Empiezo con versos de la canción a la Magdalena de Joaquín Sabina: “La más señora de todas las putas / La más puta de todas las señoras / Con ese corazón / Tan cinco estrellas / Que, hasta el hijo de un Dios / Una vez que la vio / Se fue con ella / Y nunca le cobró / La Magdalena”
“Dicen que la política es la segunda profesión más vieja del mundo. Me estoy dando cuenta de que cada día se parece más a la primera” Ronald Reagan
“No hay perro sin pulgas ni pueblo sin putas” Refrán castellano
“La política es una casa de putas con una encargada que responde al nombre de Hipocresía y tres pupilas llamadas Verdad, Justicia y Honestidad que son prostituidas y pervertidas de continuo” Esta frase es mía
Viene de nuestros bisabuelos y sigue vigente. Nuestros bisabuelos eran más inteligentes que nosotros a pesar de no poseer las nuevas tecnologías que nos agobian. Hoy es más inteligente un reloj o un coche que un ser humano. No era así con nuestros bisabuelos y abuelos.
Estos, al estar más en contacto con la naturaleza y vivir según sus ritmos circadianos, sabían que hay cosas inevitables, que no se puede luchar contra los elementos, que no se puede esperar lo imposible, que es de tontos pretender cerrar lo que por su naturaleza intrínseca tiene la condición de abierto; que, en definitiva, la libertad es imparable. Y es por todo eso que tenían acuñada una frase popular y ancestral por siglos:
“No se pueden poner puertas al campo”
Este gobierno de tinieblas, apoyado por los demás partidos quiere ponerle puertas al campo…al campo de la prostitución; prostitución que los políticos que conforman el gobierno y la oposición compran para satisfacer sus instintos sexuales más bajos – ¡hay que ser hipócrita! -, tanto ellos como ellas porque no debemos olvidar que, no solo hay prostitutas, también hay prostitutos. Estoy hablando de la prostitución como profesión elegida libremente, no de proxenetismo explotador al que le debe caer todo el peso de la ley. Se supone que la ley prohibirá tanto la prostitución que compra el ciudadano común, es decir la de los polígonos, casas de citas y puticlubs; vamos la prostitución que podríamos llamar de clase media – baja, como la prostitución de lujo, la prostitución VIP, la de las damas de alta cuna y baja cama que se conoce menos, pero que es tan numerosa como la “popular”. Además, hay una pregunta en el aire que nos hacemos los que pensamos más allá de la realidad mágica en la que viven los políticos: ¿Qué medidas va a tomar el gobierno con las prostitutas y prostitutos que se van a quedar sin “mods vivendi”? Pensemos que algunos y algunas, como cualquier ciudadano de a pie, tiene una hipoteca. Una vez se queden sin trabajo ¿tendrán derecho al paro? ¿a un ingreso mínimo vital? Señores políticos, con esta ley van a echar a la calle a miles de mujeres y hombres que han elegido libremente vivir de su cuerpo. Y aquí se produce una contradicción entre ustedes tan dados a frases rimbombantes, pero vacías. Ustedes dicen que “la mujer es dueña de su cuerpo para abortar” y, sin embargo, no lo es para utilizarlo libremente como su modo de vivir.
La prostitución está implantada en este planeta azul desde el primer día en que los hombres pusieron sus pies en él, basta leer la Biblia para comprobarlo. Y está implantada porque forma parte de la condición natural del ser humano tal como puede ser la soberbia o la estupidez.
Insisto: prostitución libremente ejercida, no proxenetismo explotador. Y ustedes quieren acabar con ella mediante una ley dando muestras de ser estúpidos si es que creen que la prostitución va a acabar porque una ley se ponga negro sobre blanco. O ustedes son unos hipócritas de manual o son unos ignorantes de lo que es la condición humana, sobre todo la condición de la mujer. Pero más estúpidos serán los ciudadanos que crean que, porque hay una ley más entre el fárrago de leyes que anquilosan a este país, se va a acabar el mercado milmilenario de la prostitución.
Termino recordando aquella frase del escritor francés León Bloy: “Un santo puede caer en el barro y una prostituta puede subir a la luz”
MAROGA