OPINIÓN

Victor Entrialgo De Castro: «Las feas»

Victor Entrialgo De Castro: "Las feas"

Las feas han tomado «el Ministerio inventao» y, armadas con su envidia y resentimiento, se han lanzado a legislar para acabar con su malestar, que resulta ser culpa de la sociedad.

Pero así no se acaba con la fealdad ni con su malestar. Es como si un grupo de analfabetos organizasen un master para profundizar en su ignorancia o  un grupo de de presidiarios planificasen durante meses con limas, llaves falsas, cinta aislante, sábanas y paciente minuciosidad, unas jornadas de puertas abiertas.

No hay mujer fea, salvo la que llena de resentimiento se empeña en seguir siéndolo, o en dejar de ser mujer. Esta gente del «Ministerio inventao», en vez de igualar a todas, altas y bajas, naturales y artificiales, sosas y salás, en el eterno femenino, quiere repartir el encanto, como los aprobaos, con un título del Ministerio que expiden seres indefinidos con cara de feroche. La justicia, la selectividad, los géneros, la igualdad. Esta gente parece haberlo inventado todo.

Pero ninguna reforma triunfa si no está arraigada ya en la sociedad. Cuando no es así, cuando se trata sólo de una invención testaruda de cerebros sin amueblar, el mecano se viene abajo pues los constructores desconocen donde están siquiera los cimientos.

Por eso «estas adalides de la igualdad» son las mismas que sueltan violadores, silencian la revolución de las iraníes y apoyan el peronismo de Cristina Kichner condenada por desviar, que se sepa, más de quinientos millones de euros.

De ese silencio ante la revolución del velo, las maletas de la Delcy y el griterío en defensa de Cristina Kichner puede deducirse fácilmente de dónde vino la financiación de la organización que hoy forma parte del gobierno y que tantas fotos con ella se hicieron, incluidas las de Más Madrid.

Pero el resentimiento del feismo del «Ministerio inventao» no es responsabilidad exclusiva de las activistas; ni siquiera de la monja vicerrevolucionaria comunista cuyo modelo, desde que se cayó dentro del armario, no es China ni Rusia, sino Cristhian Dior.

Bajo la llamada de atención permanente de estas chicas subyace un trauma que empuja su atrevimiento hasta la soberbia legisladora. Y desde que han conocido lo de madrugar, están llenando las agendas de los colegios profesionales de media España de «desayunos por la igualdad».

Por supuesto que su atrevida ignorancia, junto a su extravagancia, generan un efecto pernicioso para la convivencia que habíamos logrado los españoles, nuestro mayor patrimonio, que esta panda de indocumentadas son capaces de conducir, absurda y estúpidamente, hacia el enfrentamiento y el empobrecimiento general, si no añaden algun drama más a la suelta de presos.

Y por supuesto que la concepción social y actitud que mantienen atrincheradas en el Ministerio, las priva de la propiedad que tienen las cosas bellas, la que nos hace amarlas.

Eso es justamente la belleza, las cosas o las personas que infunden en nosotros deleite espiritual y que, frente a los cánones actuales, resulta siempre insuficiente si no avanzan de la mera simetría de formas o apariencia meramente superficial hacia otra cosa. Si no consigue esa fusión de «apariencia armoniosa y virtud moral» que los griegos llamaban «areté».

Pero con ser enorme, la mayor responsabilidad no es suya. El mayor responsable de todo es el presidente del gobierno. Es Sanchez quien de verdad nos extrema, nos afea la convivencia y la Nación quien lo permite.

España ha dejado que un maniquí sin rigor, ni peso, ni principios, puro aire y conveniencia, con la insoportable liviandad de un personaje sin sustancia que mueve afectadamente sus caderas esté atizando el extremismo del que se sirve y la llama de la división de los españoles con su provocación diaria.

De ahí su responsabilidad histórica incluso en «el feísmo político». Eso es lo que dirá la historia de Pedro Sanchez. Que pactó con el diablo contra la Nación, echó gasolina al fuego y durmió profundamente en Moncloa despues de haber causado el insomnio de los demás.

Que no sólo fue el responsable del desastre económico, político y social del peor gobierno de la historia de España, sino que alimentó entre nosotros el odio de género e impidió a las feas del «Ministerio inventao» y su rictus de amargura, encontrar el encanto auténticamente liberador que seguramente tendrán oculto bajo un un sinfín de demagogias e ideología barata.

Victor Entrialgo

 

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