Charo Zarzalejos – Rajoy ya no fuma.


MADRID, 21 (OTR/PRESS)

Eso de «Rajoy se fuma un puro» poco a poco irá pasando a la historia. Coincidiendo con el ecuador de la legislatura, el Presidente del Gobierno ha dejado de fumar. En realidad, tenía el vicio muy controlado: un puro después de comer que le duraba horas y ahí quedaba todo. Aun así ha optado por eso que se denomina «vida sana» y encarar con más capacidad respiratoria los dos años que le quedan antes de las elecciones generales.
El único «acto» especial con el que ha conmemorado un triunfo que en las urnas fue rotundo. El camino hasta llegar a él no ha sido fácil para este hombre que ha tenido que librar duras y dolorosas batallas internas y ello sin mover una ceja, sin una palabra más alta que otra. A algunos les parecía que se fumaba un puro, pero ahí está. Está al frente de un Gobierno que reconoce no haber cumplido su programa electoral; que sintió vértigo ante la situación económica de España; que ha tomado medidas que han dejado temblando a propios y extraños y que sorteando toda clase presiones, sugerencias y consejos nada inocentes, rechazó la posibilidad de que España-país fuera rescatada al modo de Grecia o Portugal.
Rajoy que en palabras propias aspira a gestionar «la prosperidad y el aburrimiento», de momento no gestiona ni prosperidad y , ni mucho menos, aburrimiento. No estamos en fase de prosperidad. Estamos muy lejos de ello aunque sería absurdo negar que las grandes cifras han mejorado sustancialmente. Esas grandes cifras se tienen que convertir en pequeños números; en esos que permiten llegar a fin de mes o pagar facturas; en esos que entran en los hogares que ahora no tienen un euro o esos que permiten incrementar el aletargado consumo interno. Tampoco hay aburrimiento. Y no lo hay porque la crisis genera ansiedad, incertidumbre y pesadumbre. Si a ello añadimos, la situación catalana o el goteo de excarcelaciones de etarras y peligrosos violadores porque así lo dice el TDHE; el asunto Bárcenas, las críticas a buena parte de sus medidas o a todas sus medidas, no cabe hablar de aburrimiento.
Rajoy ha dejado de fumar su tradicional puro y eso, quiérase o no, modifica su imagen, la propia y la que muchos tienen de él. Sin puro, Rajoy ha modificado el guión y por algo debe empezar esta segunda y definitiva parte de la legislatura. En estos dos años, hemos visto a un Rajoy «gestor» contumaz e imperturbable de las medidas que ,aún no gustándole, ha considerado necesarias. No va a cejar en el camino emprendido, pero debe ensancharlo y ahora que no fuma no estaría de más que, ya que una vez que ha roto el slogan de «Rajoy se fuma un puro», el Rajoy «gestor» de paso al Rajoy «político». Nunca ha dejado de serlo, pero su discurso económico se ha comido, ha tapado su discurso político y es ese discurso político el que sus votantes ,en particular, esperan y desean y el que el conjunto del país necesita, incluso para discrepar del mismo. Precisamente por ser un país que está muy lejos de la prosperidad y, desde luego, del aburrimiento, el discurso político es necesario y la experiencia nos dice que cuando quiere sabe hacerlo.
Se nos avecina una segunda parte de legislatura realmente apasionante y, para comenzarla con buen pie, me atrevo a sugerir que la primera medida que tome ya mismo, sin esperar a informes ni contrainformes absolutamente innecesarios, es anular las vergonzosas navajas de la valla que separa Marruecos de Melilla. Eso es urgente porque la inmensa mayoría de españoles, incluidos muchos, muchísimos votantes del PP, no se ven, no nos reconocemos en semejantes medidas.

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