Este 15 de julio de 2015, escribe David Gistau en ABC una columna titulada ‘Sopa de ganso’ en la que arranca diciendo:
A Pablo Iglesias nunca lo habíamos visto tan rabioso y dislocado -tan sacado, dicho en argentino- como al hablar de la trampa de la adhesión de Podemos a un concepto coral de unidad popular que le ha tendido Alberto Garzón con la asistencia de los abajofirmantes del arte.
Añade:
La situación es alarmante para Podemos, al que se le están fugando hasta los actores y los cantautores. Hay que admitir que esta maniobra redime a Alberto Garzón, quien nos pareció una víctima irremediable y pertinaz después de la fallida escena del sofá en la sede de Podemos y de los insultos con los que Pablo Iglesias lo destrozó como un predador político que no se apiada ni de los amigos.
Y concluye:
Iglesias ya no es el propietario del tictac, sino su víctima. Ya no tiene el monopolio de nada. Ya se ha convertido en un veterano profesional de la política al que otros renuevan. Como para no rabiar.