Efectivamente, la partida que empezó con las elecciones generales, continuará jugándose hasta el último domingo del mes. Lo malo para los jugadores es que dada su duración y la cantidad de faroles que se han echado, y los que prevemos echarán, tenemos la impresión de que paulatinamente ha ido perdiendo interés para los espectadores, que van convenciéndose de que gane quien gane, todo será «más de lo mismo».
Sabemos muy bien, porque nos lo han demostrado hasta la saciedad nuestros políticos que «las palabras se las lleva el viento», lo que unido a que olvidan que «obras son amores y no buenas razones», nos lleva a una situación de escepticismo, al convencimiento de que en verdad, tan solo somos los peones de la partida.
Como en todo juego, se producen hechos curiosos. El primero que nos ha chocado es que el presidente en funciones, aun obteniendo la mayoría simple, haya iniciado una ronda de conversaciones, en su residencia oficial, con los líderes de otros partidos. Hasta ahora los citados si conversaban y se tanteaban, pero en el Congreso. No olvidemos que el artículo 99.1 de nuestra Constitución establece que «Después de cada renovación del Congreso…., el Rey, previa consulta con los representantes designados por los Grupos políticos con representación parlamentaria,…, propondrá un candidato a la Presidencia del Gobierno». Solo encontramos dos explicaciones posibles, o bien la Constitución ya no está en vigor, o el presidente en funciones se auto confunde con el Jefe del Estado.
También en principio ha extrañado la pretensión de que el líder de los rojos catalanes sea el presidente del Senado. De todos es conocido que esa persona manifestó públicamente en su día, que se debería indultar a los separatistas procesados. Más recientemente planteó que en el plazo de diez años haya una consulta sobre la independencia catalana. La comentada pretensión solo tiene una explicación, es un pago por adelantado a los independentistas, al tiempo que una garantía de que teniendo mayoría absoluta en una Cámara presidida por tal persona, nunca se aplicará el artículo 155.
Como «una cosa es predicar y otra dar trigo» el presidente en funciones ha negado al Consejo de Transparencia el contrato firmado para comercializar su último libro, que el citado le ha pedido. Esa es la información aparecida en la prensa. De ser cierta, ¿cuál puede ser la razón? El no haber un motivo razonable nos lleva a sospechar que lo firmó siendo ya presidente, lo cual es absolutamente incompatible con el cargo.
Por otra parte nos encontramos con que los morados quieren entrar en el futuro gobierno, suponemos que para darnos lecciones prácticas de ética y moralidad. Echamos de menos que «no prediquen con el ejemplo» y cuando cierta persona ofendió gravemente a otra, a costa de un hijo negro y otro discapacitado, se limitasen a reprenderla, en vez de echarla públicamente de sus filas.
En el lado del espectro político las cosas pintan similar. Parece ser que la gran preocupación que tienen ahora es quien va a ser el líder de la oposición. Si el que acabe siéndolo cobrase un sueldo por ello, aún lo entenderíamos. Para los españoles sería mejor que dejasen su pelea de gallos, y siendo generosos como tanto predican llegasen a un frente común ante el conglomerado de rojos, morados, separatistas y anti sistema.
Mientras sigue la partida, los ciudadanos estamos preocupados con la subida de impuestos. Teóricamente solo afectará a las clases altas, pero es de todos sabido que acabaremos pagándolos todos, en mayor o menos medida. Si el Estado necesita dinero, que reduzca políticos y sus prebendas, asesores, entes absurdos, subvenciones sin sentido, etc., y lo tendrá.