Manuel del Rosal: «¿Gobierno de progreso?»

Manuel del Rosal: "¿Gobierno de progreso?"

El progreso no consiste en aniquilar hoy el ayer, sino, en conservar aquella esencia de ayer que tuvo la virtud de crear este hoy mejor” José Ortega y Gasset, filósofo español.

La mayoría de la gente cree que, porque el automóvil es más rápido que el caballo, la humanidad ha progresado. Yo no, yo no lo creo así. El progreso es otra cosa, y esa otra cosa debe estar amparada en los valores que siempre han sido la clave del arco de la civilización. Para quien no sepa lo que es la clave de un arco o de una bóveda, le diré que es la dovela que evita que el arco o la bóveda caigan. Si el arco de una civilización está sostenido sobre una dovela clave en valores y principios, difícilmente esta se derrumbará. ¿Y cuál es la dovela clave de una civilización? ¿acaso el progreso? NO. No cuando el progreso olvida en su caminar los valores y los principios que crearon esa civilización. Porque un “progreso” sin paz, justicia y libertad no es tal, es un retroceso, y el gobierno que nos ofrecen Pedro y Pablo carece de paz porque enfrenta a las comunidades. de justicia porque la utiliza para sus fines inconfesable y de libertad porque todo el que no lleve colgado de su cuello el puño y la rosa, será marginado y marcado a fuego. Lo que si le sobra es tiranía y absolutismo.

Pedro y Pablo nos hablan de un gobierno de “progreso” y, sin saber lo que piensan los demás, yo digo que cuando oigo hablar de gobiernos de progreso, espoleo mi caballo y marcho todo lo lejos que puedo de ese gobierno. Y es que el progreso que está basado en ideas totalitarias, únicas e imperativas; ideas más dogmas de fe que los mismos dogmas de las iglesias, que marginan y discriminan a los que disienten de ellas, que impiden al hombre ser individuo para meterlo en el redil de la masa amorfa y fácilmente manipulable, que quiere monopolizar la educación, la cultura, las costumbres. Y que, tras las palabras melifluas y vanas, esconde la peor de las dictaduras; la dictadura del partido gobernante no es progreso. Ese progreso que mantiene los privilegios del Gran Hermano a costa de las carencias del pueblo al que dice defender, cuando en realidad lo utiliza para alcanzar sus objetivos inconfesables, no es progreso, es retroceso en lo económico y en lo social. Y vemos, a modo de ejemplos, como Pablo Iglesias utilizó y utiliza a los que le votan engañándolos con aquello de la casta hasta que él y su mujer, Irene entraron a formar parte de esa casta como “marqueses de Galapagar” y ahora, en un paso más de manipulación de masas, quieren alcanzar vicepresidencias y ministerios; y Pedro Sánchez, auto proclamándose ungido de los dioses, moderado, preocupado por lo social, garante único de las pensiones, desfacedor de entuertos, consuelo de viudas, amparo de doncellas; le canta milongas barriobajeras y rioplatenses a unos ciudadanos manipulados hasta el tuétano con el único fin de dormir en el colchón que cambió en la Moncloa aunque la clave del arco que sostiene a esta España se debilite y esta se derrumbe estrepitosamente sepultando todo lo que parecía que se había con seguido en la transición. Fíjense que ese “progreso” – palabra pervertida cada vez que la pronuncian Pedro y Pablo – nos llevaría a quitar la frontera con África mientras ponen muros entre las distintas comunidades de España y trocean a ella misma.

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