Ningún secretario general del PSOE ha salido tan mal

Pedro Sánchez ‘El Guapo’: El peor final de un líder socialista

Está por evaluar si ha sido tan nefasto para España como Zapatero, pero bueno no ha sido

Pedro Sánchez 'El Guapo': El peor final de un líder socialista
Pedro Sánchez, exsecretario general del PSOE. PD

La etapa de Pedro Sánchez al frente del PSOE será recordada por una lista de enfrentamientos internos, desastres electorales y cesiones interesadas a Podemos

No son algo raro las crisis en el PSOE. Tampoco las luchas de poder o las defenestraciones, pero nunca en la historia moderna de este partido refundado por Felipe González hace 41 años, un secretario general se había aferrado así al cargo y puesto en peligro hasta la supervivencia de la organicación.

Sánchez se ha agarrado a su puesto como un guacamayo a la percha, indiferente a todo, desde España a los españoles, pasando por encima de sus colegas y hasta compañeros de partido. Todo con la alocada ambición de meterse , aunque fuera unos días, como presidente del Gobierno en la Moncloa (PSOE: Partido Surrealista Obrero Español).

Pedro Sánchez anunció a las 20:21 horas de este 1 de octubre de 2016, ante el Comité Federal del PSOE, su dimisión como secretario general. Dicho órgano ha rechazado por 133 votos a 109 la propuesta de Pedro Sánchez de celebrar un congreso extraordinario del PSOE con primarias en octubre.

Justo después de conocer el resultado, tomó la palabra para apelar a la unidad: ¡A buenas horas mangas verdes! (Pedro Sánchez decapitado: El secretario general ha sido derrotado en una votación a mano alzada )

LOS ANTECENDENTES

Los cuatro secretarios generales que han precedido a Pedro Sánchez protagonizaron salidas de Ferraz marcadas por el agotamiento, las disputas internas o un batacazo electoral. Situaciones, todas ellas, que se darían en una hipotética marcha de Sánchez, aunque este tendría el peor final posible.

El fin del felipismo

Felipe González tomó las riendas del PSOE en 1978, y cuatro años después firmó su primera mayoría absoluta en unas elecciones generales con 202 diputados. Un resultado que revalidó en 1986 con 184 escaños. El declive electoral comenzó en las elecciones de 1993 en las que, ya alejado de la mayoría parlamentaria (159 escaños), los casos de corrupción comenzaron a estallar.

A los casos de corrupción, entre los que destaca el de la financiación irregular del partido, conocido como Caso Filesa, se sumó el escándalo de los GAL y la dimisión de Alfonso Guerra, vicepresidente del Gobierno. En 1996, González convocó elecciones tras perder el apoyo en el Ejecutivo de Convergencia i Unió y el Partido Popular ganó con 156 escaños.

Un año después, en 1997, Felipe González presentó su renuncia después de 19 años al frente del partido sin designar sucesor alguno. Los motivos fueron dos: su enfrentamiento con Alfonso Guerra y sus partidarios, los guerristas, y su intención de remodelar la estructura interna del partido, que no encontró apoyos entre los líderes territoriales. González pretendía reducir el número de miembros de la Ejecutiva y crear un Consejo Político Federal, que los barones rechazaron puesto que preferían una plaza en la Ejecutiva.

Almunia, y la primera pugna en primarias

Después del abandono de González, el PSOE se enfrentó a un proceso de renovación en el que Joaquín Almunia salió elegido secretario general. Además, fue la primera ocasión en la que los socialistas celebraron primarias para elegir su candidato a la presidencia del Gobierno.

Josep Borrell, histórico dirigente catalán, fue el elegido por la militancia, pero renunció en 1999 a la candidatura por al destaparse que dos excolaboradores suyos en Hacienda estaban siendo investigados por fraude. Así, el partido optó por no volver a celebrar primarias y Almunia fue designado como candidato para los comicios del año 2000.

En aquellas elecciones generales, el PSOE perdió y obtuvo 125 escaños, lo que hizo que Almunia presentase su dimisión. Fue el propio exdirigente socialista el que afirmó asumir la responsabilidad de «no haber movilizado al electorado de izquierda». Con su marcha, el Partido Socialista quedó bajo el control de una gestora.

Zapatero, adiós tras ocho años de mandato

José Luis Rodríguez Zapatero anunció su intención de dimitir como secretario general del PSOE después de ocho años al frente del Gobierno de España. Lo hizo ante el Comité Federal de abril de 2011 de su partido cuando todavía era presidente del Ejecutivo y, además, aseguró que no volvería a ser el candidato. «No seré candidato en 2012», sentenció.

Su decisión se enmarca en uno de los momentos más críticos de la crisis económica del país, pero Zapatero, un personaje nefasto que destapó el tarro d elos rencores en España y  negó que se debiera a ello, alegó que se debía a una decisión personal «muy meditada».

El Ejecutivo de Zapatero negó repetidamente la crisis económica a través de eufemismos como «hay desaceleración fuerte» o «periodo de dificultades objetivas». Pero en 2010 el Gobierno socialista tuvo que acatar pautas económias desde Bruselas, y el castigo al «no» llegó meses después en las urnas.

El expresidente del Gobierno pretendía agotar su última legislatura pero a causa de las presiones internas el 29 de julio de 2011 anunció el adelanto de elecciones, que se celebraron el 20 de noviembre.

Rubalcaba, renuncia por resultados electorales

Después de la era Zapatero, en mayo de 2011, Alfredo Pérez Rubalcaba salió del despacho del ministro de Interior para ser el candidato socialista a la presidencia del Gobierno. En noviembre firmó el peor resultado electoral del PSOE, hasta el momento, en unos comicios generales al obtener 110 escaños el 20 de noviembre.

Tras el fiasco en las urnas, Rubalcaba presentó su candidatura a la secretaría general del partido y ganó a por 22 votos a la candidatura liderada por Carme Chacón, en febrero de 2012. Sin embargo, el desgaste en el PSOE tras los ocho años de Gobierno de Zapatero y la pugna que enfrentó a los partidarios de Rubalcaba contra los de Chacón fueron alimentando el declive del líder socialista.

Los resultados de las elecciones europeas de 2014, donde los socialistas se hundieron, precipitaron su salida del despacho de Ferraz: el 25 de mayo renunció a la secretaria general y el 26 de junio a su escaño en el Congreso.

Pedro Sánchez, la ambición con patas largas

La etapa de Pedro Sánchez al frente del PSOE, cada día más irrelevante, será recordada por una lista de enfrentamientos internos, desastres electorales y cesiones interesadas a Podemos, cuyas consecuencias todavía no podemos prever.

Sánchez llegó a la secretaria general socialista en 2014 después de vencer a la candidatura liderada por Eduardo Madina. Lo hizo con el respaldo de Susana Díaz, una de los barones territoriales más críticos con su gestión con el paso del tiempo.

Dos años después, el liderazgo de Sánchez se ha basado en decisiones tomadas de forma unilateral, o tan solo contando con su Directiva. La destitución de Tomás Gómez o la modificación de las listas de Galicia para las elecciones del 25-S evidenciaron la ruptura de Ferraz con el resto de la formación.

Una relación que se encrudeció con la actitud del secretario general tras los comicios del 20-D y el 26-J, que alimentaron las críticas de sus barones. Sánchez primero intentó una investidura fallida en marzo después de haber obtenido el peor resultado de la historia del PSOE en unas elecciones generales (90 diputados). Ya entonces, la presidenta de la Junta de Andalucía criticó las conversaciones del líder socialista con otros partidos, y Sánchez contestó que «es el líder quien marca y propone las líneas políticas» del PSOE.

La repetición de elecciones y el techo electoral en 85 escaños del pasado mes de junio hicieron que los críticos abogasen, en sendas ocasiones, por facilitar el desbloqueo y liderar la oposición. Los resultados de las autonómicas que se han celebrado en 2015 y 2016 también hicieron que su partido reclamase al líder una autocrítica que nunca llegó.

En sus últimos días al frente del cargo, Pedro Sánchez aumentó la tensión de la guerra interna socialista al lanzar un órdago a los críticos que llevó a la dimisión de 17 miembros de la Ejecutiva y al posterior atrincheramiento del secretario general en Ferraz, a días de la celebración del Comité.

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