Santiago López Castillo

Reformas y alicatados

Reformas y alicatados
Santiago López Castillo. PD

Se reforma algo con el sano juicio de mejorarlo. Pero reformar por reformar y sin cumplirla, entiéndase la Constitución, parece que es un empeño en vano. Mas nuestros políticos tienen alma de cocinillas y quieren quedar por encima del agua como el aceite. Ahí está, en primera posición, el vacuo Sánchez que va de salvapatrias y descorbatado para enmendar la plana a nuestros constituyentes. Como se dice, tiene más peligro que una piraña en un bidé. Me fío más del Coleta, que ya es decir, que del empleado de la planta de caballeros de El Corte Inglés. Él, por llegar a la Moncloa, mata; como la díscola que, sin sacarla, la espada, se entiende, ha hecho su modus vivendi a costa de un torero.

¿Reformar qué? ¿Por qué y para qué? Son algunas de las preguntas coherentes que ha hecho el galaico Rajoy. Sánchez y los cuatreros del hemiciclo buscan la foto, el fotomatón que en el arca se vende. Se trataba y se trata de desmembrar España. Y dale con el federalismo. ¿Las regiones van a tener más independencia y libertad que con las autono-suyas según el irónico Vizcaíno Casas?

Fuera de coñas, el título VIII de la Carta Magna es un horror. Y lo dice, y perdón por la autocita, este su seguro servidor de ustedes, I Premio de la Constitución Española, y quien informó (500 horas de debates) sobre la elaboración de la Carta Magna a través de TVE. Las autonomías fue un dislate. Los nacionalistas periféricos se la metieron doblabada a los políticos residuales del anterior régimen. Fue cuando mi amigo Gregorio Peces-Barba me dijo: «Estos tíos -por los nacionalistas, nada de «moderados»- nos han engañado».

– Será a ti -repliqué al socialista y madridista que llegaría a presidente del Congreso tras haber ejercido como padre de la Patria.

Ahí está esa becerrada liderada por el mayor canalla de la democracia. El cara dura, vividor, independentista y cobarde Puigdemont, que vive al abrigo de Bruselas, en la Grande Place, mecido entre panfletos y onzas de chocolate. ¿Reformar, qué? ¿La financiación autonómica, que ha sido reformada no sé cuántas veces? ¿Y ahora toca el cupo vasco que propugna el gordito relleno de Iceta con ce, no como la reina consorte, esnob y republicana? Posiblemente, es lo que toca.

Los supuestos independentistas siguen dándonos por culo. Y sugieren que a esta bufonada de comisión para reformar la Carta Magna vengan Serrat, Loquillo y los Trogloditas, Luís Llach, Joaquín Sabina y algún mequetrefe más (exceptuando a los citados). Miren, no. Demasiados circos se exhiben en el Congreso como para que al redoble del tambor las Cortes se vistan de Price, con el sedicioso Puigdemont de clown). Se cambiará del Título de la Corona lo correspondiente a lo de la dinastía hereditaria para poner en pie de igualdad la hembra con el varón, con tanto atosigamiento de sexismo que padecemos los hombres siempre tildados de machistas.

– No estuvo usted en la recepción del 39º aniversario de Constitución, ¿verdad?
– Procuro evadirme de actos en los que se hace la risión.

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