El gerente del PSOE, Gregorio Martínez, alfil de Rubalcalba, se ha convertido en un hombre clave en la "decisión final"
Dicen quienes más le han tratado en la última semana que al presidente de la gestora del PSOE, Javier Fernández, se le ha «cronificado» un rictus de preocupación que no abandona su ya de por sí adusto semblante (La zona templada de Fernández).
Y es que como adelantó Javier Ruiz de Vergara en ESdiario hace unos días y le ratifican este 15 de octubre de 2016 fuentes socialistas, la situación que se ha encontrado el líder provisional socialista tras el waterloo del Comité Federal del pasado día 1 es mucho más grave de lo que los barones críticos con Pedro Sánchez se temían (Histeria tuitera de Carlos Bardem ante la abstención del PSOE con Rajoy).
En apenas dos semanas de tutela en la sede de Ferraz, los diez de Javier Fernández han constatado dos cosas: que el laberinto en el que ex secretario general ha dejado al PSOE tiene dos puertas de salida a cual más fatal -abstención o terceras elecciones- y que el juego de equilibrios internos entre oficialistas y rebeldes es mucho más estrecho y está mucho más enconado que el que Susana Díaz y sus fieles creían (Los ‘sanchistas’ se movilizan para forzar un congreso extraordinario en el PSOE).
Pero a la diabólica situación política que se ha encontrado de sopetón el presidente asturiano -y con el reloj constitucional corriendo inexorable sobre su estrategia- se suma la demoledora situación económica y financiera en la que se halla el PSOE. «Y esto hay que ponerlo en el debe de Zapatero», advierte un dirigente socialista poco entusiasta de Sánchez y los suyos.
En los últimos días, al margen de reunir a su grupo parlamentario, renovar las portavocías del Senado y la Eurocámara, y sondear telefónicamente a los líderes territoriales, Fernández ha tenido la oportunidad de conocer la radiografía financiera de las arcas de Ferraz. Y ha recibido, como en las otras cosas, muy malas noticias (Antonio Naranjo destripa al chuleta alcalde prosanchista de Jun: «Respóndame, no me enseñe tuits»).
El portavoz de esas malas noticias ha sido el gerente del PSOE, Gregorio ‘Goyo’ Martínez. Martínez fue colocado al frente de las finanzas socialista por su mentor político, Alfredo Pérez Rubalcaba.
De hecho, fue su jefe de gabinete cuando ocupó la Vicepresidencia y el Ministerio del Interior. La misión de Martínez era poner orden y salvar a Ferraz de la bancarrota en la que la habían sumido el dúo José Luis Rodríguez Zapatero-José Blanco, que habían elevado la deuda con los bancos hasta casi los 80 millones de euros.
Y es que al PSOE se le amontonan una sucesión de pesado créditos con el Banco Popular, Banco Santander, BBVA, CaixaBank, Caja España y Bankia. Por si fuera poco, sus ingresos se han reducido desde la llegada de Pedro Sánchez a la Secretaría General en más de un 30%. Y sirva un dato, las cuotas de los militantes y las «cesiones» de parte de sus nóminas de sus cargos institucionales apenas cubren el 20% del presupuesto.
Ya tras la resaca del resultado electoral del 26-J, cuando Sánchez redujo la representación del PSOE a los 85 escaños, el gerente lanzó un SOS a la dirección del partido.
A la refinanciación de la deuda -Martínez ha logrado suavizar las condiciones de algunos préstamos- se sumó entonces la venta de parte del patrimonio inmobiliario socialista, entre el que se encuentra la histórica sede de la madrileña calle de Gobelas. A la venta está pero el PSOE no encuentra comprador.
El gerente llegó hace cuatro meses a sugerir la venta de la joya de la corona socialista, la sede central de Ferraz.
Sánchez y Cesar Luena se opusieron frontalmente. Pero ahora, el hombre más desconocido en la cúpula socialista, el auténtico tapado, ha lanzado su ultimátum: si hay una nueva debacle -los 60 escaños que auguran algunos sondeos- la quiebra económica del partido que fundó hace 135 años Pablo Iglesias será irresoluble.
