José María Carrascal

«El nacionalismo es una suerte de enajenación mental transitoria»

"El nacionalismo es una suerte de enajenación mental transitoria"
José María Carrascal. PD

José María Carrascal adelanta lo que pasará este 9 de noviembre de 2015 desde el mismo momento en que el Parlamento catalán dé vía libre a la patochada separatista:

A las diez de esta mañana, la hora menos taurina del día, sonarán los clarines en el Parlamento catalán para iniciar lo que llaman la «desconexión» con España, que no es otra cosa que el inicio del proceso independentista. Lo hacen rompiendo la legalidad española y sin aval internacional. Amparados únicamente en su «legitimidad» que, ¡oh paradoja!, les viene del ordenamiento legal español. Y lo hacen, además, sin un respaldo amplio, sólido de los catalanes, que en su mayoría se mostraron en las últimas elecciones autonómicas contrarios a la independencia, sobre todo de esta manera.

Subraya que:

Sabiendo que el Gobierno presentará de inmediato un recurso de inconstitucionalidad que, según todos los indicios, el Tribunal Constitucional aceptará y aprobará, invalidando la resolución. No importa. Seguirán adelante. Unos, los menos, para escapar de la Justicia española que sigue de cerca sus actividades delictivas en el ejercicio de sus funciones. Los más, por pura inercia y no ser tachados de malos catalanes. Y el núcleo duro, central, dirigente, por espíritu catalanista. Son los cruzados de la causa, capitaneados por la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, convencida de que los catalanes llevan tres siglos esclavizados por España, como ha dicho en innumerables ocasiones, y piensa que suena la hora de sacudirse las cadenas. «¡Hombre!, podría decírsele, para haber estado esclavizados no les ha ido tan mal. Por lo pronto, se han convertido en una de las partes más ricas, más modernas, más desarrolladas del país». Será ella quien reciba del TC el alto del proceso independentista y la encargada de que no siga adelante. De no cumplirlo, se la suspenderá de funciones. Lo que ocurra en adelante queda en manos del azar.

El nacionalismo ha sido comparado con un enamoramiento, con buenas razones por lo que supone de enajenación mental transitoria entre sus afectados, aunque también tiene bastante de religión secular, en la que la «nación» se torna divinidad y sus seguidores, en feligreses de la misma, con una fe que se vive, se siente, se cree sin necesidad alguna de razones. De ahí que pueda engañárseles, como ha ocurrido en Cataluña durante las últimas décadas, con toda clase de embelecos.

Y detalla que:

El primero de ellos es que si Cataluña ha llegado a ser lo que es, se lo debe, aparte de la laboriosidad, iniciativa y espíritu de empresa de sus habitantes, al resto de España, que le ha ofrecido amplio mercado, mano de obra barata y abundantes inversiones tanto privadas como públicas. También España le debe mucho a Cataluña. Pero no vamos a perder el tiempo en discutir ahora y aquí sobre quién debe más a quién. Los que aún reflexionamos sabemos que los beneficios han sido mutuos y emparejados. Lo malo es que muchos de esos catalanes han abandonado Cataluña y los que se quedaron han sido arrollados por la marea catalanista. Mientras en esta parte crece el hartazgo y enfado.

Es como suenan tempraneros los clarines de la confrontación en una Barcelona antitaurina. Aunque nunca ha sido Cataluña tan «tipycal Spanish». Pero de la España del siglo XIX. La corrida será a las cinco de la tarde, como mandado, y ya saben ustedes a quien se lidia.

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Autor

Juan Velarde

Delegado de la filial de Periodista Digital en el Archipiélago, Canarias8. Actualmente es redactor en Madrid en Periodista Digital.

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