“Magnitud sin precedentes”. Es de esta manera como el Banco de España ha calificado la caída que sufrirá la economía de Latinoamérica, como consecuencia de la crisis sanitaria que azota a esta región desde marzo y que sigue sin dar tregua.
Un informe presentado por el ente financiero da cuenta de las proyecciones planteadas para la región, y además señala que hasta 2022, muchas de sus economías no recuperarán los niveles de productividad previos a la irrupción de la covid-19.
Aunque es de esperar que en el transcurso de los próximos trimestres y debido a la apertura paulatina del comercio, los servicios y la actividad industrial, se registren tasas positivas de crecimiento, la recuperación “será frágil y muy gradual”. El documento justifica esta premisa, atribuyéndole la responsabilidad a limitaciones estructurales y a los escasos márgenes existentes para adoptar políticas de estímulos adicionales, similares a las que con acierto son aplicadas en otras partes del mundo.
A partir de junio, Latinoamérica se ha convertido, tristemente, en el epicentro global de la pandemia. Las pobres y mal planificadas medidas de confinamiento y distanciamiento social, aunadas a fracasados planes de paralización de la actividad comercial y productiva para disminuir los niveles de contagio, no han dado los resultados esperados. Por el contrario: la crisis se agrava y las consecuencias en el ámbito económico son difíciles de contabilizar.
Entre los casos más resaltantes de lo expresado en el documento, en cuanto a la caída de la actividad, Perú es destacado negativamente. Registró una contracción superior a 35% en abril, al compararlo con febrero. En Brasil sucede exactamente lo contrario, ya que la actividad solo se redujo, en el mismo mes, tan solo 15% cuando se compara con el segundo mes del año.
Al referirse al PIB, se reseña que la caída de este indicador durante el segundo trimestre superó 14 % en tasa intertrimestral. Lo anterior es un porcentaje superior al mostrado en casi todas las regiones del mundo, aunque con diversas y muy bien marcadas diferencias entre países, ya que en Perú el PIB se contrajo más de 27%, mientras que en Brasil lo hizo 9,7%.
Las proyecciones, entonces, siguen siendo negativas. Solo el comportamiento de la economía de América Latina en 2021 mostrará el panorama de lo que le espera a la región en 2022.