Manuel del Rosal García

Yo no soy Bruselas, ni Bataclán, ni Charlie Hebdo

Yo no soy Bruselas, ni Bataclán, ni Charlie Hebdo
Manuel del Rosal García. PD

«Llegó el momento en que el sufrimiento de los demás ya no les bastó; tuvieron que convertirlo en espectáculo» Amelie Nothomb, escritora belga.

Yo soy uno de los muchos ciudadanos europeos indignados y cabreados en extremo ante tanta ineptitud, tanta desidia, tanta dejadez, tanta inoperancia, tanta irresponsabilidad, tanta tolerancia inadmisible, tanto buenismo, tanta comprensión, tanta tibieza, tanto relativismo.

También ante tanta lágrima de plañideras, tantas palabras huecas, tantos mensajes adornados con la trivialidad y la banalidad característica de las redes sociales. No digamos ante tanto asco de quienes como los señores Iglesias y Garzón se niegan a firmar el pacto antiyihadista y ante la tibieza del tibio Pedro Sánchez – «porque eres tibio te vomitaré» dice Dios – que mostrando menos sensibilidad que una mata de habas, y haciendo gala de una codicia política ad infinitum, no le importa pactar con estos dos personajes oscuros ofendiendo de esa manera a las víctimas.

Que en España puedan gobernar personajes siniestros que, sutilmente, se esconden de condenar a esa pandilla de asesinos, puede producirse con el apareamiento de Pedro Sánchez con IU y Podemos, y puede producirse porque Pedro Sánchez está dispuesto a compartir lecho y adoptar las posturas que le pidan quienes sean.

Yo no soy de los que dicen y twitean esas frases banales, huecas y sin médula cada vez que los asesinos de «¡Alá es grande! Riegan las calles de una ciudad con sangre inocente. Muchos de ellos son los mismos que han votado (más de cinco millones) a quienes, en un ejercicio de ruindad y mezquindad moral, no han firmado el pacto antiyihadista. Yo no soy de los que lloran a las víctimas mientras votan a ese esperpento de alcalde de Zaragoza adicto a la gomina que ha justificado la masacre demostrando la miseria moral que le pudre por dentro.

Yo no soy de esa policía que deja huecos por todas partes para permitir que un extraditado de Turquía a Bélgica con el marchamo de terrorista grabado a fuego en la frente, viva libremente en sus ciudades preparando libremente el atentado.

Yo no soy de esos políticos débiles, sin determinación, sin coraje pendientes tan solo de cómo llegar y mantenerse en el poder a costa de lo que sea y que gastan todas sus fuerzas en las palabras fútiles, inanes, demagógicas, puritito florilegio de sandeces repetidas una y otra vez tales como: «La justicia caerá con toda su fuerza sobre los asesinos» «No descansaremos hasta encontrarles» «Pagarán sus crímenes» «Debemos unirnos contra ellos».
Incluso hay políticos, más que podridos, que buscan sacar ventaja electoral cuando se produce algún atentado terrorista; aquí tenemos constancia de ello. Yo no soy del espectáculo bochornoso que montan algunas televisiones con cada batalla ganada por los asesinos.

Yo no pertenezco a los que lo arreglan sus conciencias con la consabida frase «Yo soy Charlie Ebdo» por ejemplo, al tiempo que se desgañitan levantando voces contra la pena de muerte para esos asesinos repugnantes. Y como yo, millones de ciudadanos europeos que levantamos nuestra voz contra tanta desidia e irresponsabilidad policial y política, lástima que otros muchos millones de europeos- puede que incluso más – permanezcan aletargados como lagartos frente al sol, anestesiaos por el relativismo y lo políticamente correcto, doctrinas predominantes de nuestro siglo que están minando a la sociedad europea.

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