ANÁLISIS

Juan Pablo Comenarejo: «El Dunkerque del PP»

Juan Pablo Comenarejo: "El Dunkerque del PP"
Inés Arrimadas (CS), vencedora de las elecciones autonómicas en Cataluña. EF

Los que rodean a Rivera suelen decir que su líder es un «killer» que va a la faena sin contemplaciones ni miramientos, ya que olfatea la sangre del herido como los tiburones en mitad del océano a la hora del hambre.

Ocurrió tras unas negociaciones «muy serias» entre el Gobierno del PP y Ciudadanos, la primera vez que fue votado el decreto de liberalización de la estiba en los puertos en el Congreso de los Diputados, el pasado mes de marzo de 2017.

Fue un hilar muy fino entre Fátima Báñez y el portavoz naranja, Juan Carlos Girauta.

La ministra de Empleo es muy respetada en los negociadores habituales de Ciudadanos, por su conocimiento de las materias y su saber estar en las conversaciones entre ambas partes para la investidura de Rajoy durante aquel caluroso agosto de 2016.

Es decir, que el pacto era de verdad y no «de boquilla», pues ambas partes habían intercambiado papeles sobre algunas otras propuestas, que acompañaban el voto favorable de Ciudadanos.

Pero, antes de comenzar el pleno, Rivera bajó el pulgar porque el PP no tenía más apoyo que el de Ciudadanos e iba a ser derrotado:

«Si es para perder, que lo hagan solos».

Báñez, sorprendida, no encontró otra explicación en los escaños de un poco más arriba del banco azul.

La victoria del 21 de diciembre de 2017 en Cataluña la extendió Rivera al resto de España la misma noche de las elecciones.

Arrimadas habló de puertas para adentro, Cataluña, y el líder de Ciudadanos ya estaba con las luces largas. Desde entonces ya no tiene ninguna duda que el PP se va a batir en retirada en lo que queda de legislatura, como los británicos hacia las playas de Dunkerque.

Va a condicionar los presupuestos con toda la munición que tenga y los juicios por corrupción traen un arsenal. Ayer en Barcelona, donde asistió a la manifestación de policías y guardias civiles que piden la equiparación salarial con los agentes autonómicos, le llamaron presidente. Rivera elevó el punto de mira:

«No es Gürtel, es el caso PP».

A Rivera le interesan cuanto antes unas elecciones generales porque su estructura autonómica y municipal es endeble.

En cambio, el PP espera que una flota de alcaldes y líderes regionales rescate a Rajoy y compañía como los barcos de recreo y de pesca sacaron a la tropa de Churchill de una derrota segura.

Albert Rivera va a por todo el electorado del Partido Popular una vez vistas las tripas de las encuestas, especialmente la de ABC el pasado lunes, que ya le certifica el pase de la mitad del votante del centro y la derecha.

Del PP depende dejarse llevar por la corriente y ser perdido de vista o ponerse a remar en condiciones para, por lo menos, sobrevivir al ataque sin prisioneros que les está lanzando Rivera.

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