Este 2 de marzo de 2015 escribe Ignacio Camacho en ABC una columna titulada ‘De inexplicable nada‘ en la que arranca diciendo:
Subida físicamente en las tablas del mayor teatro andaluz y moralmente en la euforia de las encuestas, Susana Díaz dijo en su discurso institucional del 28 de febrero que los casos de corrupción registrados en Andalucía son «bochornosos e inexplicables». Y minimizables, cabría añadir, dado que sólo le merecieron tres palabras en trece folios.
Añade que:
Esos vergonzantes episodios han sucedido porque los suyos, o sea, el PSOE, hace mucho tiempo que han tomado la Junta por un predio de propiedad exclusiva y hereditaria.
Y concluye que:
La corrupción, respetada presidenta, ha sido en efecto bochornosa, incluso imperdonable, pero de inexplicable nada. Se explica muy bien a la luz de tres décadas largas de poder unívoco y autocomplaciente en el que las mayorías absolutas se confundían con mayorías absolutorias. Y lo peor es que tampoco ha sido inevitable, sino consentida, amparada y protegida, cuando no auspiciada.