Como dejamos patente cada día y supongo que les ocurre a muchos de ustedes, estamos con el alma en vilo, a la espera de elecciones.
Aquí, en Periodista Digital, nos dividimos en dos grupos. Uno, el de los pesimistas, resignado a no ir a las urnas hasta 2027.
Otro, del que formamos parte Josué Cárdenas, Bertrand Ndongo y yo, convencido de que al marido de Begoña se le cae el tenderete cualquier día y de que votamos y le damos una patada en el trasero antes de Navidades.
Sobre el resultado de esos comicios no hay divergencias. Damos todos por seguro que gana con holgura el centroderecha, pero unos calculan que el PP pasa de los 160 escaños y Feijóo entra sólo en La Moncloa y otros que necesitará a Abascal y que el Gobierno de coalición es inevitable.
He estado haciendo números y para que VOX sea determinante es clave que pase de los 40 diputados.
No es una cifra excesiva, a tenor de lo que indican las encuestas, pero para ello es esencial que los de Abascal afinen la propaganda, eviten la brocha gorda como la utilizada hace un par de días con la inmigración y ahormen un mensaje optimista y atractivo.
Un tercio de los españoles entre 18 y 24 años dice que pasa de política y se abstendrá. Otro tercio declara su intención de apoyar a VOX.
A diferencia de lo que ocurría hace una década, abundan los chavales que afirman sin complejos estar hartos del ‘discurso progre’ y han desconectado con una izquierda y con un régimen que perciben agobiante, corrupto, incoherente y moralizante.
A menudo, el factor identitario pesa más que cualquier otra motivación. Sentirse español y exhibirlo se ha convertido en un acto contracultural, en un gesto de rebeldía.
Y no por ignorancia, porque aunque no vean televisión o lean periódicos, consumen vídeos de TikTok a granel y saben quién es Puigdemont, que dice Otegi, que chapuzas perpetra con Begoña y dónde iban los furgones de putas.
Y está hartos de escuchar que ejerce de español es ser ‘facha’ y declararse varón y heterosexual te conviene en sospechoso.
En más de una ocasión, el propio Abascal me ha manifestado el orgullo que le genera ver lo que VOX crece entre los jóvenes, pero no dejemos que la luz nos tape la verdad.
En España, nación en pleno Invierno Demográfico, más de un tercio de la población tiene más de 65 años.
En 2023, de los 26 millones de españoles que se acercaron a las urnas, más de siete millones eran mayores de solemnidad, casi cinco veces más de lo que menores de 24 años que lo hicieron.
Es ilusionante que te respalden en masa los chavales, pero viendo los datos y pensando en lo que se avecina, si yo fuera Abascal estaría a estas horas estrujando el cerebro para afinar el mensaje y lograr que los viejos también apoyen a VOX.
