Una última ventana de oportunidad para detener el desastre

Los juegos olímpicos y la guerra

LA PRESENCIA DE PUTIN EN PEKÍN EN LA INAUGURACIÓN DE LOS JUEGOS OLÍMPICOS DE INVIERNO ES MUCHO MÁS QUE UN GESTO DE CORTESÍA

Los juegos olímpicos y la guerra

Hasta, al menos, el 20 de febrero próximo, parece que podemos disfrutar de una última ventana de oportunidad para detener el desastre que puede desencadenarse sobre Ucrania, sobre la credibilidad y el futuro de la OTAN y de los países occidentales, y sobre Rusia. Es perentorio aprovecharla.

Sería muy atrevido afirmar que la anunciada presencia del presidente Putin en la inauguración de los Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín, sea una reedición del Pacto Ribbentrop-Molótov de agosto de 1939. Pero tampoco soy capaz de desmentirlo. En ese acuerdo histórico, firmado en Moscú, la Alemania Nazi y la Unión Soviética concertaban una política de no agresión que dejaba sin aliento a Occidente. Nazis y soviéticos, dos regímenes totalitarios de signo completamente opuesto, llegando a acuerdos impensables entonces, y convenientemente olvidados ahora. El primer día de septiembre, Alemania invadía Polonia, estallando a continuación la II Guerra Mundial. Ya el 17, siguiendo una cláusula secreta del tratado, la Unión Soviética hacía lo propio. Nadie movió un dedo. En junio de 1941, el pacto saltaría por los aires.

Un acuerdo tácito actual, sin necesidad de firmar ningún documento, entre los presidentes de China y la Federación Rusa, es más fácil de producir y de mantener que el ejemplo de 1939. Ni tienen, ni se atisban grandes diferencias entre ellos. Las fronteras comunes son muy estables, la presencia de los países “…istán” (tierra de…), y del enorme “estado tapón” de Mongolia, hace que el contacto directo quede reducido al este del citado país a un tramo ciertamente corto en comparación con las enormes distancias existentes en la zona. Además, la frontera oriental rusa está muy consolidada desde hace muchos años, y las personas y el dinero fluyen a través de ella con normalidad. Tanto es así, que incluso Rusia ha detraído algunas unidades militares de la frontera con China para reforzar a las desplegadas en las inmediaciones de Ucrania. Aún más, no tienen grandes diferencias comerciales.

En esta situación, la Federación Rusa se encuentra en la encrucijada ya archiconocida de su controversia con la OTAN y con Ucrania. Y China ha apretado su discurso sobre Taiwán y la soberanía sobre enormes espacios en las aguas del Mar de la China Meridional. Dos colosos pertenecientes a la “Tierra Corazón” que, espalda con espalda –como los espartanos en las Termópilas una vez rodeados- desean el control de los espacios situados frente a cada uno de ellos. Es de libro. Acuerdo no solo de no injerencia y apoyo político, sino también de posible aumento de la colaboración en múltiples campos. En este cóctel, no olvidemos a Irán y Corea del Norte que, aunque no llegan a la importancia de los dos sujetos que estamos tratando, pueden sumar hostigamiento a las potencias occidentales de cierto calado en momentos determinados.

Los Juegos Olímpicos de la Antigua Grecia, tenían un efecto terapéutico sobre las intenciones belicosas de las ciudades-estado que mandaban a sus jóvenes a competir y a grandes cantidades de público a presenciarlos. Eran una oportunidad que cada cuatro años permitía al mundo heládico limar asperezas y mostrar lo mejor de su civilización y de su ingente comercio. Durante los tres o cuatro días que duraban, más el tiempo necesario para ir y volver a Olimpia, no se hacía la guerra, constituyendo una gran infamia romper esta regla. Ya en el siglo XX, los soviéticos invadieron Afganistán unos meses antes de los juegos de Moscú de 1980 y sufrieron un boicot masivo de los países occidentales. Luego, hubo revancha con los juegos de Los Ángeles de 1984. Se quebró una tradición ancestral de concordia que ha quedado como una mancha indeleble en el olimpismo y que costó un enorme esfuerzo restañar. Gracias mil, Juan Antonio Samaranch.

En el palco del estadio olímpico pekinés van a coincidir dos súper mandatarios dolidos por una actitud en lo deportivo de los países occidentales ciertamente difícil de entender. Rusia no va a competir como estado, acusada de organizar dopaje sistemático, y no va a oírse el himno de la Federación cuando sus atletas sean premiados. ¡Vaya con el Comité Olímpico Internacional! Putin no olvidará esta afrenta. Con todo, más difícil es aún entender el plante diplomático a China, acusada de no respetar los derechos humanos y valores democráticos. ¿En qué ha cambiado China desde que se le asignaron los Juegos Olímpicos el 31 de julio de 2015? Es evidente que no puedo asegurarlo pero parece que el COI estaba a otros intereses.

Así que los medios de todo el orbe tienen trabajo a destajo para analizar la kinesia mutua de ambos mandatarios una vez en presencia. El respaldo de Putin a China en un momento de tanta visibilidad para este país suena a comprensión más que especial. Estamos en Guerra Fría, y algunos parecen que no se han enterado. Por muy extrañas que estén las relaciones entre algunos países del autodenominado Occidente y China, no tiene un pase la ausencia de su diplomacia en los estadios. Peor era la situación a principios de los sesenta pasados, con crisis de los misiles de Cuba incluida, y terminamos viendo a un equipo norteamericano de tenis de mesa jugando en Pekín en el 71 y a Richard Nixon estrechando la mano de Mao Zedong en febrero del 72. Era la llamada “diplomacia del ping-pong”, y fue uno de los mayores ejemplos de la historia de cómo el deporte se impone a la estulticia.

Nos queda por desarrollar en qué se puede concretar el respaldo a que hemos aludido. Si hemos aprendido de los antiguos griegos, Putin no hará la guerra, ni grande ni pequeña, mientras duren los juegos. ¡Cómo va a cometer esa felonía la Tercera Roma! Sería una desconsideración absoluta con China. De hecho, los historiadores tendrán que investigar si una de las razones para que no haya ido hasta ahora más lejos en la crisis actual con Ucrania y la OTAN sea la inmediatez de los juegos. Pero estos acaban el día 20, muy cerca ya del mes de marzo, cuyo nombre rememora a Marte, el dios de la guerra. No por casualidad este periodo del año lleva ese nombre; en él comenzaban sus operaciones los ejércitos romanos. Hace mucho menos frio que en las fechas anteriores, no llueve demasiado, el viento sopla y seca el barro del deshielo….

¡Narices! Utilice la diplomacia occidental los días venideros para terminar con éxito esta agonía que estamos viviendo. Déjense de posturas maximalistas, de boicots deportivos y de infantilismos. La dependencia económica de Europa respecto de Rusia está ahí, es insoslayable. Vale, han dejado a Ucrania abandonada y ahora Putin tiene todos los ases en la mano. Creyeron que estábamos en la época de Yeltsin y se han equivocado. Subsanen la falta de cálculo y lleguen a acuerdos que salven la cara de todas las partes. Si no son capaces, quítense de en medio y que venga Richard Nixon. Carpe diem.

Jacinto Romero Peña

OFERTAS PLATA

¡¡¡ DESCUENTOS ENTRE EL 21 Y EL 40% !!!

Te ofrecemos un amplio catálogo de ofertas, actualizadas diariamente

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído