año en «El País» no era su letra, que no tenía cuentas en Suiza, que las tenía pero en determinada cantidad luego desbordada por la información de las comisiones rogatorias, que toda su fortuna era de procedencia legal (¿Entonces por qué la ocultaba?), que no todo el dinero de sus cuentas era suyo, nos contó una venta aparentemente legal de un cuadro que luego resultó ser un montaje para blanquear dinero negro, etc, etc, etc. Este es foco de luz que ilumina los presuntos sobresueldos a Mariano Rajoy. Si lo que dice Bárcenas es cierto, en este asunto y en otros, tendrán que ser los jueces quienes lo descubran, o lo verifiquen.

Personalmente, tendría que ver un «recibí» de Rajoy para creerlo, habida cuenta que ya tengo la palabra del presidente negándolo. Cuestión de credibilidad, claro. Cada uno es muy libre de creer al ex tesorero del PP, que lo tiene auto-documentado (ante sí mismo, no ante el Tribunal de Cuentas ni ante ningún órgano de fiscalización interna o externa) o al presidente del Gobierno. Más allá o más acá de la discrepancia política e ideológica, tengo a Rajoy por persona decente y no será Bárcenas, que ha mentido al juez, a su partido, a la prensa y a sus abogados, quien me haga cambiar de parecer.

Todo lo cual no excusa la falta de reacción política del presidente del Gobierno y la dirección del PP ante la pedrada política que aquel acaba de recibir. Es verdad que carece de relevancia judicial pero esa batalla, la de los «sobresueldos» se está librando en la opinión pública más que en los tribunales, que poco o nada tienen que decir ante una supuesta infracción legal cometida hace quince o dieciséis años. Suficiente para que Rajoy acepte el órdago y se explique en sede parlamentaria. Si no, seguirá trepando la sensación de que se encuentra a merced de un sinvergüenza.

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