ANÁLISIS

Las mentiras del Gobierno Sánchez, el Valle de los Caídos y el turismo funerario

Las mentiras del Gobierno Sánchez, el Valle de los Caídos y el turismo funerario
Rufian, Sánchez, Iglesias y otros nostálgicos de Franco. EP

No lo tiene bien el líder del PSOE (Los Franco 1 – Sánchez 0: no habrá exhumación de la momia antes de las elecciones generales).

Nueva entrega en el serial de intoxicaciones que lleva acumuladas el Ejecutivo para sacar adelante la idea fundacional del sanchismo en La Moncloa: sacar a Franco del Valle de los Caídos.

Se trata de la última comunicación enviada desde el Vaticano al Ejecutivo, que fue troceada, ocultando párrafos que mantenían que la Iglesia ni apoya ni deja de apoyar la exhumación, y filtrada en las partes que aparentan un respaldo activo de la Santa Sede a la medida.

Cabe recordar que Carmen Calvo ya fue sorprendida mintiendo tras su viaje para pedir árnica al secretario de Estado vaticano y del que regresó a España diciendo que se traía el apoyo de la jerarquía católica a la «operación Cuelgamuros», un enorme embuste que de inmediato el Vaticano desmintió públicamente.

Meses después, más de lo mismo. El Gobierno manipula y oculta la verdad sobre el asunto: que la Iglesia dice que es un problema que compete a la familia, al Gobierno y la ley, que al respecto es muy clara y señala que sin consentimiento de los familiares la cosa se vuelve muy complicada.

Exhumar el cadáver de Franco es una obsesión del sanchismo, al que ahora, en precampaña electoral, urge cumplir aquella promesa que iba a resolver el pasado verano.

Casi estamos en primavera… Y entre mentiras y medias verdades sobre el asunto, el Gobierno no va a parar.

Completará esta estrategia con más actos de turismo de «memoria histórica», de carácter funerario, como la visita a las tumbas de Manuel Azaña y Antonio Machado, en el sur de Francia.

Sánchez se propone ensanchar la brecha que abrió Zapatero, crispando, resucitando «las dos España» y haciendo política de aquel espanto. Volviendo, en fin al 36, donde parece que se encuentra mucho más a gusto que en el 78, cuyo espíritu reconciliador abrazaron la inmensa mayoría de los españoles.

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