Se canta lo que se pierde, decía Machado. Desde el flamenco hasta Julio Iglesias, jondo o superficial, el cante es eso. Se canta lo que se pierde, pero se canta también para no olvidar.
Las canciones infantiles y la cultura popular se transmiten en buena parte cantando para recordar lo mismo que ahora recomiendan los estudiosos como medida preventiva y terapéutica para el alzheimer.
La cultura occidental comienza con los aedos, poetas griegos incluso ciegos, como Homero que se encomiendan a las musas para poder cantar en hexámetros y recordar a los héroes griegos peleando o padeciendo odiseas sin cuento.
Canta oh musa, comienza Homero la Ilíada, la cólera de Aquiles, el héroe de los pies ligeros que sólo se perdió por un talón.
Cuéntame oh musa la historia del hombre de múltiples senderos, comienza la Odisea, que anduvo errante después de asolar Troya y sufrió dolores sin cuento en el mar tratando de asegurar la vida y el retorno de los compañeros.
Como Homero, los enfermos de alzheimer cantan para no olvidar. No sólo olvida el que padece. Olvidamos todos porque nos da miedo y olvidan los poderes públicos a los cuidadores que pelean frente al olvido, a veces caminando despacio y otras con los pies ligeros.
Cantad políticos las ayudas necesarias, para no olvidar a los que olvidan y a sus cuidadores, héroes de esa lucha desigual.
Se canta lo que se pierde, decía Machado. Pero al mismo tiempo se canta también, para no olvidar.
