Charles Dickens retrató para siempre al progre moderno en la señora Jellyby de ‘Casa Desolada’, esa mujer absorbida por el interés filantrópico hacia la población africana de Borrioboola-Gha e incapaz de atender a sus hijos o a su marido. La «filántropa telescópica» la llama Dickens porque, como nuestros rojos de nómina, se retuerce las manos por destinos ajenos y no se preocupa de ver los más cercanos. Lea a El Trasgo en La Gaceta.
Aunque sólo fuera por cómo disciplina el lenguaje, obligando al usuario a concentrar su mensaje en 140 caracteres, amaría la red social por Internet Twitter. A veces, además, me da hecha media sección. Un ejemplo: Javier Salas, ex redactor de ‘Público’ y sufridor de la ardiente defensa de los trabajadores del inmobiliario trotskista Jaume Roures, resume así el estado de nuestro sector: «El Mundo, 35 días en su ERE; Intereconomía, 30 días; El País, 20 días; Público, al Fogasa. Sigan creyendo en la ideología de las empresas».
Aquí, pueden atestiguarlo los lectores fieles (ya me han dejado claro que no tienen nada de mitológicos), no somos muy de creer que la ideología condiciona la conducta. Y que ‘El País‘ brame contra las diferencias salariales y tenga un consejero delegado, nuestro inefable Janli, que considere «perfectamente justificado» embolsarse 13 millones de euros mientras el periódico del grupo pone en la calle a 149 periodistas nos deja fríos a estas alturas. Tampoco nos extrañó demasiado en su momento que ‘Público‘ abanderara la campaña contra la reforma laboral del PP y fuera el primer medio en acogerse a ella. No insistiré en todo lo dicho, que ya me aburro a mí mismo: prefiero exponer.
Me complace, no puedo negarlo, leer al comité de empresa del pomposo diario global que «Cebrián descalifica nuestro trabajo, denigra el periódico que debería defender y se burla de los españoles que a diario acuden al quiosco». Pero no pierdan el sueño: los revolucionarios de cámara seguirán lanzando sus encendidas soflamas en este portavoz de la Banca, que no andan los tiempos para coherencia y, al final, la mayoría está un poco dura de oído y no escucha los gritos de los redactores de a pie. ¿He dicho ya que Cebrián se ha subido un 30% los bonus para 2012?
CON TU SUELDO OTRO PODRÍA…
Arturo González, al que tantas veces hemos visto arder en santa cólera ante las injusticias de este mundo, nos hace saber en una columna, «Minucias«, 41 puntos que se parecen como una gota de agua a otra a un argumentario que he visto rulando por Internet desde hace meses. Son cosas que, dice, debemos saber, y la primera es que «con lo que gana Rajoy en un mes, una pensionista con cuatro hijos vive durante dos años y medio». Aunque sea mero colaborador y nunca haya pisado la redacción, sería un supremo acto de despiste que no se hubiera enterado de la, digamos, curiosa maniobra por la que el hombre para el que trabaja se deshizo de sus redactores para recomprar luego la cabecera limpia de polvo y paja. ¿Ha calculado González cuanto tiempo viviría el pensionista de su ejemplo con lo que gana Roures?
En otro orden de cosas y en la misma red social, leo al niño bonito de Izquierda Nosécuántos, Alberto Garzón: «El diputado @jcoscu (ICV-IU) recuerda que es tiempo de reformar la constitución y adecuar nuestras instituciones a la sociedad (15M, 25S)». Saboréenlo: el 25-S es «nuestra sociedad»; las decenas de miles -¿cuántos?, ponga usted mismo la cifra, hasta el millón- que salieron a la calle en alguna de estas marchas+algaradas -en un país de 50 millones que ha votado hace menos de un año- merecen de algún modo que todos nos pleguemos a sus difusas proclamas y a su pataleo incoherente, adecuando instituciones a su capricho. Ya puestos, espero que la primera institución en ‘adecuarse’ a los alborotadores sea el Congreso y el diputado Garzón actúe consecuentemente y dimita ya. Ahora. Que eso de estar en las instituciones y protestando contra ellas en la calle tiene un nombre muy feo en mi pueblo.
No es probable, ¿verdad? Ahí tienen a Almunia, socialista él, que declara en el ‘Bluffington Post‘ (¿ven?, al menos ese no tiene plantilla que despedir): «Almunia: ‘Los ciudadanos deben manifestarse delante del Gobierno o partido que crean que no está a la altura, no frente al Parlamento«. Que la plebe proteste es bueno, es rentabilizable, pero que vaya a Génova y no perturbe la sagrada siesta de los legisladores. Nada domestica tanto como años y años de poltrona, ¿verdad, Joaquín?
POR UN PUÑADO DE PLAZAS
El otro día dejé escapar vivos al juez «pijo ácrata» (Rafael Hernando ‘dixit’) y a su némesis en el Partido Popular. El magistrado había convertido un auto en una columna de opinión, que es como si mi médico de cabecera me incluye en la receta una reflexión sobre los males de la política sanitaria. Y el portavoz adjunto del Grupo Popular en el Congreso se rasgó conveniente las vestiduras y la prensa se echó sobre el segundo, que hay que ver qué poco respeto a la judicatura. Hoy leo en ‘El Mundo‘ sobre tan augusto cuerpo: «Pugna entre fiscales y jueces de la Audiencia Nacional por las plazas de aparcamiento«. Dijo la sartén al cazo…