EN EL ÚTERO MATERNO, EL BEBÉ REALIZA LAS MISMAS ACCIONES QUE UN NIÑO NACIDO: SONRÍE, DUERME, SE CHUPA EL DEDO Y JUEGA

El bebé en gestación siente dolor al ser abortado, pero se silencia para no entorpecer el negocio

El bebé en gestación siente dolor al ser abortado, pero se silencia para no entorpecer el negocio

Los primeros nueve meses son un periodo de aprendizaje, una etapa en la que nos organizamos a nosotros mismos”. Son palabras del doctor Bernard Nathanson, apodado el rey del aborto, antes de realizar el cambio espiritual y apostar por la vida de los no nacidos. Este redactado, con algunas modificaciones, es un capítulo de mi libro Déjame nacer. El aborto no es un derecho, escrito entre 2005 y 2007, publicado en 2009. Las ideas laicistas habían empezado a asomar, pero la sociedad aún no se había encanallado hasta estos extremos. Estas palabras escritas en las fechas citadas pintaban el panorama actual de falta de valores:

Se habla del aborto con una ligereza que asusta. Desde los propios gobiernos se ofrece en el paquete de medidas para el cambio social; medidas impuestas desde las élites y los  grupos radicales empeñados en borrar de la sociedad toda huella de moralidad. Las nuevas tendencias españolas apuntan a la promulgación de leyes para imponer el laicismo salvaje al más puro estilo de los regímenes totalitarios. Ha calado la banalidad que los grupos antivida propugnan desde hace décadas.

Se miente. Se dibuja el aborto como algo natural, sin consecuencias, cuando es el acto más execrable de cuantos un ser humano puede cometer. Es el mayor atentado contra los derechos humanos y uno de los errores más deplorables de las sociedades modernas. Soy consciente de  que puedo caer en la reiteración, pero un impulso más allá de la razón me obliga a ser reiterativa. Es como una oración lanzada al infinito, una plegaria para todos los que quieran oírla. Acabo de tener ante mí un dosier con fotos de niños abortados. Las estampas no pueden ser más deprimentes: bebés completamente formados, algunos decapitados y en pedazos, sangre por todas partes. Lloré. Lloré amargamente de impotencia. Estas palabras son mi arma y mi catarsis ante tanto dolor. (Aún recuerdo cómo me sentí ese día).

El aborto deja muchas secuelas, no solo en la mujer, sino en el padre, en la familia y en otras personas del entorno. El niño no nacido siente dolor, y en algunos abortos tardíos se puede ver el rictus de dolor en sus caras. Los antivida suelen sonreír cuando se habla del dolor del feto. Sin embargo, esto es una evidencia científica. De hecho, los nuevos avances en neonatología permiten realizar operaciones quirúrgicas a los fetos. Estas intervenciones se realizan empleando técnicas de anestesia, analgesia y sedación como en el resto de operaciones.

El feto carece de un lenguaje gestual claro, pero muy elocuente. En el útero materno, el bebé sonríe, duerme, se chupa el dedo y juega. Realiza prácticamente las mismas acciones que un niño nacido. Los estudios de fetología del doctor Nathanson con la ecografía hablan por sí solos.

Antes de finalizar el segundo mes de embarazo, el bebé responde a los estímulos. Las ondas del electroencefalógrafo (EEG) revelan que el niño tiene el cerebro activo. Entre la octava y la décima semana ya se detecta la actividad del tálamo, donde reside el centro del dolor. Antes de la novena semana de gestación ya están activos los receptores sensoriales nerviosos. Hacia la semana diez, ya es capaz de tragar a una velocidad que depende del grado de dulzor del líquido que está ingiriendo [1].

En la actualidad, el límite de viabilidad fetal está en 22 semanas de edad gestacional (EG). En Estados Unidos nació una niña con solo 22 semanas de gestación y ha sobrevivido [2]. ¿Alguien puede creer que a un bebé de cinco meses, nacido, lo podemos cortar con un bisturí  porque no siente dolor? ¿Y si siente dolor fuera del útero materno, no lo sentirá también dentro?

Estos descubrimientos han llevado a que especialistas en dolor propongan a los gobiernos protocolos para que se apliquen analgésicos a los fetos que van a ser abortados. En diciembre de 2006, en el Senado de Estados Unidos, se presentó una proposición no de ley, asesorada por una comisión de expertos en dolor perinatal, que recomendaba un protocolo de actuación dirigido a los médicos que tratan a las mujeres que van a ser sometidas a un aborto en el tercer trimestre de embarazo. Según el protocolo, debían ser informadas de la posibilidad de utilizar anestesia general, con lo cual se anestesia también al feto, o realizar el aborto con anestesia local (que no afecta al feto).

Esta medida podría llevar a una mayor sensibilización de las mujeres. Bien explicado, podría contribuir a un descenso en el número de abortos, al sentir la mujer que al bebé hay que anestesiarlo para eliminarlo, ya que siente dolor. Podría ayudar a un despertar de la conciencia y a establecer un antes y un después en la historia del aborto, porque, de hablar de un “amasijo de células” –léxico empleado por los aborteros—, se verían obligados a reconocer ante la mujer, que el niño que van a eliminar sufrirá si no le aplican anestesia.

La proposición no salió adelante, porque, si bien contó con una mayoría de 250 votos contra 162, se requerían dos tercios de la Cámara. La razón esgrimida fue la no evidencia científica de que los fetos sientan dolor ya que, los proabortistas presentaron estudios afirmando que las conexiones tálamo-corticales no se producen hasta la semana 32 EG. La industria del aborto sabe cómo inclinar la balanza a su favor.

Según el legislador republicano Christopher Smith, la medida habría hecho que el aborto fuera más humano. “No solo hay que hablar de violencia contra niños; ahora sabemos que el aborto también es doloroso para los fetos”, aseguró.

El doctor Francisco Reinoso Barbero, Coordinador de la Unidad de Dolor Infantil del Hospital Universitario La Paz, de Madrid, señala que el estudio presentado en el Senado estadounidense ha sido muy cuestionado por varias razones. Apuntó en primer lugar la motivación no científica, como es la revocación de una ley en curso. En segundo lugar, por la metodología aplicada, ya que en el terreno científico no se pueden establecer conclusiones definitivas si el número de especímenes no llega a los cincuenta y los artículos de neuroanatomía a la decena. (Conocemos la dificultad a la hora de publicar papers que pongan en entredicho las tesis oficiales o la ideología laicista y la industria). La razón tercera se debe a que los planteamientos científicos no fueron los adecuados debido a la definición subjetiva del dolor.

 “El primer planteamiento científico inadecuado es aplicar los razonamientos biopsicosociales del dolor crónico (con una fuerte implicación cortical límbica y singular) a un claro episodio de dolor agudo (con un fuerte componente subcortical). El segundo planteamiento equivocado es anular las características específicas de la psicología neonatal, ya que aunque diferente de la del adulto, sin embargo, se han demostrado posibles cambios conductuales asociados al contacto piel-piel entre la madre y el niño prematuro. Igualmente, la no identificación anatómica de dichas conexiones tálamocorticales no significa que no exista activación cortical en respuesta al dolor, ya que el equipo de la doctora Fitzgerald de Londres ha demostrado que esta se produce en recién nacidos prematuros de 25 semanas EG.

Finalmente, afirmar que los cambios conductuales (gestos y muecas de dolor), vegetativos (aumentos en la frecuencia cardiaco-respiratoria y en la tensión arterial) y hormonales (cortisol y catecolaminas) no son específicos del dolor, pero no se puede olvidar que lo que sí es específica, es la abolición de dichos cambios con la administración de fármacos analgésicos”.

Continúa diciendo el doctor Reinoso que, conociendo estos datos, sería discriminatorio no administrar analgésicos durante los abortos tardíos (a partir de la 21 semana EG) igual que se administran a los prematuros o a los fetos durante las intervenciones intrauterinas. Y sería también inhumano si tenemos en cuenta que la normativa comunitaria, en su artículo 2, protege a los animales de laboratorio y dice expresamente que cuando vayan a ser sacrificados se haga de manera que el animal sufra lo menos posible.

Conclusión: Si el feto a partir de las 20 o 25 semanas EG empieza a percibir dolor agudo, deben aplicarse los medios analgésicos con independencia de cuál sea el destino final del feto [3].

En Gran Bretaña también se hicieron varios intentos para tratar con analgésicos a los bebés que van a ser abortados. En el país anglosajón existe una ley por la cual los fetos no nacidos de animales no pueden ser sujeto de experimentación. Llama la atención que, a medida que un país se civiliza se promulguen leyes para proteger a los animales, tanto a los que se destinan a consumo humano, como a las mascotas o al medio ambiente en general y, en cambio, esos mismos avances son los que hacen proliferar las clínicas abortistas en las que se practica el aborto libre [4].

Afirma el doctor Thomas Verny en su obra The Secret Life of the Unborn Child (La vida secreta del niño no nacido), que si hacia el quinto mes de gestación se coloca una lámpara potente sobre la tripa de la madre, el niño tiende a mover los brazos y a colocar las manos delante de los ojos para protegerse. Si se le pone música a un nivel elevado se obtiene la misma respuesta, es decir, el bebé lleva las manos instintivamente a los oídos. Como ha evidenciado el doctor Nathanson se ha comprobado que los niños sueñan en el vientre materno. A partir de la semana 19 EG se ha registrado el movimientos rápido de ojos o fase REM, con el que se miden los estados de dormir, vigilia y sueños [5]

El sonograma del doctor Nathanson evidenció los sufrimientos “físicos y psíquicos” de la bebita de diez semanas que se agitaba en el líquido amniótico mientras era perseguida por los instrumentos del abortero.

Se deduce que los bebés envenenados por la solución salina tienen una muerte horrible porque en los manuales sobre el aborto se advierte a los médicos no dejar que ni siquiera una gota de esta solución mortífera entre en contacto con los tejidos de la madre porque produciría un horrible e intenso dolor. Estamos hablando de la misma solución que el bebé traga y en la que nada durante dos horas hasta que muere. Por tanto, para columbrar que la muerte se produce entre terribles dolores no es necesario ser demasiado despierto.

Conviene señalar que entre los feticidas incluidos en los protocolos de algunas clínicas abortistas figura el cloruro de potasio, uno de los tres ingredientes utilizados en la ejecución de prisioneros sentenciados a pena de muerte por inyección letal. Sus efectos son tan dolorosos que cuando se practica la eutanasia en mascotas, las normas veterinarias exigen que estas estén inconscientes antes de inyectarles la solución salina.

Las prostaglandinas que se inyectan para matar al bebé en el útero materno producen una compresión de los vasos sanguíneos que impiden que el sistema circulatorio y el corazón funcionen correctamente. No sabemos científicamente si el bebé sufre o no con ello, pero sugieren los doctores Vincent J. Collins y Steven R. Zielinsky que podemos preguntarle a un paciente con angina de pecho, que sufre espasmos agudos porque sus vasos sanguíneos están comprimidos. Es lógico pensar que si el adulto siente dolor por la compresión de sus venas, el pequeño bebé sienta lo mismo a pesar de su tamaño [6].

El académico John Noonan dice a propósito del aborto:  “Independientemente del método que se utilice, los niños están sufriendo el peor de los males corporales, el final de sus vidas. Están pasando por la agonía mortal. A pesar de su precaria existencia, de sus limitadas capacidades cognitivas y de sus rudimentarias sensaciones, están experimentando la desintegración de su ser y la terminación de sus capacidades vitales. Esta experiencia en sí es dolorosa. […] No hay leyes que regulen el sufrimiento de los abortados, aunque sí las hay para mitigar el dolor de los animales. […] Es un signo, no de error o debilidad, sino de compasión humana el amar a los animales. ¿Podrán aquellos que se sienten conmovidos por la ballena arponeada, sentir compasión por el niño impregnado de solución salina? Todo nuestro conocimiento del dolor ajeno es por simpatía, pues no sentimos el dolor de otros. Por eso el dolor ajeno es tan tolerable para nosotros” [7].

 En el año 1984 –hace ya 37 años— Adrian Lee, columnista del Philadelphia Daily News obsequiaba a sus lectores con estas palabras: “El debate sobre el aborto ya no volverá a ser el mismo. […]  Las distinciones entre la vida y la vida potencial tienden a ser abstractas […] pero, al hablar del dolor surge la imagen del niño indefenso, rodeado de cuchillas quirúrgicas tormentosas y soluciones salinas en el lugar donde se supone que esté más seguro: el vientre materno. El abortista, al inyectar la solución que quema la piel del niño, realmente despelleja al feto en vida. ¿Cómo se puede no reaccionar ante esto?” [8].

Además de estar establecida en la semana 24 EG la capacidad de sentir dolor, cada vez son mayores las evidencias de que el no nato puede sentir dolor alrededor de la semana 11 EG y que los primeros movimientos se producen cinco semanas y media después de la concepción. A medida que avanza la investigación, los datos que apuntan a que el bebé puede sentir dolor desde las primeras etapas, son cada vez más evidentes. [9].

El antes y el después que pronosticó el columnista Adrian Lee quedó en el olvido. No hemos ido a mejor sino todo lo contrario. Los colectivos antivida han ido tomando posiciones; el aborto está despenalizado en la mayoría de los países; los anticonceptivos abortivos se reparten como si fuesen caramelos; las clínicas abortistas crecen como los pubs: el aborto se ha convertido en un consumible más del Estado del bienestar, y los gobiernos llamados progresistas promulgan leyes para asesinar de manera legal. Apenas se habla de las consecuencias perniciosas del aborto. La sociedad consumista de la obesidad y de la anorexia, del ipod y el MP3, de la wifi, la banda ancha y los teléfonos de última generación, la realidad aumentada y el metaverso, aborta legalmente sin sentir el más mínimo remordimiento de conciencia. No está de moda hablar de la conciencia en el moderno siglo XXI. Por eso nos quieren convertir en robots. Todos iguales, pensando lo mismo, no vaya a ser que el Gran Hermano se enfade y nos borre del sistema.

Amigo lector, el aborto es el más bajo de los asesinatos. Es la violación más flagrante de los derechos humanos; el acto más cruel, más cobarde y más indecente. ¿Dónde quedaron nuestros principios? En una próxima entrega hablaremos de los bebés abortados que nacen vivos.

(Del libro Déjame nacer. El aborto no es un derecho, Magdalena del Amo, La Regla de Oro Ediciones, Madrid, 2009).

NOTAS:

1. Tenga en cuenta el lector la cantidad de funciones que realizan los bebés de menos de tres meses de gestación. Estos niños se abortan legalmente en España a diario en nuestra Sanidad Pública y en clínicas privadas, con el pretexto de que el embarazo no es deseado y/o puede perjudicar la salud física o psíquica de la madre.

 

  1. Amillia Taylor, fue hasta hace tres años la bebé más prematura del mundo. Nació en el hospital infantil Baptist de Miami, pesó 283 gramos y midió 24 centímetros. Nació perfecta y cuando le dieron el alta, después de cuatro meses, pesaba 2 Kg. La evolución de Amillia es descrita por el personal médico como un milagro. «Ella es de verdad un bebé milagroso», destacó William Smalling, especialista de la unidad de neonatos del Hospital Baptist, quien explicó que el equipo médico que lo atiende «ni siquiera sabía cuál era la presión arterial normal de un bebé» tan diminuto.

Acabamos de conocer otro caso de una niña que nació con 23 semanas de gestación en el Hope Hospital de Manchester. Se llama Lexie Slater Folksman y también se le denominó “niña milagro”. Cuando nació, sus ojos no se habían desarrollado y tuvo que ser intervenida un mes después. Deberá usar gafas de mayor y tendrá problemas respiratorios pero, sin duda, será una niña muy querida y feliz. Las palabras de sus padres son aleccionadoras: “Estamos tan contentos de tener a Lexi en casa con nosotros que nos damos cuenta de lo erradas que están las leyes del aborto”. Conviene recordar que en el país de Lexi, se puede abortar hasta la semana 24 de gestación y que la ley es un referente para los Gobiernos mal llamados progresistas.

 

En 2014, nació en Estados Unidos una bebé prematura a las 21 semanas de gestación, a la que reanimaron por petición expresa de su madre. Pesó 425 gramos.

 

  1. El doctor Reinoso Barbero cita las siguientes fuentes: Unborn Child Pain Awareness, Act of 2005 – S51. 109th CONGRESS/Lee SJ, Peter Ralston HJ, Drey EA, Partridge EJC, Rosen MA. Fetal Pain. A Systematic Multidisciplinary Review of the Evidence. JAMA 2005; 294: 947-954/Moore ER, Anderson GC, Bergman N./ Early skin-to-skin contact for mothers and their healthy newborn infants. Cochrane Database Syst Rev. 2007 Jul 18;(3):CD003519./Slater R, Cantarella A, Gallella S, Worley A, Boyd S, Meek J, Fitzgerald M. Cortical Pain Responses in Human Infants. The Journal of Neuroscience 2006, 26: 3662-3666/Smith RP, Gitau R, Glover V, Fisk NM. Pain and stress in the human fetus. Eur J Obstet Gynecol Reprod Biol. 2000; 92: 161-5/Council Directive 86/609/EEC of 24 November 1986. Official Journal L 358, 18/12/1986 P. 0001 – 0028.

 

  1. Amamos a los animales. Luchamos también por sus derechos y cada vez que se promulga una ley para su defensa creemos que estamos honrando la Creación y ejerciendo de auténticos seres humanos. Pero discrepamos de los incoherentes como Peter Singer que concede más derechos a los monos que a los embriones, o de los llamados ecologistas que sienten más compasión por los lagartos, las águilas o los linces que por los pobres seres humanos no natos, sin ninguna ley que vele por sus derechos, completamente a merced del capricho o conveniencia de la madre.

 

  1. REM: Siglas en inglés de Rapid Eyes Movement (Movimiento rápido de ojos), fase del sueño.

 

  1. Evidencias científicas del dolor que sufre el feto al ser deliberadamente abortado. Doctores Vincent J. Collins y Steven R. Zielinski, y el abogado Thomas J. Marzen, Esq. citados por Human Life International.

 

  1. New perspectives on Human Abortion. (Nuevas perspectivas sobre el aborto en los seres humanos). John Noonan. Aletheia Books, University Publications of America, Inc.

 

  1. Philadelphia Daily News. Adrian Lee. 6 de marzo de 1984. Se deduce que el antes y el después se refiere posiblemente a los estudios sobre el feto del doctor Bernard Nathanson y otros expertos próvida.

 

  1. Britain: Main Required Pain Killers for Late-Term Abortion Procedures. Kaiser Daily, 11 agosto 2008. Fetal Pain: UK Professor Calls for Fetal-Anesthetized Abortions, Kaiser Daily, 29 agosto 2000, www.kff.org. Human Sentience Before Birth. A report by the Commission of Inquiry into Fetal Sentience, www.care.org.uk/ussues/fshs02.htm.

 

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Autor

Magdalena del Amo

Periodista, escritora y editora, especialista en el Nuevo Orden Mundial y en la “Ideología de género”. En la actualidad es directora de La Regla de Oro Ediciones.

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